Distancia social en el Parlamento: Aforos reducidos y Voto Telemático: Panorámica comparada y experiencia de la Asamblea de Madrid
Autor | Raquel Marañón Gómez |
Cargo del Autor | Secretaria General de la Asamblea de Madrid |
Páginas | 45-63 |
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Capítulo 2.
Distancia Social en el Parlamento: Aforos redu-
cidos y Voto Telemático: Panorámica compara-
da y experiencia de la Asamblea de Madrid
Raquel Marañón Gómez
Secretaria General de la Asamblea de Madrid
Sumario: I. Aforos reducidos. 1. A) La experiencia de la Asamblea de Madrid. 1. B) Limitaciones de
aforo en otros parlamentos. 2. El Voto Telemático.
I. AFOROS REDUCIDOS
Según la Real Academia Española una Asamblea es una reunión de miembros
de una colectividad para discutir determinadas cuestiones de interés común y en
su caso, adoptar decisiones. En la segunda de sus acepciones vinculada la asam-
blea parlamentaria se define como la reunión de miembros de un cuerpo cons-
tituido, convocada reglamentariamente para deliberar sobre asuntos privados o
públicos. La presencia simultánea de sus miembros, la reunión de los mismos, es
pues consustancial a su propia definición. A lo largo de la historia del parlamen-
tarismo han sido numerosos los obstáculos que los Parlamentos han tenido que
sortear para la celebración de sus reuniones, la desidia regia en sus convocatorias
inicialmente que solo tenía lugar cuando las arcas del estado necesitaban de la
aportación y vinculada posteriormente a la máxima revolucionaria del no taxation
without representation, también en otras ocasiones largos y penosos viajes con fuego
enemigo como en el caso de los constituyentes de Cádiz reunidos en la Isla de
León e igualmente dentro de las ignominiosas causas, el silencio impuesto por
la dictadura. Cuando todos estos obstáculos estaban ampliamente superados una
pandemia, un virus que compromete gravemente la salud, la respuesta sanitaria y
la economía de todos los estados, ataca directamente la esencia misma del parla-
mentarismo pues se impone como medida preventiva precisamente el distancia-
miento social que impide la reunión de los representados. Afortunadamente la
tecnología, como será objeto de desarrollo en otro capítulo de la obra, sale al res-
cate para mitigar la ausencia de presencia física y pronto todos nos descargamos y
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familiarizamos con las distintas aplicaciones que lo hacían posible, que tendieron
los puentes para que desde nuestros domicilios tuviésemos la oficina.
Las medidas adoptadas fueron necesariamente graduales y hacen gala de la
habitual flexibilidad del derecho parlamentario y pasan por distintas etapas si-
guiendo que siguiendo el símil de las adoptadas a nivel social, podemos denomi-
nar hibernación o confinamiento, desescalada y nueva normalidad.
En la primera fase Parlamentos como los de País Vasco o la Asamblea de
Madrid cerraron físicamente la Cámara. No obstante el cierre, no podemos ha-
blar propiamente de una inactividad total por eso el término hibernación es más
ajustado a la realidad de lo sucedido pues tanto el órgano rector como los servi-
cios de la Cámara mantuvieron latente la maquinaria para que cuando se reacti-
vase la actividad ésta estuviera plenamente engrasada. De igual modo los grupos
parlamentarios continuaron realizando su actividad de control si bien este no
pudo ser formalizado en iniciativas parlamentarias. El control parlamentario se
vio sustituido por un control extra muros y por reuniones informativas carentes
de formalidades entre la Presidenta y los portavoces de los grupos parlamentarios
y el Consejero correspondiente con los portavoces de la respectiva comisión.
Obviamente este tipo de control es mejor que la ausencia absoluta de control
pero resulta a todas luces insuficiente para el fin de la Institución y es por ello que
internamente se presionaba para posibilitar el pase a la desescalada y activar las
iniciativas de control parlamentario.
La reanudación de la actividad fue gradual y marcada por el principio de
prudencia. La Asamblea por ejemplo apostó por la realización de sesiones telemá-
ticas en Comisión que como puede fácilmente intuir el lector no estaban carentes
de dificultad en su preparación. A juicio del resultado de las mismas, que se rea-
lizaron sin incidentes notorios, podemos concluir que su realización fue satisfac-
toria. Igualmente se convocó una sesión telemática del pleno y a pesar de que las
pruebas previamente realizadas habían sido satisfactorias, las dificultades técnicas
que se pusieron de manifiesto al inicio del debate obligaron a su suspensión y a la
convocatoria presencial de la sesión.
Las sesiones telemáticas serán objeto de abordaje en otro capítulo de esta
obra por lo que no nos detenemos en exceso, no obstante, a mi juicio creo que en
cierta manera estas también han venido para quedarse. Nos hemos acostumbrado
a una forma de trabajo que tolera en mejor manera la distancia. Siendo la pre-
sencialidad como hemos afirmado, premisa fundamental en el trabajo parlamen-
tario, no solo razones de salud pública motivadas por el COVID-19, como cua-
rentenas preventivas o positivos asintomáticos que impidan acudir a la sede de la
Cámara podrían ser salvadas a través de comparecencias telemáticas en Comisión,
sino también la distancia física y el consiguiente ahorro de gastos y tiempos de
desplazamientos lo que sin duda podría también resultar beneficioso al trabajo
parlamentario al poder contar así con expertos para ser escuchados cuyo hearing o
audiencia en otro caso podría verse dificultado.
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