La discriminación interseccional contra las mujeres con discapacidad y sus reflejos en el ámbito laboral

AutorAlana Micaelle Cavalcante Carvalho
Páginas119-130

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1. La discriminación interseccional que sufren las mujeres con discapacidad

Ser mujer con discapacidad en la sociedad actual significa enfrentarse a múltiples desafíos en virtud de las barreras impuestas tanto al sexo femenino como a las personas con diversidad funcional. Tales barreras poseen consecuencias en distintos ámbitos: social, familiar, en el entorno físico y laboral. Peter Blanck et al. (2013) demuestran que la realidad que enfrentan las mujeres con discapacidad es, en relación con las demás mujeres y con los hombres con discapacidad, de menores niveles de educación y sueldo, mayores tasas de desempleo, soledad y visión social negativa. Igualmente, señalan que, pese a que su estatus social cambie según el país de referencia, es innegable que, en todos, la discapacidad representa un mayor desafío a las mujeres.

Esto se debe a que las mujeres con discapacidad están sometidas, al mismo tiempo y de modo asociado, a la discriminación1 contra las mujeres y a la discriminación contra las personas con discapacidad2. Cuando la discrimi-

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nación es motivada por más de un elemento social presente en un mismo individuo, que se asocian generando una profundización de la discriminación enfrentada por él, se trata de una discriminación interseccional3, como es el caso de la que sufren las mujeres con discapacidad.

Como esclarece Lucas Platero (2014), la expresión se refiere a "diferentes fuentes estructurales de desigualdad u organizadores sociales que mantienen relaciones recíprocas". El autor destaca además que el concepto de interseccionalidad va más allá de la noción intuitiva de doble o múltiple discriminación, pues las identidades son construcciones dinámicas, conformando nuevas organizaciones sociales y desigualdades. Es lo que ocurre con la discriminación sufrida por las mujeres con discapacidad. Es decir, las barreras sociales y discriminatorias impuestas a ese colectivo no representan una suma entre las discriminaciones enfrentadas por el hecho de ser mujer y por ser persona con discapacidad, sino que se profundizan, generando una discriminación aún más intensa y específica, interseccional (González Rams, 2011).

Las mujeres con discapacidad pueden sufrir las consecuencias de la discriminación en distintos ámbitos de la vida social y familiar, pero el empleo, como uno de los factores determinantes para su integración social y pilar de la igualdad y la autonomía (De Lorenzo, 2004), debe mantenerse especialmente protegido contra ese tipo de discriminación. Pese a ello, en la actualidad las mujeres con discapacidad sufren mayor precariedad en los empleos en relación con las demás mujeres y con los hombres con discapacidad, con menos índices de contratos fijos firmados, mayores tasas de paro (Blázquez Agudo, 2018), menores sueldos (Maroto & Pettinicchio, 2017) y mayor índice de casos de enfermedades profesionales ignoradas (Parlamento Europeo, 2017).

Al buscar explicaciones para la discriminación que sufren, las mujeres con discapacidad identifican la estigmatización social hacia ellas y la falta de educación de la sociedad como impulsores de la discriminación, recalcando que la sociedad no conoce ni entiende las necesidades y barreras que enfrentan. De igual modo, tampoco creen que la Administración Pública sea cons-

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ciente de su situación en la sociedad (Gomiz Pascual, 2014), lo que dificultaría un enfoque de género y de discapacidad en las políticas públicas de empleo.

Como aporta Caballero Pérez (2016), la teoría de la interseccionalidad aplicada a las experiencias de las mujeres con discapacidad representa una pieza fundamental para construir una base teórica que conecta distintos elementos de estigmatización de las mujeres con discapacidad que, hasta entonces, habían permanecido invisibles en los ámbitos académico y activista. Como resalta Avtar Brah (2012): "aunque el concepto de interseccionalidad es muy reciente, los procesos de interseccionalidad han operado desde hace mucho tiempo".

La discriminación interseccional se manifiesta en el contexto de discriminación estructural vigente, que representa la identificación de desigualdades de derecho y de hecho derivadas de una situación de exclusión social o de sometimiento de ciertos grupos sociales -como las mujeres y las personas con discapacidad- por otros -como los hombres y las personas sin discapacidad, respectivamente-, en virtud de prácticas sociales, culturales y prejuicios históricos excluyentes (Pelletier Quiñones, 2014).

2. La discriminación contra mujeres con discapacidad en el ámbito laboral: un estudio de caso

Algunos de los reflejos de tales prácticas discriminatorias y excluyentes se hallan en el ámbito laboral. Pese a que las mujeres, con discapacidad o no, hayan ingresado masivamente en el mercado laboral a partir de la segunda mitad del siglo XX, aún no se ha logrado la igualdad de género en el mercado laboral. La brecha salarial entre hombres y mujeres, la escasez de mujeres en puestos de liderazgo y el acoso sexual en el ámbito laboral son algunos ejemplos de las barreras impuestas a las mujeres en el trabajo.

A su vez, las personas con discapacidad se enfrentan a obstáculos de carácter físico, actitudinal, ausencia de accesibilidad universal y de ajustes razonables como mayores dificultades para encontrar y permanecer en un puesto de trabajo (Graham, Jones &Shier, 2009), como será visto más adelante. Todo ello conlleva índices de desempleo más elevados que el de las personas sin discapacidad4. Una vez que ambas causas de discriminación coinciden en su experiencia como individuo social, las mujeres con discapacidad pueden experimentar de modo más acentuado tales dificultades en el mercado laboral.

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Un caso ocurrido en Texas, Estados Unidos, entre 2012 y 2015 refleja la carga de discriminación a que una mujer con discapacidad puede ser sometida en el ámbito profesional e ilustra lo que se ha desarrollado en el presente artículo. Una trabajadora con discapacidad física llevaba 15 años en su empresa, ejerciendo un cargo de gestión. Por casualidad, descubrió que su sueldo era inferior al de los compañeros varones que ejercían la misma labor, recibiendo tres dólares a menos por hora. Tras quejarse de la brecha salarial a su superior jerárquico, ella perdió su puesto y fue rebajada, con pérdida salarial, a una actividad que exigía carga de peso y agravaba su discapacidad. En virtud de ello, ella solicitó que la empresa la cambiase de puesto a alguno que no afectase a su discapacidad, pero la empresa ignoró su solicitud y, finalmente, la denegó. Ante esa situación, la trabajadora presentó una demanda judicial contra la empresa debido a la discriminación por razón...

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