La dignificación y el anhelo de emancipación del trabajo en las artes antes de la formación del derecho del trabajo.
Autor | Joaquín Aparicio Tovar |
Páginas | 109-130 |
109
1. INTRODUCCIÓN
1.- A quienes tengan la amabilidad de disponerse a leer las páginas que siguen es
muy probable que les asalte la duda, tal vez acompañada con algo de sarcasmo,
de si no están ante un caso de pretencioso y vulgar esnobismo de un diletante.
La amabilidad que se acaba de dar por supuesta exige explicar algunas cosas del
porqué se ha acometido esta tarea y sus cuestionables contenidos. La primera es
la confesión casi innecesaria por evidente de que el autor no es un especialista
en historia de la estética, ni en historia del arte, lo que le aproximaría al dile-
tante, pero en el sentido no peyorativo de quien se acerca a las artes de manera
no profesional, por afición, al encontrar en ellas un deleite, que es lo que está
en la raíz de la palabra diletante. La segunda es que compartir el deleite que el
autor ha buscado y encontrado sumergiéndose en obras llamadas artísticas es el
objetivo de este pequeño artículo. Si bien se mira, disfrutar de las obras de arte
por no profesionales no es algo excepcional pues todos lo seres humanos, en
mayor o menor medida, gozan de obras a las que incluimos dentro de lo que, sea
lo que sea, consideramos arte. Es más, los artistas no crean ni han creado para
“expertos” sino para un público, a veces amplio y sin especiales conocimientos,
a veces selecto y restringido de refinado gusto. Pero lo que se propone compartir
con la comunidad de lectoras y lectores, con toda humildad, no es el disfrute de
obras de arte en general, sino la experiencia del encuentro con el fenómeno del
trabajo en aquellas que se han elegido. Más adelante habrá que explicar muy
sucintamente los criterios de esa elección.
Se habrá observado que aquí se habla de artes en plural lo que en principio está
justificado porque se van a comentar obras que pertenecen a los campos de la
literatura, la pintura y la música, aunque casi siempre cuando se utiliza la pala-
bra arte hay una tendencia a reservarla para la pintura, la escultura y en menor
medida la arquitectura. Bien sabemos que sobre el arte han escrito a lo largo de
la historia grandes filósofos, historiadores, no pocos artistas y más recientemen-
1. Introducción. 2. La conversación de Odiseo con Aquiles en el Hades con un breve excurso a Hesíodo. 3. La
compasión de Don Quijote con los galeotes. 4. La dignidad con la que Velázquez representa a los trabajadores.
5. La “rebeldía” como trabajadores de dos músicos geniales de la Ilustración: Mozart y Haydn.
Joaquín Aparicio Tovar
Profesor Emérito de la Universidad de Castilla-La Mancha.
ESTUDIO
LA DIGNIFICACIÓN Y EL ANHELO DE EMANCIPACIÓN DEL
TRABAJO EN LAS ARTES ANTES DE LA FORMACIÓN DEL
DERECHO DEL TRABAJO
ESTUDIO__La dignificación y el anhelo de emancipación del trabajo en las artes antes de la formación del Derecho del Trabajo
110
te quienes pertenecen a la profesión de críticos de arte, y también sabemos que
cada época histórica ha tenido sus ideas estéticas que han ido variando y con
ello lo que sea considerado arte. Gombrich, en su Historia del Arte arranca en su
introducción, subtitulada “el arte y los artistas” con esta afirmación: “No existe,
realmente, el Arte. Tan solo hay artistas” 1, pero un poco más adelante podemos
ver que asume haber algo objetivo en la obra de arte cuando nos dice que el artis-
ta al realizar la obra tiene que conseguir, tras diversas tentativas, que quede bien,
¡He aquí que nos hemos topado con la palabra bien que está muy cerquita de
belleza! Para que la obra quede bien hay que conseguir equilibrio entre formas
y colores en una composición adecuada para producir los efectos deseados en
el caso de la pintura o escultura, así como también aplicar otras técnicas espe-
cificas en la literatura, pero “como no existen reglas que nos expliquen cuándo
un cuadro o una escultura está bien, por lo general es imposible explicar exac-
tamente con palabras porqué creemos hallarnos ante una obra maestra”2. Sin
embargo, aunque sea difícil explicar con palabras las razones por la que una obra
está bien, eso no quiere decir que tales razones no existan aunque sean oscuras,
y de hecho algunos grandes pensadores las han explicitado, como Aristóteles
en su Poética cuando habla de las reglas de la tragedia. Sin embargo, es verdad
que todo esto se complica cuando se observa que en la evolución histórica los
artistas, más que los teóricos de la estética, crean reglas nuevas que se alejan en
mayor o menor medida de las de los que les precedieron, pero el problema de
cuando una obra está bien vuelve a aparecer, aunque ahora sea confrontándose
con modos de hacer distintos.
Para evitarnos problemas aquí se van a comentar solo obras sobre las que una
secular tradición ha convenido que son maestras o por lo menos muy meritorias,
lo que, por supuesto, tiene que ver con las ideas estéticas propias de la mentali-
dad de cada época, pero “teniendo como interés supremo la realidad misma de
lo estético, es decir, los hechos de las artes y las letras”3.
Cuando hablamos de “los hechos de las artes y las letras” no es posible evitar el
encuentro con la idea de belleza que, como ya se puede haber deducido, tampo-
co ha sido inmutable a lo largo de los tiempos, lo que nos hace huir de una idea
preconcebida y absoluta de la misma. Tendremos por bello lo que en distintas
épocas y culturas se ha considerado placentero de contemplar con independen-
cia del deseo que su contemplación pueda provocar, como dice Umberto Eco.
Tampoco podemos pasar por alto que la relación entre Belleza y Arte de la época
moderna no es tan obvia. “Si ciertas teorías estéticas modernas han reconocido
solo la Belleza del arte, infravalorando la Belleza de la naturaleza, en otros perio-
dos históricos ha sucedido lo contrario […] el arte tenía la obligación de hacer
bien las cosas que hacía, de modo que sirviesen a los fines a los que estaban des-
1 GOMBRICH, E.H., La Historia del Arte contada por E.H. Gombrich, Debate, Madrid, 1997, p. 15.
2 GOMBRICH, E.H., La Historia…cit., p.36.
3 VALVERDE, J.M., Breve historia y antología de la estética, Planeta De Agostini, Barcelona, 2011, p. 7.
Para continuar leyendo
Solicita tu prueba