Desigualdad y exclusión social en las sociedades tecnológicas.

AutorJosé Félix Tezanos.
Páginas35-53

La revolución tecnológica en curso nos

está situando ante el tercer gran ciclo

de transformaciones sociales que

han tenido lugar en la historia de la humanidad.

El primer ciclo fue la «revolución neolítica

» que a través de un conjunto de evoluciones

paulatinas condujo al modelo de

sociedades agrarias. El segundo fue la «revolución

industrial» que dio lugar a un curso de

cambios intensos y relativamente rápidos

que se plasmaron en un nuevo tipo de sociedades

industriales, conllevando modificaciones

en prácticamente todos los ámbitos de la

vida social.

En la perspectiva general de esta evolución

de los sistemas productivos y de los modelos

de sociedad, en nuestros días está teniendo

lugar un gran ciclo de cambios que

prefiguran una revolución tecnológica de amplio

alcance que está dando lugar también a

un nuevo paradigma de sociedad. Los principales

procesos de innovación que están teniendo

lugar son la microelectrónica y sus

desarrollos informacionales (sociedad de la

información), la microgenética, con enormes

impactos posibles en la vida de los seres humanos,

y la física cuántica y los cambios relacionados

con los nuevos materiales, las

nuevas fuentes de energía, los nuevos artilugios,

etc.

LA ACELERACIÓN DE LOS

CAMBIOS SOCIALES

El nuevo tipo de sociedad que está surgiendo

bajo el impulso de la revolución tecnológica

conlleva un haz muy diverso de modificaciones

en las formas de trabajar, de

estudiar, de enseñar, de comunicarnos, de

interactivar con los demás e, incluso de pensar.

Es decir, están cambiando nuestras formas

de estar y actuar en sociedad. Y lo importante

es que estas transformaciones se

están produciendo de una manera extraordinariamente

rápida e intensa, sin que a veces

exista una conciencia precisa del alcance y

de la aceleración de los cambios.

Para tener una verdadera medida del ritmo

de las transformaciones sociales y de la

amplitud de los planos en los que inciden habría

que ser capaces de establecer 'aunque

sólo sea mentalmente' un paréntesis temporal

de quince o veinte años y comparar los

efectos producidos en una misma sociedad

'aquella en la que nosotros vivimos' durante

ese eventual «salto teórico» en el tiempo.

Por ejemplo, una persona que hubiera permanecido

inconsciente o en shock durante

un período de tiempo similar, al «despertar»

35 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

* Catedr·tico de SociologÌa UNED. Director de la

Revista Temas para el Debate.

Desigualdad y exclusión social en

las sociedades tecnológicas

JOSÉ FÉLIX TEZANOS *

se encontraría con un tipo de sociedad muy

diferente sin necesidad de moverse de sitio.

¡Con cuántas cosas se toparía que le resultaría

difícil interpretar o entender a primera

vista!

Pero la cuestión que se suscita en el curso

actual de los cambios sociales no es únicamente

la que concierne a la intensidad y la

amplitud de las transformaciones que afectan

nuestra vida cotidiana en el trabajo, el

ocio, el hogar, etc., sino el contexto general

en el que se producen, que también es un

contexto enormemente dinámico. En pocos

años, nuestro Planeta se está viendo sometido

a un ritmo de mutaciones extraordinario.

Desde 1960 a finales del siglo XX la población

se ha multiplicado por dos, pasando de

tres mil millones de habitantes a seis mil millones.

Al mismo tiempo, la riqueza se ha

multiplicado por nueve durante la segunda

mitad del siglo XX. La impresión general,

efectivamente, es que la riqueza global está

creciendo considerablemente. Pero, sin embargo,

no existe la misma impresión en lo

que respecta a la evolución del bienestar social

de la mayoría de la población. Los índices

de evolución del PIB en los países más ricos

se presentan de manera exultante, pero

los índices de desarrollo humano que elabora

la ONU (PNUD), o los datos sobre pobreza y

carencias sociales que se recogen en los últimos

informes del Banco Mundial no permiten

llegar a las mismas conclusiones optimistas.

LA POBREZA EN LA CIVILIZACIÓN

TECNOLÓGICA

Vivimos, por lo tanto, en una coyuntura

compleja y paradójica en la que muchas veces

los diferentes datos de la situación no se

ponen en común, no se intentan casar para

elaborar un balance global de las circunstancias

en las que nos encontramos y de las

perspectivas de evolución que se dibujan.

Formamos parte de una civilización tecnológica

capaz de poner en el ciclo una estación

espacial tremendamente avanzada, una estrella

artificial que podemos contemplar con

nuestros ojos por la noche desde la placidez

de nuestras casas. Hemos logrado terminar

de desentrañar la secuencia del Genoma Humano

'el misterio de nuestra vida' antes de

los plazos previstos. Estamos dando pasos de

ciencia-ficción en ingeniería genética y en

otros campos científicos. Pero, sin embargo,

al mismo tiempo, no somos capaces de evitar

que todos los días una media de 30.000 niños

mueran a causa de insuficiencias alimenticias.

La nuestra, por lo tanto, es una civilización

que puede «lo más grande», pero no

puede 'o no quiere' resolver cuestiones aparentemente

pequeñas

y de sentido común

que están al alcance de nuestras manos, como

garantizar el derecho a la existencia de

todos, o las posibilidades de vivir en condiciones

de suficiente dignidad humana. 'Cómo

se puede explicar esta contradicción tan

grande? 'Cómo podemos sostener en estas

condiciones que nuestra civilización promueve

el progreso científico, humano y social a la

vez?

El último Informe sobre desarrollo humano

de la ONU nos acaba de recordar que «11

millones de niños menores de 5 años mueren

cada año (30.000 niños cada día) por causas

evitables», que 350 millones de niños no asisten

a la escuela, que 1.200 millones de personas

tienen que arreglárselas para vivir con

menos de un dólar al día, que «de los 4.600

millones de habitantes» de los países menos

desarrollados «más de 850 millones son analfabetos

», que la tasa de analfabetización de

adultos en Asia Meridional es del 55% y en el

África subsahariana del 60%; que en algunas

zonas del planeta 'en África y en la Europa

Oriental' se están produciendo retrocesos en

los niveles de ingresos, en las tasas de matriculación

escolar e, incluso, en la esperanza

media de vida 1.

ESTUDIOS

36 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

1 PNUD, Informe sobre Desarrollo Humano 2001,

Mundi Prensa, Madrid, 2001, p. 11 y ss.

En su conjunto, el mapa de «privaciones»

que nos presenta la ONU revela gran parte

de las contradicciones y carencias que se están

manifestando en nuestra avanzada y

próspera civilización (Vid cuadro 1).

Sin embargo, las desigualdades y las carencias

no afectan sólo al mundo subdesarrollado,

sino que también en las naciones más

prósperas se están abriendo brechas dualizadoras.

En concreto, en los países de la OCDE,

es decir, los más prósperos y ricos de este

planeta, «más de 130 millones de personas

padecen pobreza de ingresos, 34 millones se

encuentran desempleados y la tasa media de

analfabetismo funcional de adultos alcanza

el 15%» 2.

Aunque la pobreza y las carencias están

también presentes en el seno de las sociedades

más desarrolladas, lo cierto es que la

principal brecha desigualitaria es la que

marca las distancias entre un reducido grupo

de países ricos y el resto de los habitantes del

Planeta. Analistas rigurosos como Ernst Von

Weizsäcker han ejemplificado estas diferencias

de raíz, advirtiendo que si el nivel de vida

medio de un norteamericano o de un canadiense

se extendiera al resto del planeta,

la huella ecológica que requiere el mantenimiento

de sus niveles de consumo haría preciso

el tamaño de seis planetas como el nuestro.

O cuatro planetas como la Tierra para

garantizar a todos el nivel de consumo de un

europeo medio3.

Es decir, estamos ante problemas y dilemas

que sólo pueden ser entendidos de una

JOS' F'LIX TEZANOS

37 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

2 Ibid, p. 12. Vid, tambiÈn, JOS' F'LIX TEZANOS, La sociedad

dividida, Biblioteca Nueva, Madrid, 2001.

3 ERNST VONWEIZS'CKER, ´El siglo del medio ambiente

ª, Temas, nº 62, enero 2000, p·gs. 24-27. Vid, tambiÈn,

La polÌtica de la Tierra, Editorial Sistema, Madrid,

1992.

CUADRO 1. PRIVACIÓN GRAVE EN MUCHOS ASPECTOS DE LA VIDA

Fuente: Smeeding 2001b; ONUSIDA 2000a; UNESCO 2000b; Banco Mundial 2000b, 2001b, 2001c, 2001f; OMS 1997; OCDE

y Statistics Canada 2000 (Vid., PNUD, Informe sobre Desarrollo Humano 2001, Mundi-Prensa, Madrid, 2001, pág.

11).

manera correcta si «casamos» las diferentes

piezas que forman parte del conjunto de

nuestra situación actual. Y lo cierto es que,

cuando se empiezan a casar estas diferentes

piezas se constata que el nivel desmesurado

de prosperidad y de consumo de unos cuantos

'tal como hoy en día están las cosas' sólo

es posible que pueda sostenerse al precio de

mantener las carencias y las miserias de

otros. De ahí la necesidad de comprender los

problemas de nuestra civilización actual en

su verdadero alcance global. Esta es la verdadera

globalización a la que habría que

prestar atención prioritaria: la de las posibilidades

del planeta y la de las necesidades de

todos los seres humanos que lo poblamos.

'Qué ocurrirá dentro de medio siglo si

continua el actual ritmo de crecimiento de la

población del planeta y si se mantienen las

actuales estructuras y parámetros de desigualdad?

'Podremos disponer sin límites de

bienes y recursos para todos, o estos tenderán

a ser «repartidos» de manera cada vez

más desigual en función de las posibilidades

de disposición general? 'Serán habitables en

un futuro no lejano las sociedades «divididas

» que se están perfilando? 'Qué tensiones

se generarán en nuestro planeta debido a las

actuales estructuras desigualitarias?

El riesgo de avanzar hacia un tipo de «sociedades

divididas» afecta, pues, a más componentes

de nuestro futuro de los que a primera

vista pudiera parecer. De momento los

datos fehacientes disponibles y las variables

políticas de las que se tiene constancia revelan

que estamos inmersos ante un proceso de

cambio que presenta dos caras: una de carácter

sociológico y otra de carácter político:

' En términos sociológicos, los hechos

constatables revelan que estamos ante

un cambio del modelo social y que está

perfilándose un nuevo tipo de sociedades

tecnológicas avanzadas que ya no

responden a los mismos parámetros

que las sociedades industriales clásicas.

' A su vez, en término socio-políticos,

hay que ser conscientes de que el nuevo

paradigma de sociedad emergente

se está viendo afectado de manera importante

por un cambio en el modelo

de bienestar social.

Esta conjunción de factores sociológicos y

políticos están abriendo una deriva desigualitaria

que tiende a reactualizar la atención a

la «cuestión social» en la Sociología, en esta

ocasión teñida por el influjo de múltiples manifestaciones

específicas de «malestar social

».

TENDENCIAS DE REGRESIÓN

SOCIAL

Las principales tendencias que traducen y

enmarcan esta situación son básicamente

cuatro: dos de ellas se relacionan con el contexto

político y las otras dos hacen referencia

a parámetros más concretos de la evolución

social, tanto desde el punto de vista de la objetividad

social, como desde las percepciones

subjetivas.

La primera tendencia que se está registrando

en la mayor parte de los países desarrollados

es la regresión en las políticas de

protección social. De manera específica en

los países de la Unión Europea desde el año

1993 se está reduciendo la proporción del

PIB destinado a gastos de protección social,

habiendo pasado del 29,1% del PIB en la media

de la UE en 1993 a un 28,4% en 1997

(Vid gráfico 1). Las disminuciones han sido

mayores no siempre en los países donde los

niveles de gastos sociales más altos pudieran

hacer factible un mayor grado de ajuste o

economización de gastos, sino en algunos de

los países donde eran menores, como Irlanda,

donde se ha pasado del 21% al 17,8% del

PIB, o en España, donde se ha bajado del

24% al 21,4% en 1997 4.

ESTUDIOS

38 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

4 Eurostat, Yearbook 2001, Bruselas, 2001, p. 234.

En España, en concreto el gasto social se

sitúa actualmente en un 20,2% del PIB, es

decir un 20% menos que en 1993. Esta cifra

resulta aún más significativa, si tenemos en

cuenta que la media de gasto social en Europa

a finales del siglo XX era de un 28% del

PIB (8 puntos más en promedio que en España).

Estas diferencias dan lugar a que en España

la proporción de empleados en servicios

de bienestar sea sólo de un 5,6% de la población

activa, en comparación con un 10% de la

media europea, al tiempo que los gastos en

pensiones representan un 8,7% del PIB, respecto

a un 11% en la media de la UE, y los

gastos en sanidad sólo son un 5,8%, respecto

a un 7,3% en la UE 5.

En términos comparativos internacionales

las regresiones sociales experimentadas

en España han dado lugar a que se haya descendido

desde el puesto número 9 en el ranking

del índice de desarrollo humano de la

ONU en 1995, al puesto número 21 en el Informe

del año 2001, y de una puntuación del

0,939 en dicho índice a mediados de los 90 a

un 0,908 a finales de siglo. Estos retrocesos

se deben de manera especial a la menor inversión

en gastos de salud en dicho período

(se ha bajado del 6,5% del PIB al 5,6%), así

como a los retrocesos relativos experimentados

en gastos públicos en Educación (del

5,6% al 5% del PIB) 6 (Vid gráfico 2).

Un aspecto significativo de las tendencias

de regresión social es el que tiene que ver con

las ayudas internacionales al desarrollo. En

este sentido las ayudas aportadas por el Comité

de Asistencia para el Desarrollo (CAD)

de la OCDE han retrocedido desde unas

magnitudes que representaban en 1990 el

0,34% del PNB de los países miembros a un

0,24% a finales de siglo, se situaban bastante

lejos del modesto objetivo del 0,7% (y alejándose).

Esta tendencia general, como puede entenderse,

implica un riesgo de fragilización

JOS' F'LIX TEZANOS

39 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

5 Vid, VICEN« NAVARRO, ´El Estado de Bienestar en

EspaÒaª, Temas para el Debate, nº 81-82, agosto-septiembre

2001, Dossier nº 1, pp. II y ss.

GRÁFICO 1. GASTO EUROPEO EN PROTECCIÓN SOCIAL EN PORCENTAJE DEL PIB

Fuente: Eurostat. ESSPROS (1996 Manual ESSPROS) y Yearbook 2001, Bruselas, 2001, pág. 234.

6 PNUD, Informe sobre Desarrollo Humano, varios

aÒos, op.cit.

de las estructuras de Seguridad Social, especialmente

en los países en las políticas de

bienestar se encuentran menos desarrolladas,

junto a un debilitamiento de los flujos de

solidaridad internacional con los países que

más lo necesitan.

La segunda tendencia-marco es la que se

refiere a la presión política organizada que se

está ejerciendo en el mundo para promover

una mayor regresión en las políticas sociales.

Esta presión se hace notar básicamente desde

tres perspectivas: en primer lugar a partir del

predominio de las concepciones neoliberales y

de los planteamientos propios de la «nueva

economía», cuya influencia se ha extendido

incluso a sectores socialdemócratas, y que supone

una afirmación de criterios extremos de

individualismo insolidario y de búsqueda del

lucro y la codicia. La prevalencia de estos enfoques

está conduciendo a una nueva experiencia

de lo social que se traduce, como luego

veremos, en un aumento notable de los procesos

de desigualdad y de exclusión social. En

segundo lugar, opera también a favor de esta

tendencia regresiva la influencia que se ejerce

a través de determinados organismos internacionales,

como el Banco Mundial, el Fondo

Monetario Internacional, la OCDE, etc., que

actúan como una especie de «intelectuales orgánicos

» de la nueva situación, haciéndose

portavoces explícitos de los sectores políticos

más proclives a las políticas de recortes sociales.

La recomendación que hizo la OCDE a

principios del verano de 2001 para evitar los

derroches de gastos de pensiones en España

es un buen ejemplo, quizás un poco pintoresco

por lo extremo, pero muy expresivo, de este

proceder que generalmente causa una mezcla

de estupor y perplejidad en la opinión pública,

sobre todo entre los ancianos que cobran pensiones

públicas raquíticas, como se pudo comprobar

en las encuestas que con dicha ocasión

realizaron algunos medios de comunicación

social en España. En tercer lugar, también es

un factor explicativo de estas inflexiones la

práctica inexistencia 'hasta el presente' de

una resistencia política organizada suficientemente

firme y fuerte y doctrinalmente fundamentada

que pueda oponer eficazmente a dichas

regresiones sociales.

Estas dos tendencias políticas forman

parte de un contexto general que, lógicamente,

presenta más matices que los que aquí podemos

indicar, y que en su conjunto respon-

ESTUDIOS

40 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

GRÁFICO 2. EVOLUCIÓN DE LA POSICIÓN DE ESPAÑA EN EL ÍNDICE DE

DESARROLLO HUMANO DE LA ONU

Fuente: PNUD, Informes sobre Desarrollo Humano, ONU, varios años.

de a un orden general en el que cada vez se

está globalizando en mayor grado la economía,

y también la pobreza, pero en el que no

se está globalizando la manera de resolver

los problemas sociales. Lo cual está haciendo

patente una crisis importante de la Política y

su subordinación total, no tanto a la lógica de

la Economía 'lo cual no sería tampoco correcto

' como a la lógica del poder económico'

lo cual está resultando claramente erosivo

para el bien común.

Las regresiones sociales que han tenido

lugar y las perspectivas que se pueden augurar

de mayores regresiones a corto plazo, podrían

ser interpretadas, en principio y de

manera descontextualizada, como un eventual

indicador de que ya se habría alcanzando

una situación de bienestar social razonable

para una amplia mayoría de la población,

que, por lo tanto, ya no necesitaría con tanta

premura de las políticas asistenciales públicas.

Posiblemente, en un modelo de sociedad

justa, bien integrada y articulada de acuerdo

a criterios de equidad y reciprocidad, las necesidades

de intervención compensatoria y

de apoyo social de los poderes públicos podrían

quedar reducidas a unos márgenes pequeños.

Es decir, una sociedad socialmente

justa 'si ello es posible a priori' requeriría

pocas políticas sociales y podría permitir reducir

los gastos dedicados a este fin. Pero,

'es este el caso que nos ocupa? 'Qué indican

los hechos sociales concretos? Lo que indican

los hechos resulta bastante explícito y se relaciona

con las otras dos tendencias básicas a

las que hice referencia al principio.

LAS DEMANDAS Y LAS

NECESIDADES SOCIALES

La tercera tendencia en la que nos debemos

fijar, por lo tanto, es la que se refiere a

la propia sensibilidad social de la población.

En este sentido los datos procedentes de la

investigación sobre Tendencias Sociales de

Nuestro Tiempo que venimos realizando un

amplio grupo de profesores desde 1995, demuestran

que existe una acusada sensibilidad

de la opinión pública por las cuestiones

sociales. En concreto, cuando a los ciudadanos

se les pregunta cuáles serán los principales

problemas de una sociedad como la espa-

JOS' F'LIX TEZANOS

41 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

Fuente: GETS, Encuestas Tendencias Sociales, varios años.

GRÁFICO 3. EVOLUCIÓN DE LA PERCEPCIÓN SOBRE LOS GRANDES

PROBLEMAS DE ESPAÑA

ñola dentro de diez años, las cuestiones que

se mencionan más destacadamente son el

desempleo, las desigualdades y las carencias

y otros asuntos que también tienen una indudable

raíz social, como los problemas de

las drogas y de la violencia y la delincuencia,

refiriéndose a gran distancia los problemas

económicos y políticos (Vid gráfico 3).

Igualmente cuando se pregunta por los

problemas del mundo en el escenario de una

década, los problemas sociales, las desigualdades,

el hambre, etc. aparecen subrayados

aún de manera más destacada (Vid gráfico 4),

revelando que la matriz de preocupaciones

sobre el futuro que la mayoría de la gente

tiene en mente presenta un claro matiz social.

La preocupación general de la población

por las cuestiones sociales y el carácter recurrente

con que se hace mención prioritaria a

determinados problemas, como el paro, revelan

que para muchas personas las cosas no

van tan bien como machaconamente se repite

y como se pretende que «parezca» mediante

el manejo simplificado de algunos indicadores

economicistas que no reflejan todos los

matices, ni la verdadera complejidad de la

evolución social concreta.

Una vez llegados a este punto, y poniendo

en relación las tres tendencias básicas a las

que hasta ahora nos hemos referido, la primera

conclusión a la que se puede llegar es

que existe una contradicción importante entre

el plano de las decisiones políticas y el de

la subjetividad social. O si queremos plantearlo

en otros términos, lo que habría que

preguntar, a partir de estos datos es: 'están

situadas en la agenda política las preocupaciones

de la población en el mismo nivel de

prioridad en que lo sitúan la mayoría de los

ciudadanos?, 'evolucionan las tendencias

políticas en la misma dirección, y con la misma

intensidad, que las percepciones de la

mayoría de la opinión pública? Para cualquier

analista objetivo, yo creo que las respuestas

a estas preguntas son evidentemente

negativas. Lo cual nos lleva a formular

una pregunta aun más peliaguda: 'por qué

ocurre esto así? Y, como corolario, 'cuáles

pueden ser los efectos de esta contradicción

de base?

ESTUDIOS

42 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

GRÁFICO 4. PRINCIPALES PROBLEMAS DEL MUNDO DENTRO DE 10 AÑOS (%)

Fuente: GETS, Encuestas Tendencias Sociales, 2000.

Algunos analistas bienintencionados aún

podrían responder a estas preguntas intentando

explicar tales contradicciones en términos

de un eventual desfase existente entre

los planos de la objetividad y de la subjetividad

social. Es decir, podría argüirse que las

percepciones de la mayoría de los ciudadanos

son erróneas y están desenfocadas y que los

hechos objetivos contradicen sus apreciaciones

debido a que las necesidades sociales no

aumentan, sino que disminuyen. 'Se podría

sostener con algún fundamento esta interpretación?

Un conjunto muy amplio de hechos

parecen indicar que tal interpretación

no es plausible ni de lejos. Lo cual lleva directamente

a la última tendencia a la que me

quería referir aquí.

EL AUMENTO DE LAS

DESIGUALDADES SOCIALES

La cuarta tendencia general muestra que

estamos asistiendo a un aumento de las necesidades

sociales, como consecuencia de

procesos sociales que están afectando a la

propia evolución de nuestra organización societaria.

Los procesos sociales que enmarcan

esta evolución y que explican el curso desigualitario

y precarizador en el que nos encontramos

inmersos han sido objeto de varios

análisis concretos y se encuentran

avalados por los datos de un buen número de

informes recientes de la ONU (PNUD,

UNESCO, etc.), de la OIT, de la OCDE y hasta

del Banco Mundial. A todo ello me he referido

con cierto detalle, en un marco de explicación

sociológico más amplio, en mi trilogía

sobre la «desigualdad, el trabajo y la democracia

», sobre todo en los dos primeros libros

(La sociedad dividida y El trabajo perdido,

Biblioteca Nueva, Madrid, 2001).

Aunque aquí no es posible entrar en mayores

detalles sobre estas cuestiones, en

cualquier caso hay que tener presente que la

actual deriva desigualitaria, con todas sus

implicaciones sociales y políticas, no obedece

a una inflexión coyuntural y más o menos casual

de la evolución social, sino que tiene su

origen en las propias caracterizaciones estructurales

del modelo de sociedad que se está

prefigurando en el curso de la revolución

tecnológica y bajo el influjo de ciertos factores

de contexto a los que luego me referiré.

Pero lo que aquí me interesa subrayar, de

entrada, es que estamos evolucionando, por

causas estructurales, hacia un tipo de sociedades

que presentan mayores componentes

de dualización social, como he demostrado en

La sociedad dividida y en El trabajo perdido.

De cara al hilo del análisis que aquí estamos

realizando los principales datos que evidencian

que estamos inmersos en una dinámica

desigualitaria que amplía y acentúa las

necesidades sociales son los siguientes:

En primer lugar estamos asistiendo a un

crecimiento de las desigualdades en el conjunto

del planeta. Las diferencias entre los

países más ricos y más pobres tienden a

acentuarse (Vid gráfico 5), al tiempo que

también aumentan las diferencias de rentas

entre los ciudadanos de los países desarrollados.

En segundo lugar, en paralelo a lo anterior

y como corolario de ello, el poder y la riqueza

está tendiendo a concentrarse en pocas

manos. En pocos años los datos de la

ONU han pasado de hablar de cerca de 400

millonarios que concentraban tanta riqueza

prácticamente como la mitad de la población

mundial a una cifra de sólo 200, algunos de

ellos vinculados por relaciones familiares entre

sí: con casos extremos como los de los tres

grandes multimillonarios cuya fortuna personal

es superior al Producto Interior Bruto

conjunto de los 48 países menos desarrollados

de este planeta en los que viven 600 millones

de personas. Un caso singular es el de

Bill Gates, cuya fortuna se calcula en 12 ó 14

billones de pesetas, es decir más que el PIB

de un país como Irlanda. Si Bill Gates decidiera

no trabajar nunca más y retirar su dinero

de la Bolsa y no ingresar ni un dólar

JOS' F'LIX TEZANOS

43 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

adicional en lo que le queda de vida, y en el

supuesto de que tuviera una edad media de

vida de 85 años, para disponer de su fortuna

tendría que ser capaz de gastar mil millones

de pesetas diarias. 'Somos capaces de imaginar

la desmesura que esto significa, mientras

millones de seres humanos carecen de lo

más imprescindible para poder sobrevivir?

Pero la concentración de riqueza no se

produce sólo en términos dinerarios, sino que

tiene una proyección institucional y económica

mucho mayor. Así, en la nueva economía

globalizada están floreciendo grandes empresas

multinacionales que refuerzan las

tendencias de concentración de poder y de riqueza

en pocas manos. No me refiero sólo al

grado de control que las grandes empresas

multinacionales tienen sobre cuotas sustantivas

del mercado mundial, a veces superiores

al 50%, sino al hecho, por ejemplo, de que

las 200 grandes empresas multinacionales

están controladas por un grupo de apenas

150 personas que se concentran en cinco de

los países más prósperos (Estados Unidos,

Japón, Alemania, Canadá y Reino Unido).

Estas empresas mueven unos recursos superiores

al PIB conjunto de los 150 países que

no forman parte de la OCDE. Es decir, se

trata de mega-corporaciones controladas por

muy pocas personas que en ocasiones tienen

mayor poder económico 'y muchas veces

también político' que los propios Estados nacionales:

que además se ven constreñidos por

limitaciones, desregulaciones y pérdidas de

competencia y de ámbitos efectivos de incidencia,

como consecuencia de los procesos de

globalización 7.

En tercer lugar, estamos asistiendo también

a un aumento de las situaciones de ca-

ESTUDIOS

44 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

7 Vid, en este sentido, el tercer libro de la ya indicada

trilogÌa sobre ´la desigualdad, el trabajo y la democracia

ª: JOS' F'LIX TEZANOS, La democracia incompleta.

El futuro de la democracia postliberal (en prensa).

GRÁFICO 5. EVOLUCIÓN DE LAS DIFERENCIAS MUNDIALES DE INGRESOS

ENTRE EL 20% DE LA POBLACIÓN QUE VIVE EN LOS PÁISES MÁS RICOS

Y EL 20% QUE VIVE EN LOS PAÍSES MÁS POBRES

Fuente: ONU, Informes sobre Desarrollo Humano, varios años (Vid., por ejemplo, Informe 1999, pág. 36-37)..

rencia y de necesidad prácticamente en todo

el mundo, como ya hemos subrayado (Vid

cuadro 1). Uno de los datos más expresivos

de esta evolución es la cifra de 1.200 millones

de seres humanos que tienen que vivir con

sólo un dólar al día, o 2.400 que deben hacerlo

con el equivalente de sólo dos dólares. El

fenómeno trágico de las hambrunas que se

llevan por delante millones de vidas, mientras

muchas personas viven obsesionadas

por el colesterol 'por el exceso de alimentación

' en el mundo desarrollado marca uno de

los límites extremos de una forma incomprensible

de organizar la vida en este planeta.

En cuarto lugar, hay que ser conscientes

de que, aunque en términos generales el desarrollo

económico está aliviando las situaciones

de partida en algunos países, hay zonas

muy extensas en las que se están experimentando

regresiones sociales, especialmente en

África, y en algunas partes de Asia y del Este

de Europa. En África por ejemplo está disminuyendo

la tasa de escolarización de los

niños, los niveles de nutrición y las esperanzas

media de vida. En concreto, según refieren

los informes de la ONU, hay 18 países

que se encuentran inmersos en un proceso de

regresión social que se llega a traducir en

una disminución de las edades medias de vida.

Finalmente, un quinto aspecto de la involución

social al que quería referirme aquí es

el aumento del paro y de la precarización laboral.

Según los datos de la OIT a finales del

año 2000 la cifra total de parados y subempleados

en el mundo ascendía a más de mil

millones de personas, es decir un tercio de la

población activa mundial. En concreto, la cifra

de parados era de 160 millones de personas,

de ellos muchos son jóvenes (460 millones

entre parados y subempleados) y 50

millones viven en los países desarrollados

(incluida Europa del Este y Central). Además

500 millones de trabajadores tienen que

vivir con menos de un dólar diario y muchos

otros carecen de trabajo estable y de una mínima

seguridad 8.

La situación que se vive en el trabajo en

los países más desarrollados, especialmente

por los jóvenes, las mujeres, las minorías y

los inmigrantes, es uno de los rasgos que

mejor caracterizan la evolución que se está

produciendo en los sistemas de organización

social y los efectos exclusógenos y precarizadores

a que da lugar.

La creciente robotización industrial y la

automatización de tareas en los servicios,

junto al desarrollo de nuevas formas de organización

flexible y descentralizada del trabajo

en redes, está dando lugar a mutaciones

sustantivas del trabajo, con un aumento de

procesos de flexibilización, movilidad, precarización,

vulnerabilidad, desregulación, etc.

Los nuevos sistemas de organización del

trabajo están dando lugar a un conjunto de

tendencias laborales de indudable alcance

social y cultural, que he analizado con algún

detalle en El trabajo perdido y de las que

aquí me gustaría destacar cuatro. En primer

lugar, está produciéndose una segmentación

ocupacional que obedece a que los modelos

de producción económica emergentes requieren

para su funcionamiento de dos tipos de

trabajos muy diferentes entre sí; por un lado,

una minoría de ejecutivos, expertos y técnicos

de alto nivel que organizan, diseñan, programan,

etc., y que son muy necesarios para

el sistema 'lo que algunos analistas como

Robert Reich han calificado como los «analistas

simbólicos» 9' y, por otra parte, una masa

de asalariados indiferenciados, intercambiables,

descualificados

, «devaluados» y «prescindibles

» que realizan tareas menos «importantes

» para la funcionalidad del sistema

como tal 'lo que otros analistas como Ma-

JOS' F'LIX TEZANOS

45 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

8 OIT, World Employment Report 2001. Life and

work in the Informational Economic, Ginebra, 2001.

9 ROBERT REICH, El trabajo de las naciones, Vergara,

Madrid, 1993; ediciÛn en inglÈs de 1991.

nuel Castells han calificado como la «mano

de obra genérica»' 10. Lo importante sociológicamente

es que la polarización entre estos

dos sectores ocupacionales está conduciendo

a una notable dualización de ingresos, oportunidades

vitales, estilos de vida, etc., hasta

el punto que la estratificación por el trabajo

(también como «carencia») está convirtiéndose

en uno de los principales factores de estratificación

social.

En segundo lugar, está teniendo lugar un

aumento muy significativo del paro estructural

que se conecta con lo anterior y que tiene

su manifestación más extrema en la sustitución

del trabajo de hombres por robots industriales

y por sistemas automáticos de trabajo.

En tercer lugar, las nuevas coordenadas

de la producción en una economía crecientemente

mundializada están generando también

un deterioro de las condiciones de trabajo

y un aumento de la precarización laboral,

debido entre otras cosas a la pérdida de monopolio

de la fuerza de trabajo por parte de la

población asalariada (con ejemplos incluso

de fábricas altamente robotizadas prácticamente

sin obreros), a la dinámica desreguladora

y a los fenómenos de deslocalización

empresarial, que han acabado mermando el

poder de presión y negociación de los sindicatos

y las mismas posibilidades prácticas de

actuación compensadora de las organizaciones

representativas de los trabajadores. La

situación a la que se ha llegado como consecuencia

de esta evolución sociolaboral ha dado

lugar a un aumento significativo de los

contratos laborales precarios, inestables y/o

de baja calidad, especialmente entre los jóvenes

y las mujeres, de forma que en muchos

países la proporción de personas que se encuentran

en paro, que tienen empleos temporales,

a media jornada o en condiciones de

bajo salario

representan la mayoría del

conjunto de la población activa (Vid tabla 1).

Es decir, lo «anómalo» está tendiendo a convertirse

en lo habitual, en lo predominante,

con todos los efectos sociales y humanos que

de ello se derivan, sobre todo para las nuevas

generaciones.

Finalmente, y en relación con todo lo anterior,

esta dinámica implica un surgimiento

de nuevas facetas de asimetría y un reforzamiento

de los componentes desigualitarios

en las estructuras sociales, que se añaden a

las propias potencialidades dualizadoras implícitas

en algunos aspectos de la lógica de la

revolución tecnológica. Lo cual ha permitido

hablar de «tecnopobres», de «infra-desarrollados

tecnológicos», de «analfabetos tecnológicos

», e incluso ha dado lugar a que se formulen

hipótesis sorprendentes, como las de

Silver, sobre la posibilidad de que los sectores

más ricos de la sociedad utilicen los avances

de la ingeniería genética para enriquecer

articifialmente los componentes genéticos de

sus descendientes. Lo que, en opinión de Silver,

podría dar lugar a una «genocracia» o a

unas «geno-clases», en las que las desigualdades

se pudieran acabar traduciendo en el

substrato físico de las personas 11.

Las resistencias de algunos analistas a

entender

y «reconocer» estas tendencias de

evolución socio-laboral está dando lugar a fenómenos

sorprendentes de manipulación y

distorsión estadística, uno de cuyos ejemplos

es el cambio de los métodos muestrales y de

la redacción de las preguntas de la Encuesta

de Población Activa en España, con la finalidad

de «lograr» una reducción significativa

del número «oficial» de parados; como así ha

sido efectivamente. Lo que resultaba dudoso

es que esta manera de fabricar «artificialmente

éxitos» estadísticos pueda producir a

medio plazo una distorsión estable en la conciencia

social de los ciudadanos. El hecho de

que la gran mayoría de la población piense

que el paro continúa siendo el problema

ESTUDIOS

46 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

11 LEE M. SILVER, Vuelta al EdÈn, Taurus, Madrid,

1998; ediciÛn en inglÈs de 1997.

10 MANUEL CASTELLS, La sociedad red. La era de la informaciÛn.

Vol 1, Alianza Editorial, Madrid, 1997. Vid,

por ejemplo, pp. 293 y ss.

principal revela que los hechos concretos, inmediatos

y vividos por muchas personas en

forma de desempleo, precarización o inestabilidad

laboral, pesan más en la conciencia

colectiva que las operaciones de maquillaje

estadístico ideadas por algunos «analistasavestruces

».

El resultado general de todos los procesos

que aquí estamos analizando es un aumento

de las situaciones de vulnerabilidad y de «exclusión

social». Nuestras sociedades en muchos

aspectos están recreando viejas condiciones

de dualidad social y están dando lugar

a un modelo de doble ciudadanía, en el que

se perfila diferenciadamente la posición, por

un lado, de quienes están razonablemente

integrados en la sociedad y tienen vivienda,

relaciones familiares y sociales estables y

gratificantes y cuentan con ingresos regula-

JOS' F'LIX TEZANOS

47 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

(1) Cifras de 1997.

(2) Los datos se refieren a trabajadores a tiempo completo, con salarios inferiores a dos tercios de las garantías medias del

grupo. Año de referencia 1994 (panel de hogares 1994).

Fuentes: Ministerio de Trabajo, Anuarios de Estadísticas Laborales y Asuntos Sociales 1997 y 1998, op.cit.; OCDE, Perspectivas

del Empleo 1998, Madrid, 1998, p. 135; y OIT, Anuarios de Estadísticas del Trabajo, varios años. Elaboración propia.

res y/o trabajo estable y razonablemente remunerado

que permite mantener un nivel de

existencia digno y una perspectiva vital satisfactoria.

Y, por otra parte, están todos

aquellos que son «prescindibles» o «intercambiables

», que no tienen un trabajo digno, seguro,

bien remunerado y con perspectivas de

futuro y deben «aceptar» lo que encuentran,

trabajando a salto de mata, aceptando los

sueldos que les dan y las condiciones precarias

e inestables que les ofrecen, pasando

largos períodos sin empleo, viviendo de sus

padres, de la beneficencia, o de las prestaciones

sociales. Y en el peor de los casos deslizándose

por la pendiente de la «vulnerabilidad

social», con riesgo de quiebra de los lazos

sociales y de las oportunidades de integración

en «su» sociedad, que les trata como si

fueran «invitados advenedizos» y extraños o

realquilados forzosos

, a los que no se considera

en igualdad de condiciones que a otros

ciudadanos.

De alguna manera, lo que está ocurriendo

obliga a considerar a nuestras sociedades no

como conjuntos integrados, sino como un modelo

de círculos concéntricos, en el que el máximo

nivel de integración y de pertenencia

sólo es alcanzable por los ciudadanos plenos

que se sitúan en el núcleo o esfera central de

la sociedad, mientras que en las zonas periféricas

se conforman distintos grados de pertenencia

y de oportunidades sociales y vitales

hasta llegar, en una serie de círculos o estratos,

a aquellos que quedan arrojados en las

fronteras exteriores del sistema, donde quedan

desdibujadas las condiciones de ciudadanía

y no se reconocen prácticamente muchas

de las conquistas de la modernidad (Vid gráfico

6).

El continuo inclusión-exclusión viene delimitado,

de esta manera, por un conjunto de

variables de carácter laboral, familiar, social,

habitacional y, en su caso, asistencial o reintegrador,

que dan lugar a que en nuestras sociedades,

junto a las zonas negras de la exclusión

social, se estén perfilando espacios grises

donde se hace presente la vulnerabilidad social,

hacia la que se deslizan millones de personas,

con el riesgo consiguiente de que, si no

se hace nada para remediarlo, mucha gente

ESTUDIOS

48 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

GRÁFICO 6. DIFERENTES ZONAS DE INTEGRACIÓN Y EXCLUSIÓN EN LAS

SOCIEDADES ACTUALES

puede ir deslizándose progresivamente desde

la vulnerabilidad hacia la exclusión social,

con todos los riesgos de surgimiento de enconamientos,

y de fracturas sociales que de ello

se pueden derivar (Vid gráfico 7).

Las investigaciones sobre exclusión social

que realizamos en 1998-99 en el marco del

estudio sobre Tendencias Sociales de Nuestro

Tiempo reveló que la población española y

los expertos en estas materias están muy

preocupados por las perspectivas de intensificación

de la exclusión social. La mayoría

piensan que la exclusión es un problema grave

y que tiende a aumentar y a empeorar

(Vid gráfico 8).

JOS' F'LIX TEZANOS

49 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

GRÁFICO 7. LOS RIESGOS DE LA EXCLUSIÓN SOCIAL

GRÁFICO 8. PERCEPCIONES GENERALES SOBRE LA EXCLUSIÓN SOCIAL

(Porcentajes)

Fuente: ONU, Comission of the European Communities. Observatory of national policies to combat social exclusion. Third

Annual Report, Bruselas, 1994, pág. 51. Versión adaptada incluyendo las dos últimas columnas (vivienda y relaciones sociales).

Fuente: GETS, Encuesta sobre Exclusión Social, 1998 y Estudio Delphi sobre exclusión social 1998.

Pero, posiblemente, lo más significativo

que reveló nuestro investigación fue que la

identificación de los riesgos personales de exclusión

nos sitúa ante una magnitud en torno

a un 20% de la población que manifiesta

miedo a verse afectado personalmente por la

exclusión social (Vid gráfico 9). Lo cual, como

venimos subrayando, implica una alta conciencia

de riesgos de verse arrojado hacia los

límites exteriores del sistema social, en una

forma que pone en cuestión muchos de los

supuestos y los valores en los que hasta ahora

se habían venido asentando nuestras sociedades.

Este es en el fondo el gran problema

de la exclusión social y de la crisis del

trabajo, con todos los efectos que lo acompañan:

la impugnación del modelo, y de la misma

idea, de una sociedad razonablemente

armónica de seres humanos iguales en oportunidades,

modos de existencia y trayectorias

vitales.

La nueva lógica del poder, el deterioro de

las condiciones de vida y de trabajo de muchas

personas, el aumento de las desigualdades

y de los riesgos de exclusión, la pérdida

de horizontes 'y esperanzas' de futuro de

muchos jóvenes, el deterioro de las formas de

convivencia, la crisis de los valores de la solidaridad,

de la reciprocidad y el altruismo y

hasta la misma difuminación de la idea del

bien común, están conduciendo a una deriva

social en la que se hecha en falta la presencia

de elementos que tiendan a la búsqueda de

nuevos equilibrios, ajustes y compensaciones

sociales. El nuevo tipo de sociedades que se

están desarrollando, muestra que hay demasiados

engranajes que giran fuera de control,

que hay muchas frustraciones, carencias y

pesimismos que acabarán estallando por algún

lado y, a su vez, que algunos de los instrumentos

políticos heredados del pasado se

muestran desfasados o incapaces de equilibrar

los procesos sociales en curso.

ESTUDIOS

50 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

GRÁFICO 9. PERCEPCIÓN DE LOS RIESGOS DE QUEDAR EN UNA SITUACIÓN

DE EXCLUSIÓN SOCIAL. AHORA Y DENTRO DE DIEZ AÑOS

Fuente: GETS, Encuesta sobre exclusión social, op. cit..

Y, por encima de todo, se hace palpable la

ausencia

de sistemas de valores y creencias

suficientemente arraigados y creíbles,

que puedan servir como acicate y como guía

de orientación para emprender el camino de

la recuperación de los equilibrios sociales y

de la reconstrucción de unos componentes

mínimos de equidad y armonía social. La metáfora

de Giddens sobre «un mundo desbocado

», en el que nadie sabe muy bien a dónde

vamos, ni quién lleva las riendas de la evolución

social, responde a un estado de ánimo y

a unas percepciones colectivas bastante difundidas,

tal como evidencian muchas de las

investigaciones concretas realizadas en el

marco del Programa de estudio sobre Tendencias

Sociales de Nuestro Tiempo, al que

antes me he referido 12.

Probablemente no tardarán en producirse

reacciones sociales contundentes contra el

estado de cosas hacia el que evolucionamos.

Algunas ya han empezado a producirse en

una forma que está dejando perplejos a muchos

ciudadanos y notablemente desorientados

a determinados núcleos de poder. Pero es

muy posible que lo que hasta ahora hemos

visto sea sólo un pálido anticipo de lo que está

por venir.

La acentuación de los climas de protesta,

de violencia, de delincuencia, de apatía y distanciamiento

político, vendrá a superponerse

a los procesos de deterioro interno del actual

sistema económico, debido a todos los problemas

funcionales que están señalando los

analistas. No me refiero sólo a los riesgos de

estallido de la burbuja financiera, de recesión,

de congestión de la capacidad de consumo

debido a las propias regresiones sociales,

de esteoporosis cívica, o de entropía del sistema,

sino también a la propia erosión de fondo

que implica la lógica de un modelo que sólo

es capaz de alentar un patrón de actuación

en el que las unidades de actuación económica

(empresas) únicamente «miran por sí mismas

». Como recordaba un conocido analista,

operar y multiplicarse sólo para su propio fin

es la filosofía de la célula cancerígena 13.

En las comunidades primitivas de las que

tenemos rastros arqueológicos se han encontrado

fósiles que demuestran que nuestros

antepasados tuvieron fracturas óseas graves

que requirieron cuidados permanentes del

grupo durante mucho tiempo, lo cual implicaba

riesgos y limitaciones de permanecer

mucho tiempo en el mismo lugar, o de trasladarse

con mayor lentitud o dificultad. Pero lo

importante es que en aquellos grupos primitivos

de cazadores-recolectores, en los que la

humanidad hunde sus raíces, no se dejaba

abandonados a los congéneres cuando caían

heridos o necesitaban la solidaridad del grupo.

Y esto muchas veces no es lo que ocurre

en las sociedades de nuestros días. Algunos

quedan abandonados en la cuneta mientras

otros viven en la mayor opulencia que se

pueda imaginar.

Pero no se trata sólo del ejemplo de algunos

arqueológicos aislados, sino que las propias

prácticas de cuidado de los ancianos y

los niños, del respeto a los muertos, de los

primitivos enterramientos rituales, o el propio

sentido de la maternidad en nuestra especie,

como un caso paradigmático de generosidad

y altruismo consciente y querido, que

JOS' F'LIX TEZANOS

51 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

12 ANTHOY GIDDENS, Un mundo desbocado, Taurus,

Madrid, 2000; ediciÛn inglesa de 1999. Sobre la investigaciÛn

de Tendencias Sociales, puede verse en especial,

JOS' F'LIX TEZANOS, JOS' MANUEL MONTERO, JOS' ANTONIO

DÕAZ (eds.), Tendencias de futuro en la sociedad

espaÒola. Primer foro sobre tendencias sociales, Editorial

Sistema, Madrid, 1997; JOS' F'LIX TEZANOS, ROSARIO

S¡NCHEZ MORALES (eds.), TecnologÌa y sociedad en el

nuevo siglo. Segundo foro sobre Tendencias sociales,

Editorial Sistema, Madrid, 1998; JOS' F'LIX TEZANOS

(ed.), Tendencias en desigualdad y exclusiÛn social. Tercer

foro sobre tendencias sociales, Editorial Sistema,

Madrid, 1999; JOS' F'LIX TEZANOS (ed.), Escenarios del

nuevo siglo. Cuarto foro sobre tendencias sociales, Editorial

Sistema, Madrid, 2000.

13 RICHARD M. COHEN, ´The corporate take over of

newsª, en Eric Barknouw et al, Conglomerates and the

Media, The New Press, New York, 1997, p. 59.

implica dar algo de sí a otro ser y volcarse en

su cuidado durante mucho tiempo, todo eso

significa, en suma, una cultura de la solidaridad

y del apoyo mutuo que se encuentra en

las antípodas de algunas de las tendencias

que están teniendo lugar en las sociedades

de nuestro tiempo.

Por ello, no es aventurado afirmar que las

tensiones en torno a la igualdad y el trabajo

van a ser elementos centrales del debate social

y político de los próximos lustros. La insolidaridad,

la exclusión y la dualización social

extrema no es, sin duda, el mejor espejo

de la humanidad en el que a muchas personas

nos gustaría vernos reflejadas. Para muchos

de nosotros una de las dimensiones fundamentales

del progreso de la civilización es

la que tiene que ver con la capacidad para el

altruismo y la reciprocidad. Por eso el debate

sobre estas cuestiones irá adquiriendo una

dimensión cada vez más global, orientada a

buscar las políticas efectivas de las necesidades

humanas y sociales objetivas. Esa es precisamente

la resultante que se desprende de

la segunda gran contradicción implícita en

las cuatro tendencias generales que enuncié

al principio de este texto: hacer las políticas

sociales que se derivan de las «demandas» y

las «percepciones» ciudadanas y de las propias

necesidades objetivas, en atención a las

dos últimas tendencias, y en contradicción

con las dos primeras.

Avanzar en el reforzamiento de las políticas

sociales supone no sólo una mayor congruencia

con lo que indican los datos objetivos

y las percepciones ciudadanas, sino que

implica situarse en una perspectiva de más

amplio alcance, que tiene el significado de

una apuesta humana por avanzar en el modelo

de civilización y de cultura en el que

hundimos nuestras raíces más genuinas. Por

ello, no es exagerado concluir afirmando que,

en la medida que «civilización es solidaridad

», la lucha contra la precarización laboral

y contra la exclusión y la vulnerabilidad social

es un empeño civilizador que merecería

un esfuerzo de «consenso social» por parte de

todos los que están animados por sentimientos

de «buen corazón» y de lógico sentido común.

ESTUDIOS

52 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

JOS' F'LIX TEZANOS

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