Desarrollo y promoción de la mujer africana: La mujer misionera al servicio del cambio social

AutorM. Josefa Vázquez Fernández
Cargo del AutorDra. en Ciencias del Traba jo, Licenciada en Ciencia s del Trabajo, Diplomada en Trabajo Social. Profesora en el Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales. Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
Páginas632-659
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LA EDUCACIÓN Y PROMOCIÓN DE LA MUJER AFRICANA:
La mujer misionera al servicio del cambio social
Mª. Josefa Vázquez-Fernández169
RESUMEN
El presente capítulo expone la importancia e influencia que viene teniendo desde hace décadas la
educación, para la promoción y el desarrollo de la mujer africana. Gracias a la educación puede
establecerse la justicia social, la igualdad y equidad entre mujeres y hombres y combatirse la
discriminación por razones de género.
En este sentido, cobran un papel crucial las aportaciones de las misioneras y misioneros que ponen a
disposición de las personas desfavorecidas y con mayores desventajas toda clase de oportunidades a su
alcance.
Se expone la vida de una religiosa misionera salesiana que desde hace cuatro décadas viene fundando e
impulsando numerosas obras educativas y promocionales en diferentes países del África occidental,
haciendo posible el avance y progreso de las mujeres mediante un sistema educativo integral y orientado
a su propio desarrollo y emancipación.
INTRODUCCIÓN
Antes de iniciar este trabajo, siento el deber de dar la gracias a Sor Bernarda García por haber aceptado
la propuesta de escribir un capítulo sobre ella, así como de pedirle disculpas por tal atrevimiento. Soy
consciente de que, a pesar del esfuerzo por mi parte y del cariño con que afronto este reto, no resultará
fácil estar a la altura de las circunstancias, puesto que se trata de una “gigante”. Sí, un coloso del servicio
a los demás, de la entrega y amor desinteresado hacia los más desfavorecidos. Se trata de una de esas
personas especiales, extraordinarias y singulares, que brillan con luz propia e iluminan la historia por
donde transitan, con sus dones y destellos particulares y, por tanto, difícil de describir con palabras.
Bernarda es una mujer de fe, de sólidas convicciones, con la mirada puesta en el cielo, los pies en la tierra
y el corazón en las periferias de la humanidad. No en balde, como explicaremos más adelante, el día doce
de diciembre de 2019 fue galardonada por la labor realizada en África durante treinta y ocho años, que
169 Dra. en Ciencias del Trabajo, Licenciada en Ciencias del Trabajo, Diplomada en Trabajo Social. Profesora en el Departamento de
Trabajo Social y Servicios Sociales. Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Investigadora adscrita al grupo oficial PAI (Plan
Andaluz de Investigación) S EJ-452. Secretaría de Universidades Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa. Experta en
intervención social e inserción sociolaboral de colectivos en riesgo o situación de exclusión social.
La educación y promoción de la mujer africana
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no son pocos, durante los cuales ha tenido la oportunidad de emprender numerosas iniciativas y proyectos
de formación y promoción, especialmente para las mujeres jóvenes africanas, algunos de ellos solamente
reservados para heroínas y realizables por valientes y soñadores, soñadoras en este caso. Pues como decía
Castelao, “el verdadero heroísmo consiste en convertir los sueños en realidades y las ideas en hechos”.
Claro que ella es hija espiritual de un “soñador”, San Juan Bosco, fundador de la congregación salesiana
a la que ella pertenece. Él también tuvo un sueño que marcó su vida: ocuparse de los jóvenes
desfavorecidos de su tiempo, para conducirlos a unas condiciones de vida dignas a través de la educación,
ayudándolos a salir de la situación de pobreza y riesgo social en la que vivían. Efectivamente, nuestra
protagonista ha sido y es capaz de convertir los anhelos de muchas personas en grandes realidades y
hasta las utopías de muchas mujeres pobres de África, en realidades. Sor Bernarda es una mujer de
hechos, realista, práctica, con una mente clara, un elevado sentido del deber y de la honestidad, sin doblez,
directa a la vez que simple y humilde, una persona de las que, cuando dicen
es un sí auténtico, y a la
vez es tan libre que puede decir
no
de manera asertiva, sin evasivas ni ambigüedades.
Debo decir que he tenido la suerte de conocer a Bernarda, mantener algunas conversaciones con ella, que,
si bien no han sido demasiado prolongadas, sí han sido profundas, constructivas y edificantes; y que desde
hace años he seguido su trayectoria, en la que con motivo de este trabajo he intentado profundizar,
contando con sus aportaciones y las de otras personas que la conocen bien, aunque soy consciente de que
una vida tan fecunda es imposible que pueda ser expuesta en unas cuantas páginas.
Como es habitual y de obligado cumplimiento con el tipo de trabajos como el que nos ocupa, intentaremos
enmarcarlo a nivel teórico, con el fin de contextualizarlo, facilitando así una mejor comprensión por parte
del lector.
El lugar de la mujer en distintas épocas
La historia demuestra que el rol de la mujer en las sociedades antiguas fue cambiando, dependiendo de
las costumbres, cultura y religión de los habitantes.
Excepcionalmente, en algunas civilizaciones, como, por ejemplo, la civilización más antigua, como es la
de Sumeria170, hallamos destacadas diferencias respecto a otros pueblos de la antigüedad. En ella la mujer
no sufría discriminación alguna, sino todo lo contrario, puesto que ostentaba importantes cotas de poder
y capacidad de decisión y tenía acceso a puestos relevantes. Ello se debe a que eran consideradas diosas
y podían ocupar el puesto de esposa del dios del templo que tenían a su cargo, razón por la cual tenían
capacidad de conferir al hombre determinado poder y de adjudicarle los puestos de monarca o gobernador.
Casos como el descrito han sido excepciones a lo largo de la historia, pues no descubrimos nada al afirmar
que, a lo largo de la civilización, las mujeres han estado ausentes de la historia, en la sombra, en el
170 A la civilización sumeria se la considera la primera civilización urbana de la humanidad y, por tanto, la más antigua. Data de
los años 3.000-2.350 a.C. y nace entre los ríos Tigris y Éufrates en el sur de la antigua Mesopotamia.

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