Derivas y expansiones

AutorMauro Bussani
Páginas239-257
CAPÍTULO XV
DERIVAS Y EXPANSIONES
Solo desde la perspectiva trazada en el capítulo precedente la demo-
cracia, en Occidente, puede ser considerada hermana siamesa de la rule
of law. Se trata de una pareja de elementos que, como hemos visto en
diversos e inuyentes foros, estarían destinados a circular paralelamente,
no junto a la conciencia de la propia historia, sino con el peso y la ligere-
za de una nube, con la velocidad del viento, que todo lo barre y todo lo
renueva 1.
Llegados a este punto del discurso, estamos en condiciones de en-
tendernos mejor acerca de esa pareja, así como de ofrecer una serie de
observaciones que pueden ser útiles para colocar nuestras propias ex-
periencias en una perspectiva dinámica, así como para ponderar en qué
medida es necesaria esa misma perspectiva para ser dueños de las de-
cisiones que Occidente está (o se siente) llamado a adoptar fuera de sus
connes.
1. RETROCESOS POSIBLES
Habíamos dicho que, más allá de manifestaciones contingentes, fami-
liares para este o aquel sector de la comunidad occidental, la circularidad
producida por la tutela de los derechos individuales y por el secularismo y
la profesionalidad de los juristas, la mentalidad difusa que a través de los
segundos se reclama a los primeros, las libertades, la igualdad y la laicidad
del Estado, son las fortalezas de nuestra democracia. Pero es igualmente
cierto que estos pilares han conocido fases de edicación largas y peli-
1 Véase, supra, en particular el cap. V, y T. C, «The Rule-of-Law Revival» y «The
Problem of Knowledge», en I. (ed.), Promoting the Rule of Law Abroad: In Search of Knowledge,
Carnegie Endowment for International Peace, 2006, 4 y s.
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grosas 2. Conviene reiterar, pues, que el dinamismo histórico es propio de
nuestra civilización, de nuestras tradiciones, y que leer los fenómenos del
largo plazo como hemos hecho en los apartados precedentes no signica
celebrar ni el n de la historia, ni su ineluctable linealidad, ni el imparable
progreso como noción compartida siempre y en todos lados (a no ser que
se quiera limitar el progreso al cientíco-tecnológico) 3.
El futuro que queremos es aquel que sabremos construir, como lo es
el tiempo actual, que ha sabido ser el resultado de conictos violentos,
con frecuencia armados, en nombre de visiones del mundo que eran, o se
representaban, como antitéticas (desde la disputa entre los señores y el rey
de Inglaterra, al enfrentamiento continental entre papado e imperio, de las
guerras de religión a las de independencia, civiles, mundiales). Son visio-
nes que, a largo plazo, podrían entrar de nuevo en conicto.
Dado que en nuestro horizonte no hay totalitarismos a la vista, se tra-
taría, más bien, de conictos que podrían ser causados, por ejemplo, por
retrocesos signicativos en el plano de las libertades, que por hipótesis es-
tán apoyadas por el consenso popular, en nombre de razones de seguridad
nacional prolongadas indenidamente en el tiempo. O podría tratarse,
también, de una erosión de la soberanía estatal por parte de los mercados
nancieros, más marcada aún que aquella a la que nos hemos referido en
los caps. VI y VII, capaz de reducir el radio de maniobra de los elegidos
por el pueblo más allá del punto en el que se ponen en peligro los mismos
derechos políticos (en términos de representación efectiva) o sociales (por
ejemplo, haciendo más dependientes del mercado las prestaciones de la
seguridad social, sanitarias o de economía social). Se trata de resultados
que, al incidir sobre la asignación de derechos y al penalizar sobre todo a
los sujetos más débiles del cuerpo social, someterían al mismo principio
de igualdad entre ciudadanos a tensiones aún más estridentes que las ac-
tuales.
Mas los conictos pueden nacer, también, en virtud del arraigo so-
cial de orientaciones que soportan mal (no necesariamente el principio
teórico, sino las prácticas cotidianas de) la laicidad del Estado y de sus
instituciones, a partir de decisiones denominadas éticamente sensibles. Se
2 Para información útil (también estadística) sobre el largo camino recorrido por Occiden-
te para alcanzar los estándares sociales, políticos y económicos de los que ahora se jacta, H.-J.
C, Kicking Away the Ladder. Development Strategy in Historical Perspective, Anthem P., 2003
(reimpresión 2005), 69, 71 y ss. Véase, también, J. K, The Life and Death of Democracy, W. W.
Norton, 2009, 873 y ss.
3 G. A. A, M. C y R. H. P (eds.), Progress and Its Discontents, U.
California P., 1982, passim; J. H. S, Teoria del mutamento culturale, Bollati Boringhieri,
1977, passim y 19 y ss., 87 y ss. (trad. de Theory of Cultural Change. The Methodology of Mul-
tilinear Evolution, U. Illinois P., 1955). En general, existe una literatura imponente que lanza
serias advertencias para no caer en la tentación apuntada en el texto. Baste ahora recordar a J.
L G, «Progresso/Reazione», en Enciclopedia Einaudi, XI, Einaudi, 1980, 198 y ss.; M. G-
, «Progress in the Modern Era», en P. P. W (ed.), Dictionary of the History of Ideas, III,
Scribner’s Sons, 1973, 633 y ss.; y M. D. S y E. R. S, «Introduction», en I. (eds.),
Evolution and Culture, U. Michigan P., 1960, 1 y ss.; R. N, History of the Idea of Progress, Basic
Books, 1980; J. B. B, Storia dell’idea di progresso, Feltrinelli, 1964 (trad. de The Idea of Progress.
An Inquiry into Its Origin and Growth, Macmillan, 1932).

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