El Derecho a la intimidad

AutorLucrecio Rebollo Delgado
Páginas61-143

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1. Algunas aproximaciones no jurídicas a la intimidad

Es consustancial al hombre, en toda época, condición o forma de organización social, la pretensión de mostrar a sus semejantes aquello que hace, piensa o siente, al mismo tiempo que preserva lo que considera que sólo a él compete. En definitiva, como entiende Bejar13, “puede afirmarse que los seres humanos tienen de un lado una natural disposición a la interferencia mientras que de otro se obstinan en defender su vida privada”. Estos caracteres, queda constatado por la zoología, que no son propios del animal, sino sólo del animal racional. Los animales defienden sus habitáculos (oseras, madrigueras o nidos), no como respuesta a una idea de intimidad, sino como consecuencia del instinto, de la pretensión de territorialidad, o de preservación de la prole.

La intimidad y su radicación en la persona, nos proyecta en esencia cinco ámbitos de conocimiento significativos. Uno

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de ellos, el jurídico, es al que se dedica este capítulo, pero no conviene en absoluto introducirnos de forma directa en él sin contextualizar la intimidad. Hemos de esbozar al menos, algunas conclusiones psicológicas, filosóficas, antropológicas y sociológicas. Quizás de todas estas ciencias, la que más se ha aproximado a la esfera de lo privado sea la sociología, y últimamente la denominada psicología ambiental, debido a que son dos ciencias que en esencia tratan de lo público y de lo privado, aspectos estos substanciales a la intimidad. En las otras ciencias, muy escasos son los estudios en rededor de la intimidad. Pese a ello, trataremos de resumir las conclusiones a las que llegan algunos autores, con la pretensión única de ofrecer una concepción integral, de algo tan complejo social y jurídicamente, como es la intimidad.

No es lugar adecuado esta obra para realizar una historia de la vida privada, pero sí se nos muestra como imprescindible poner de manifiesto las más significativas manifestaciones históricas de lo íntimo. De esta forma constatamos como se ha ido produciendo un ensanchamiento de la vida privada. Como nos ponen de manifiesto Aries y Duby14 “la vida privada no es una realidad natural que nos venga dada desde el origen de los tiempos, sino más bien una realidad histórica constituida de manera diferente por determinadas sociedades”. Así, la variedad social, cultural y humana, configuran la variedad de la intimidad. De ello, la dificultad de establecer unos límites concretos y universalmente válidos. El mundo occidental establece y configura unos parámetros esenciales de intimidad, el umbral mínimo, pero no se puede ni debe realizar una configuración cerrada de la intimidad. Por el contrario, queda contrastado que definimos a esta en contraposición a lo social, a lo público. La intimidad pasa de un mundo reducido y estrecho, con múltiples limitaciones, y con poca valoración social y conciencia

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de ella, a ser un ámbito extenso, una pretensión fundada de los individuos, una esfera muy valorada.

1.1. La intimidad como una necesidad psicológica

Nos pone de manifiesto la psicología que el conocimiento de la intimidad ha sido y es escaso, y ello se debe en esencia a que “la investigación empírica de la privacidad supone de hecho una invasión de la misma, distorsionando el fenómeno que se pretende observar por el mismo hecho de la observación”15

A pesar de ello, las definiciones de la intimidad dadas por la psicología no se alejan en nada de las formulaciones jurídicas ni filosóficas. Existen en esencia dos definiciones, una pasiva (negativa) y otra activa (positiva). La primera, dada por Bates se fundamenta en la idea de retirada, reclusión y evitación de la interacción. En concreto este autor entiende que “el término puede definirse como el sentimiento que una persona tiene de que los demás deben ser excluidos de algo que sólo a él concierne, así como el reconocimiento de que los demás tienen derecho a hacer lo mismo”16. La segunda definición, formulada por Westin17 y Altman18, se configura como el control de la interacción, la libertad de elegir el momento y el lugar de la privacy.

Es opinión pacífica dentro de la psicología, que la intimidad surge como una necesidad social, la primacía de lo privado frente a lo público no se debe a la existencia de una motivación humana fundamental, y sí como una reacción ante la pérdida del control de lo que nos rodea, es en esencia una conducta.

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Como afirma Simmel, el distanciamiento entre el individuo y su entorno social obedece a una necesidad “puesto que la pujante masificación y el desorden diversificado de la comunicación metropolitana sería simplemente insoportable sin esa distancia psicológica”19. De esta forma, un entorno sobrecargado de estímulos, como el habitual en las grandes ciudades, influye positivamente en el ámbito de lo privado, y de forma negativa en lo colectivo. Como demuestra el trabajo de investigación de Gómez Jacinto y Hombrados Mendieta20, “aquellos sujetos sometidos a una mayor exposición urbana (elevada densidad de población interior y exterior, ruido, suciedad, transportes públicos, restricciones espaciales, etc.) tendrán un menor sentido de comunidad y mayor de privacidad”.

La psicología ha demostrado la realidad del ocultamiento de aspectos relacionados con lo íntimo, y dentro de estos, con lo que pensamos y sentimos. Muchos sentimientos, sensaciones, ideas o vivencias, quedan ocultas, incluso para aquellas personas con las que tenemos una relación más íntima. Pero al mismo tiempo, toda persona tiene la necesidad de comunicar parte de aquéllas, con ello el sujeto “puede clarificar lo ocurrido, e incluso modificar su significado; puede recibir orientación sobre las estrategias más adecuadas de recuperación y afrontamiento; también permitiría que los interlocutores comprendieran y aceptaran las reacciones del sujeto”21. Esta configuración dada, es la que el individuo persigue, o la que ejercita. Pero existe otra visión, la externa, la que constituye la inmersión del hombre y su intimidad en lo social, en lo público. De forma magistral delimita este otro ámbito Goffman, al entender que “cuando un individuo llega a presencia de otros, estos tratan por lo común de adquirir información acerca de él o de poner en juego la que ya poseen. Les interesa su status

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socioeconómico general, su concepto de sí mismo, la actitud que tiene hacia ellos, su competencia, su integridad, etc. Aunque parte de esta información parece ser buscada casi como un fin en sí, hay por lo general razones muy prácticas para adquirirla. La información acerca del individuo ayuda a definir la situación, permitiendo a los otros saber de antemano lo que él espera de ellos y lo que ellos pueden esperar de él. Así informados, los otros sabrán cómo actuar a fin de obtener de él una respuesta determinada”22

La intimidad se constituye en parte como un elemento psicológico, pero con connotaciones religiosas, políticas, éticas, sociales o económicas. Se identifica con personalidad, que es un concepto con su raíz en la burguesía, y que en origen atiende a las apariencias, dado que estas definen lo que uno realmente es. A ello, hay que añadir, el control de la voluntad. De ello extraemos una concepción de la intimidad como elemento diferenciador, es singular, personaliza, es subjetiva, y tiene una configuración en gran medida psíquica, en definitiva, la intimidad desde una perspectiva psicológica se constituye en una conducta.

Entiende López Ibor23que la personalidad es una caricatura de la persona, una máscara, es la persona tal y como se realiza en el medio social. La máscara pertenece a nuestro ser social, y nos viene dada por la necesidad de tomar una actitud ante los demás, afirmando nuestro peculiar modo de ser o de querer ser. Termina el autor citado manifestando que la intimidad se va configurando en múltiples y variadas personalidades, según el ámbito sociocultural en el que la persona vive, se desarrolla y madura.

En definitiva, desde una visión psicológica, la intimidad es el recinto propio para el surgimiento, elaboración y perfección

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de la individualidad y el desarrollo de la personalidad. La singularidad se encuentra y surge de la intimidad. En aquellas otras esferas en que la persona humana está expuesta continuamente al contacto social, tiende a ser como los demás, debido al denominado proceso de ajuste mutuo.

1.2. Concepto filosófico de intimidad

Diversas han sido las concepciones de la intimidad desde una perspectiva filosófica. La más común identifica intimidad con un recinto secreto y escondido de nuestra vida...

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