El otro derecho de los abogados laboralistas

AutorAlejandro Ruiz-Huerta Carbonell
CargoProfesor de Derecho Constitucional. Universidad de Córdoba
Páginas25-42

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¿Cómo conseguir que el derecho, en lugar de verse reducido a justicia formal, imposición clasista, neutralismo indiferente o mero instrumento de colectividades encarne y realice un ideal ético que, sin el predominio de los unos ni el sometimiento de los otros, conduzca a una convivencia social integradora, auténticamente compartida, que nos depare a todos nuestra realización como seres humanos efectivamente libres e iguales?

Antonio Hernández Gil. 1982

1. Introducción

En los estudios de la transición debería ocupar un lugar esencial la referencia a los abogados laboralistas, un colectivo muy importante en las oleadas finales que preparaban la transición y que aun no ha recibido el reconocimiento imprescindible que los considere en su realidad, en su compromiso colectivo por la libertad y la democracia y la defensa de los derechos de los trabajadores. Y en esa línea, parece obligado también definir lo que puede llamarse la base ideológica y política sobre la cual se organizó el trabajo de aquéllos abogados; las referencias profesionales que animaban su esfuerzo. Hoy el panorama jurídico, el constitucional, incluso la misma izquierda política, todo ha cambiado. Pero reconocer su esfuerzo colectivo, su dedicación a l@s trabajador@s de todas clases, su apuesta radical en momentos cruciales en la historia de nuestro país, poniendo en peligro hasta la propia vida, es algo que merece una reflexión serena.

Y no cabe duda de que ese compromiso colectivo por los trabajadores en el umbral de la transición, una vez reconocido el rotundo fracaso del sindicato vertical, conformó la respuesta de los nuevos abogados que, a partir de finales de los años 50, comienzan a montar despachos laboralistas en Madrid, Barcelona, Córdoba, La Coruña, Sevilla y otras capitales españolas, en una línea que, pudiera pensarse, respondía a la idea del entonces llamado "uso alternativo del derecho", por mucho que este surgiese algunos años después; pero verdaderamente era un compromiso de apoyo técnico a los trabajadores, que siempre estuvo en la base del trabajo de los laboralistas. Un esfuerzo común que unió, desde sus diferencias, a distintos

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partidos de la izquierda comunista, fundamentalmente, el PCE y las Ligas Revolucionarias, del Movimiento Comunista y el Partido del Trabajo a la Organización Revolucionaria de Trabajadores. Ese será el contenido de las páginas que siguen.

Y en el comienzo de este estudio me parece imprescindible referirme a lo que se entiende por abogados laboralistas. Un término que hoy aparece vinculado a diferentes asociaciones profesionales, múltiples referencias escritas, pero con un sentido contradictorio con éstas páginas. Porque, efectivamente, se considera con demasiada normalidad que Abogado laboralista sería el abogado especializado en Derecho laboral, es decir, experto en derecho del trabajo y seguridad social.

Pero mi planteamiento es otro diferente y responde a la realidad de los abogados laboralistas que trabajaron en España desde los años 50 y, con algunas excepciones, hasta los años 80 tras la legalización de los Sindicatos Obreros. Una perspectiva que no se ha tenido en cuenta habitualmente; de hecho siempre se ha sobreentendido el sentido, la identidad profesional de los laboralistas como expertos en derecho laboral, sin que hasta ahora haya tenido interés definir su sesgo profesional.

Porque en esa realidad los abogados laboralistas eran abogados comprometidos con los trabajadores, fuesen del signo ideológico que fueran, con quienes colaboraban en encontrar posibles soluciones en el campo del derecho, de todo el derecho, en aquéllas situaciones en que los trabajadores pudieran tener un conflicto, una situación en que se pusiesen en peligro sus derechos como trabajadores, su identidad y dignidad como personas. Así lo reconocía la nota oficial que el Colegio de Abogados de Madrid emitió en 1977, ante el atentado en el despacho laboralista de Atocha 55: "estamos ante un criminal ataque a unos abogados por el hecho de que éstos cumpliesen sus deberes en la defensa, ocupándose de un determinado sector social"1. Un compromiso que abarcaba no solamente el terreno profesional, sino también el político por la habitual militancia en los partidos de la izquierda clandestina e ilegal.

Los laboralistas podían pasar por muy diferentes facetas del derecho en su asesoramiento a los trabajadores. Evidentemente la más numerosa era la del derecho laboral y la seguridad social, pero también fue muy importante el apoyo en temas penales sobre todo vinculados al conocido Tribunal de Orden Público, de infausto recuerdo, entre otras cosas, porque su compromiso alcanzaba a la represión fran-quista, ante un derecho evidentemente contaminado por ella. De igual forma el apoyo asesor en otras facetas del derecho dependía de la misma realidad de los trabajadores que podían tener problemas relativos a crisis matrimoniales, problemas de impuestos, urbanismo, consumo, vivienda etc.

Por otro lado, y esto surgió ya en los años 70, el trabajo de los laboralistas se amplió cuando comenzó a plantearse desde la óptica de los barrios, desde el asesoramiento a asociaciones de todo tipo, asociaciones de vecinos o de cabezas de familia, en la

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extensión de la lucha antifranquista desde el movimiento ciudadano, que les ocupó amplios espacios de trabajo. Un trabajo que normalmente podía compaginarse con el trabajo habitual de despacho, asesoría, actuaciones judiciales etc. Incluso algunos despachos se especializaron en el apoyo al movimiento ciudadano como fueron sobre todo los despachos de Atocha, aquél que recibiría en 1977 el bestial ataque del fascismo español en el conocido atentado del 24 de enero, donde mueren asesinados cuatro abogados, además del administrativo del despacho2, pero también trabajaba en los barrios el despacho madrileño de la calle Españoleto de las letradas y letrados Cristina Almeida, Dolores González, Julia Marchena, Javier Sahuquillo, Ignacio Salorio, Luis Ramos y muchos otros.

Al inicio de los años 80 los despachos de abogados laboralistas cambiaron, algunos desaparecieron, como el de la calle Atocha, pero a partir de ese tiempo dejaron de existir la gran mayoría de los despachos colectivos, ariete fundamental del anti-franquismo en aquéllos años. Por eso merece la pena entrar en el conocimiento de estas ideas que forman las señas de identidad de los laboralistas.

Por último, en el título de éste texto se habla de "otro derecho"3. De alguna forma he querido recoger con ello la cercanía a lo que pudo ser uso alternativo del derecho, que en diferentes países de centro y Sudamérica se llama derecho alternativo, pero también dejar a un lado los problemas de orden interpretativo que existen cuando se asume esa idea del "uso alternativo". Parece que es una traición al "estado de derecho"; parece que no tiene sentido en un Estado constitucional y democrático.

Efectivamente, los laboralistas asumieron el riesgo de interpretar el derecho de la forma que fuese lo más asequible para las alternativas de los trabajadores, la parte más débil en las relaciones de trabajo. En algunos casos se tuvo cierto éxito: se consiguieron sentencias, especialmente en las antiguas Magistraturas de Trabajo, de amplio apoyo a las opciones de los trabajadores demandantes. Pero su esfuerzo se sitúa en el proceso de trasformación del derecho, que es consubstancial a la idea de los laboralistas: la trasformación del derecho, que no puede ser un instrumento solamente de apoyo a un determinado sector social. El sistema capitalista y el Estado que nació en sus inicios, puede decirse, hace más de cuatro siglos, están modificando substancialmente su realidad. Por ello mismo el derecho es ya otra cosa, "otro derecho". No puede ser sino un derecho dúctil (Zagrebelsky) que acopie toda la imaginación, la sensibilidad, la pluralidad, para incardinarse en la realidad de la ciudadanía del siglo XXI, con sus luces, sus sombras y sus inmensas debilidades.

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2. El origen de los abogados laboralistas

Los primeros despachos laboralistas se abren en Madrid, Barcelona, Sevilla, La Coruña, Córdoba, Valladolid, desde el comienzo de los años 60. Algunos abogados fueron precursores de aquélla idea que comenzó a plasmarse después. Son Joaquín Ruiz-Giménez, Gregorio Peces-Barba, María Luisa Suárez Roldán, Federico de Carvajal, Antonio Rato, Jaime Cortezo, Manolo López, Albert Fina, Montserrat Avilés, José Jiménez de Parga, Leopoldo Torres, José Esteban, Antonio Montesinos, Pablo Castellano y algunos otros, desde alternativas socialdemócratas, comunistas o incluso demócrata-cristianas. Aun no tenían, de todas formas, la plena dimensión de apoyo al movimiento obrero. Son los pioneros en la lucha antifranquista desde el mundo del derecho.

La idea que aglutinaba a los laboralistas y a otros muchos abogados era evidentemente su rechazo al régimen franquista, que nunca pudo ser considerado un régimen respetuoso con los derechos fundamentales de su ciudadanía. Solamente hubo un intento en torno a 1956 de crear una especie de estado de derecho; se trató del montaje del que se ha llamado "Estado administrativo de Derecho" en la obra, jurídica y política de uno de los Ministros del régimen Laureano López Rodó, pero eso solo pudo considerarse, como dijo LASO PRIETO como "un claro intento de instrumentalizar el Derecho Administrativo para lograr los fines de enmascaramiento ideológico pretendido en el sistema"4. Enmascaramiento, camuflaje era el objetivo del régimen que necesitaba aparecer en la esfera internacional como régimen democrático. Fue la única ocasión, más allá de la vacía "democracia orgánica", en que el...

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