En la deportación a la Australia, ¿La injusticia fue accidental efecto de la mala ejecución, o es esencial del sistema?

AutorConcepción Arenal
Páginas74-79
74
CAPÍTULO XII.
EN LA DEPORTACIÓN A LA AUSTRALIA,
¿LA INJUSTICIA FUE ACCIDENTAL EFECTO DE LA MALA EJECUCIÓN,
O ES ESENCIAL DEL SISTEMA?
En la serie de injusticias cometidas por Inglaterra en sus colonias penales,
unas pudieran haberse evitado, otras son inherentes a la deportación, inevi-
tables, y el número y gravedad de las últimas es tal, que basta para hacer de
esta pena un atentado contra el derecho5.
La injusticia esencial de la pena de deportación empieza antes de embar-
carse el penado. No deben deportarse hombres que pasen de cierta edad, que
no estén en perfecto estado de salud, y unos meses, a veces días, de diferen-
cia, sustraen a la pena, como también las enfermedades, que unas veces se
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infalibles, y más de una vez se embarcan hombres que no pueden resistir las
penalidades de la navegación y quedan los que podrían soportarlas.
Después del reconocimiento y de aquella escena lastimosa en que hom-
bres igualmente culpables tienen suerte tan diferente, alegres unos porque se
quedan6, desesperados otros porque se van, viene el embarque. Aunque sea
costumbre, supongamos que no es necesidad cargar de hierro a los deporta-
dos durante la navegación; pero lo que sí es preciso es encerrarlos juntos; lo
que es imposible es vigilarlos bien en aquel encierro y establecer trabajos que
contribuyan a moralizarlos e impedir comunicaciones que los depraven. Lo
que no puede hacerse es tenerlos en buenas condiciones higiénicas, porque el
sacarlos en gran número sobre cubierta exigiría mucha fuerza armada, y aun
habiéndola, ofrecería peligros, y el dejarlos apiñados durante una larga nave-
gación es una prueba en que sucumben los débiles, y de que suele resentirse
aun la salud de los fuertes. Al alejarse de la patria y de la familia, la pena, en
vez de ser proporcional a la maldad, está en sentido inverso; el que conserva
algún sentimiento noble y elevado, sufre mucho, y se aleja indiferente el que
no tiene amor a nada ni a nadie.
5 Entiéndase que las colonias penales de que hablamos en este capítulo son las ultra-
marinas.
6 Si la prisión en que han de extinguir su condena no es celular ni está sujeta a la
regla del silencio, y también según el país del deportado. Los franceses tienen mucha más
repugnancia que los ingleses a abandonar su país natal.

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