Democracia, desafección política y confianza institucional en américa latina

AutorEsther del Campo
Páginas267-284
DEMOCRACIA, DESAFECCIÓN POLÍTICA
Y CONFIANZA INSTITUCIONAL
EN AMÉRICA LATINA
Esther deL camPo
1. EL PROCESO DE INSTITUCIONALIZACIÓN EN AMÉRICA
LATINA: INSTITUCIONES FRÁGILES, INSTITUCIONES
INFORMALES, INSTITUCIONES DIFERENTES
Cuando Dieter Nohlen señalaba hace quince años que «el contexto hace la
diferencia» (2003), estaba queriendo destacar la importancia de los factores con-
textuales en el análisis institucional, dado que nunca un acontecimiento social o
político se presenta aislado, sino que se encuentra inserto en una situación his-
tórica concreta y, por tanto, está en una interacción compleja con una multiplici-
dad de factores de diversa naturaleza (históricos, culturales, políticos, sociales y
económicos). Este planteamiento conduce al autor a un relativismo institucional,
que compartimos. En este sentido, no hay un modelo institucional ideal, sino que
el mejor diseño es el que mejor funciona, y esto conduce finalmente a pensar que
no existen arreglos institucionales universales, sino que hay que indagar en los
sistemas políticos concretos, en el entramado institucional de cada país, en los
factores culturales, económicos y sociales específicos, para contextualizar este
institucionalismo y entender por qué modelos y diseños institucionales funcionan
en unos casos y no en otros.
En los años noventa, el focus de los estudios sobre democratización se puso
en los aspectos formales de las instituciones, pero fue a la hora de implemen-
tar las reformas estructurales cuando nos apercibimos de la imposibilidad de
adelantarlas, sin ser plenamente conscientes de que las dificultades que surgían
tenían que ver con la existencia de profusas y densas redes informales que reco-
rrían las viejas y las nuevas instituciones, que de inmediato se acomodaban a un
contexto donde las relaciones personales, y la presencia de intereses particulares
y de grupos de interés, tornaban extremadamente difícil el proceso de toma de
decisiones.
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El nuevo institucionalismo y su idea de que las características del contexto
institucional dentro del cual los individuos actúan constituyen un factor funda-
mental para la explicación de sus comportamientos 1 resultó crucial para enten-
der los problemas institucionales de estas nuevas democracias y, especialmente,
aquellos relacionados con la existencia de una pléyade de instituciones informa-
les que definían, conformaban, delimitaban y, en numerosas ocasiones, determi-
naban las acciones de los actores y el éxito o fracaso de las políticas públicas.
Debatir cómo es posible que las democracias latinoamericanas se hayan institu-
cionalizado, pero que los ciudadanos mantengan altos niveles de desconfianza
hacia esas mismas instituciones se convierte en una necesidad ineludible para
pensar en una mejor democracia.
La transición a la democracia en gran parte de los países de la región lati-
noamericana, así como el consiguiente proceso de democratización, pusieron de
relieve nuevos problemas y alentaron nuevas explicaciones. En primer término,
muchos de los resultados obtenidos por los estudiosos no se correspondían ade-
cuadamente con el diseño y funcionamiento de las instituciones formales. En
segundo término, muchas de las reglas del juego que guiaban el comportamien-
to, tanto individual como colectivo, no se encontraban recogidas en las reglas
formalizadas o escritas, sino más bien en los constreñimientos informales, que
iban desde normas legislativas hasta estructuras clientelares o patrimoniales que
incentivaban sin duda el comportamiento de los actores en una u otra dirección.
De hecho, lo que cabría argumentar que se ha venido produciendo es una insti-
tucionalización de la informalidad, que tiene raíces en la fragilidad institucional
y en ciertas características de la cultura política de estas sociedades.
En el caso latinoamericano, será a partir de los trabajos de O’Donnell (1996
y 1997) cuando se abra una perspectiva novedosa que permita repensar crítica-
mente estas situaciones. La existencia de «otra institucionalización», básicamente
informal, explicaría más acertadamente algunas de las principales características
de estas poliarquías, enfatizando un funcionamiento diferenciado y alternativo
al formalmente estipulado; sin embargo, no por ello menos institucionalizado.
Aun cuando la literatura sobre la política informal y las instituciones informales
es bastante completa (Lauth, 2000; Helmke y Levitsky, 2006, entre otros), hasta
fecha reciente no se ha comenzado a centrar la atención sobre este fenómeno,
situándolo así como un nuevo tema en la agenda de investigación politológica.
Como señala O’Donnell (1996: 10), las instituciones pueden entenderse
como pautas regularizadas de interacción que son conocidas, practicadas y regu-
larmente aceptadas (aunque no necesariamente aprobadas normativamente) por
agentes sociales, que además mantienen la expectativa de seguir interactuando
conforme a las reglas y normas —formales e informales— que rigen esas pautas.
De esta manera, la interacción humana, tanto en la sociedad como en las orga-
1 PoWeLL y dimaGGio (1991) interpretaban así el sentido general del enfoque: «El nuevo institu-
cionalismo en la teoría de la organización y la sociología constituye un rechazo a los modelos basados en
actores racionales, un interés por las instituciones consideradas como variables independientes, un giro
hacia explicaciones culturales y cognoscitivas y un interés en las propiedades de unidades de análisis
supra-individuales que no pueden ser reducidas a las agregaciones de los motivos o los atributos de los
individuos».
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