¿Somos todos delincuentes?

AutorEugenio Garrido Martín - Jaume Masip Pallejá - Carmen Herrero Alonso
Páginas19-23

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De esto han pasado ya más de 25 años. En una de mis estancias en la Universidad de Stanford, California, recibí la visita de unos amigos. Un fin de semana largo lo dedicamos a recorrer lugares turísticos y parques temáticos del sur: Los Ángeles, Disneyland, los Estudios Cinematográficos de Hollywood, Monterrey... En todos estos lugares existen, como en todo el mundo, tiendas donde se pueden comprar recuerdos de haber pasado por allí. Cada vez que salíamos de tales tiendas yo había comprado algún recuerdo para mis familiares. Ellos, riéndose de mí, comenzaban a sacar de sus bolsillos un número, para mí, infinito de cosas valiosas, sin haber pagado ninguna de ellas. «Robar a los ricos no es pecado», me decían convencidos. Debo confesar que aquello me llegó a intrigar. Y debo confesar también que cada vez me sentía más necio. ¿Por qué no robaba también yo? Sería elegante por mi parte contestar: «porque no me lo permitía mi conciencia». Pero, con mayor seguridad, puedo contestar: porque no me sentía capaz de hacerlo.

Si este libro le ha interesado, es porque le interesa el mundo de la criminología. Por lo mismo no es el primero que lee sobre el tema. Esperamos que a estas alturas haya entendido que la conducta delictiva no tiene ni una explicación única, ni una explicación lineal, ni sencilla. Existen teorías, unas biológicas, sociológicas muchas y psicológicas, a las menos, otras tantas. Lejos de nosotros, pues, pensar que tenemos y que les vamos a ofrecer la explicación final de la delincuencia o la conducta inmoral. Sólo pretendemos, desde la perspectiva de la teo -ría cognitivo social de Albert Bandura, exponer cuáles son nuestros puntos de vista y nuestras inquietudes al encarar la conducta inmoral o delictiva, también la moral y la ajustada a norma. Específicamente, pretendemos demostrar que tanto la conducta moral como la delictiva tienen su fundamento en la hipótesis de la autoeficacia y el entendimiento de la persona como gestora de su propia vida.

Recurriendo una vez más al error del falso consenso (Ross, Greene, y House, 1977), nos permitimos creer que la situación vivida por mí en California es un fenómeno universal. A veces quebrantamos la ley o la moral nosotros, a veces son otros los que las quebrantan. Nos

Page 20sentimos incapaces de quebrantar la ley o las normas morales cuando y como lo hacen los demás y, por contra, nos parece que cualquiera haría lo que nosotros hacemos en determinadas circunstancias. Los demás...

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