Una decisión histórica: La UE aprueba la creación de una patente común

AutorBlanca Cortés
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Corría el año 1996 cuando, tras distintos intentos infructuosos por aunar un procedimiento de marcas común en el entorno europeo, surgió la marca comunitaria ofertando un sistema de concesión de una marca única con protección en todo el territorio UE.

Si bien el proceso se inició en tiempos remotos -años 60- y no estuvo falto de complejidad, tal proceso no es comparable con el que ha llevado finalmente a la aprobación de la Patente Europea, un sistema de patente unitaria válido para la mayoría de los estados miembros cuya aprobación no ha cerrado la polémica

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desarrollada a través de cuatro décadas de negociaciones. Ambos procesos, eso sí, pertenecen al mismo escenario de búsqueda de sentido de la UE, precisamente en aquellos temas en los que tal denominación debería conducir necesariamente al establecimiento de escenarios legislativos compartidos y simplificados.

Así, de acuerdo con el sistema vigente hasta hoy, la llamada Patente Europea nunca pudo presumir de pleno derecho de semejante apellido. Aparentemente, al solicitante le bastaba con tramitar un único expediente ante la Oficina Europea de Patentes ("EPO") para acceder a tal consideración, pero la realidad es que de esta acción se derivaba un haz de tantas patentes nacionales como estados miembros que era, a su vez, necesario validar una por una con el inconveniente añadido de requerir de una traducción completa a las respectivas lenguas oficiales. El resultado del proceso es fácil de vislumbrar: un punto de partida común, Múnich en tanto sede de la EPO, y un final del camino incierto dependiendo del territorio reivindicado por la patente.

A fin de mejorar un sistema que distaba mucho de ser unitario, la UE ha aprobado por fin en su última sesión plenaria el acuerdo sobre la patente única. La creación de una Patente Europea tiene como objetivo último ofrecer a los inventores la posibilidad de obtener una patente válida legalmente en todo el territorio de la UE. Con ello, se logrará una reducción sustancial de los costes de tramitación, una simplificación de la burocracia del proceso merced a un procedimiento único y el establecimiento de un proceso centralizado de resolución de procesos judiciales, todo ello hasta ahora inexistente. Sin duda, se trata de una buena noticia para aquellas empresas que, carentes de recursos, querían proteger sus invenciones en todos los territorios en los que eran explotadas o tenían previsiones futuras de hacerlo y cuyas buenas...

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