La cooperación cultural por parte de los estados. Una contribución a la extensión de todos los Derechos del Pacto. 6ª Ponencia

AutorXavier Markiegi Candina
Cargo del AutorEx-Ararteko (Defensor del Pueblo del País Vasco). Director del Instituto Cervantes de Rabat
Páginas91-116

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I Introducción

Les felicito por la iniciativa de organizar este año la XII Sesión del Seminario Permanente de Derechos Humanos «Antonio Luis Marzal Fuentes» con un tema tan atractivo: «Del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales a los Objetivos del Milenio». Y felicito también a los estudiantes de todos los cursos de la licenciatura que os habéis inscrito en el mismo.

Efectivamente, mostrar interés por un tema humano y humanitario de tan primera magnitud es ya en sí mismo síntoma de nobleza de espíritu. Pero, además, es noble, someter a evaluación los resultados de las medidas aplicadas para conseguir los objetivos establecidos hace 40 años por la Asamblea General de las Naciones Unidas (en su resolución 2200 A (XXI) de 16 de diciembre de 1966). Siempre es noble preguntarnos, seguir preguntándonos, por los resultados. Para aprender de los aciertos y para aprender también de los errores. Treinta años transcurridos desde la entrada en vigor de los Pactos (3 de enero de 1976, de conformidad con el artículo 27) es una medida de tiempo suficiente para tener perspectiva y poder aplicar miradas de sabiduría.

Es, precisamente, este espíritu de evaluación, crítica y aprendizaje, el que ha inspirado a los líderes del mundo, en septiembre de 2000, en la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas, para convenir establecer objetivos y metas mensurables, con plazos definidos, para combatir la pobreza, el hambre, las enfermedades, el analfabetismo, la degradación del ambiente y la discriminación contra la mujer. Estos objetivos y metas, que constituyen la esencia del programa mundial, se llaman ahora «Objetivos de desarrollo del milenio». Y a partir de ese momento se insiste especialmente en la palabra «ejecutar». Ejecutar la Declaración del Milenio. Poner en marcha instrumentos para la acción. No basta con la proclamación de derechos. No basta con los Pactos, aunque sean de obligado

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cumplimiento. Es importante recordar siempre lo que se señala en el Preámbulo del Pacto: «no puede realizarse el ideal del ser humano libre, liberado del temor y de la miseria, a menos que se creen condiciones que permitan a cada persona gozar de sus derechos económicos, sociales y culturales...», derechos reconocidos por la Declaración Universal y por los Pactos de 1966.

Por eso aplaudo la metodología que han elegido ustedes de poner en relación los derechos proclamados y las medidas a que se comprometieron los Estadospartes en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, con los ocho objetivos de desarrollo del Milenio.

En este marco general de este Seminario, se me ha pedido que participe en la ponencia relativa a «La cooperación cultural por parte de los Estados. Una contribución a los derechos del Pacto». Y, más concretamente, a partir de una experiencia muy concreta, la «de mi experiencia en una institución que contribuye de forma significativa al conocimiento y entendimiento recíprocos entre Marruecos y España». Así se dice literalmente en la carta que me dirigieron el Decano de la Facultad de Derecho y el Director del Seminario invitándome a este acto. Esta institución es el Instituto Cervantes.

Acotaciones para centrar la exposición:

El país de referencia: Marruecos.

El contenido temático: Cooperación cultural por parte de los Estados.

La perspectiva: La contribución a la extensión de todos los derechos del Pacto. La metodología: Descriptiva. Concreta. Práctica.

Las fuentes escritas:

· AECI. Cooperación Española. Documento Estrategia País (DEP). Marruecos 2005-2008.

· El mundo estudia español. Ministerio de Educación y Ciencia

· Memorias anuales del Instituto Cervantes.

II El país de referencia: Marruecos

Marruecos, situado en la parte occidental del Magreb, cuenta con una población de 30.072.000 habitantes.

Las lenguas habladas en el país son el árabe, el beréber, el francés y el español. La mayoría de la población utiliza como lengua de comunicación una variedad dialectal del árabe conocida como «dariya»; pero como en Marruecos

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una parte importante de la población es de origen beréber, siguen utilizando para comunicarse entre sí cualquiera de las tres variantes de la lengua «tamazigh».

En Marruecos la lengua española ha sido hablada ininterrumpidamente desde 1492, sobre todo en las poblaciones fundadas por los españoles, judíos y musulmanes, expulsados sucesivamente de España.

Marruecos desde mediados del siglo XIX ha estado ligado al colonialismo europeo y, especialmente, de 1912 a 1956 en que Marruecos fue un protectorado hispano-francés. Durante estos años, aunque se mantenía la autoridad de los soberanos marroquíes, la administración era llevada por franceses y españoles, lo que contribuyó a que las lenguas de estos dos países adquiriesen una gran difusión. Especialmente la lengua francesa, cuyo protectorado ocupaba un espacio mayor y más importante económicamente, que hizo que el francés se convirtiera en la lengua de la administración y de la enseñanza. Incluso después de 1956 ha seguido siendo lengua de referencia para quien aspire a ocupar puestos de cierto protagonismo, social, económico, profesional, en el Marruecos postcolonial

Este contacto de la población marroquí con las lenguas francesa y española ha dejado un poso considerable y sirve para explicar la variedad lingüística que caracteriza a este país, y la importancia que en su sistema educativo se concede a las lenguas europeas.

Marruecos es desde hace años país prioritario para la Cooperación Española y, de hecho, nuestro principal socio en el Magreb. La proximidad geográfica, la historia compartida, la multiplicidad de flujos y de intereses políticos y económicos que existen entre las dos orillas son razones suficientes para mantener, a pesar de los vaivenes de las relaciones bilaterales, un nivel de cooperación muy alto. Pero, además, la presencia en España de una comunidad ya importante de residentes marroquíes que mantiene con sus lugares de origen toda una red de relaciones afectivas y económicas hace necesario enfocar el conjunto de acciones que configuran la Cooperación Española en Marruecos desde una perspectiva de co-desarrollo, entendido como un ámbito de actuación transnacional donde predominan relaciones de intercambio (así se reconoce en el Documento Estrategia País de la Cooperación Española en Marruecos 2005-2008).

País de renta media, el Reino de Marruecos se presenta hoy como un país lleno de potencialidades, que ha experimentado en los últimos cinco años un cierto crecimiento económico y una incipiente apertura democrática. Sin embargo muestra carencias enormes a nivel de desarrollo humano, que le colocan en el puesto 125 de la clasificación Índice de Desarrollo Humano, bastante por debajo de sus vecinos de Argelia y Túnez. Particularmente llamativas en el marco de la consecución de los Objetivos del Milenio son todavía sus tasas de analfabetismo o de mortalidad materna, que afectan principalmente a mujeres de zonas rurales.

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Como el resto de los países de la zona, Marruecos tiene una importante población juvenil demandante de empleo, cuyo mayor deseo es emigrar a Europa.

La economía marroquí depende aún en exceso de una agricultura extensiva y poco tecnificada. El tejido empresarial, compuesto por pequeñas y medianas empresas es poco competitivo y tiene limitado acceso al crédito. En los últimos años, el proceso de privatización ha tenido cierto impulso y se han tomado medidas para facilitar la creación de empresas y atraer inversiones extranjeras a través de los centros regionales de inversión.

La apertura promovida por S.M. el Rey Mohamed VI, sustentada por una sociedad civil dinámica y bastante organizada, se ha notado en el campo del estatuto de la mujer con la reforma del Código de Familia, de los derechos humanos y políticos con la revisión pública de los «años de hierro» del reinado de Hassan II, y del buen gobierno con una voluntad expresa de reformar una administración pública muy poco eficiente.

S.M. el Rey ha lanzado en mayo de 2005 la Iniciativa Nacional de Desarrollo Humano (INDH), cuyo objetivo es potenciar las estrategias nacionales de lucha contra la pobreza. La INDH ha identificado en el medio rural 360 comunas y en el medio urbano 250 barrios a los que van dirigidos programas integrados que contemplan la mejora del acceso a los servicios públicos y la dinamización del tejido económico y social.

La Cooperación Española quiere contribuir al éxito de esta iniciativa, eligiendo dentro de estos programas, como líneas de acción prioritarias, la mejora de la salud materno infantil, reforzando las acciones ya emprendidas en la zona Norte, la protección de los colectivos de niños y jóvenes en situaciones de precariedad, de cara a prevenir su emigración en condiciones peligrosas, y la creación de tejido económico en zonas degradadas, mediante el acceso al...

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