Cuestiones del suelo periurbano

AutorFrancisco Corral Dueñas
CargoRegistrador de la Propiedad
Páginas2017-2045

Page 2017

I La porfía por los usos del suelo

Aunque es cuestión no muy reciente porque la expansión urbana no es un fenómeno nuevo, lo cierto es que desde algunos años a esta parte se ha agudizado el problema por haber cambiado la forma de ese desarrollo. Antaño la ciudad era un conjunto denso bien delimitado respecto a su entorno inmediato, mientras que ahora, con el desarrollo de los transportes y especialmente por la vulgarización del vehículo particular, la expansión urbana se ha podido efectuar hacia fuera a lo largo de los principales ejes de comunicación, a distancias cada vez mayores del viejo conjunto urbano, de forma discontinua y con pequeñas densidades. Resulta así, a la vez, un consumo cada vez mayor del suelo agrícola y un intercambio creciente entre la ciudad y el campo.

Con el aumento de la preocupación por el entorno natural ha comenzado a interesar el estudio de las cuestiones relacionadas con la agricultura periurbana por lo que ésta representa para la colectividad. Por una parte, los agricultores, especialmente los jóvenes y los arrendatarios, procuran defender sus explotaciones frente al desarrollo urbano, sin que su postura sea siempre comprendida; por el contrario, los habitantes de la ciudad, sometidos a una degradación continua de su modo de vivir entre aglomeraciones, ansian espacios verdes y construcciones menos densas y más agradables.

Por esto los urbanistas consideran estas zonas periurbanas no sólo como una reserva de suelo edificable, sino también como el marco en que se sitúa Page 2018 la ciudad y como elemento esencial para su desenvolvimiento. Los agraristas, por su lado, resaltan la importancia considerable de las superficies comprendidas en la agricultura periurbana cuando éstas sólo se habían visto hasta ahora como un conglomerado dispar de tierras cuya única nota común era la proximidad a las grandes ciudades.

La ordenación del territorio y la distribución del uso de los suelos es por tanto tema muy de actualidad y que responde a algo más que a puras disquisiciones académicas; no es cuestión sólo útil, sino de necesidad apremiante si no queremos acabar con el suelo que tenemos.

La Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), de la que España es miembro, aprobó en 1979 un interesante estudio sobre la ordenación de la agricultura en las áreas periurbanas en el que pueden verse datos de mayor interés 1.

La agricultura periurbana es la actividad agrícola emprendida en el área periurbana, es decir, en la periferia de una aglomeración urbana, de tal modo que la presencia y la extensión de la ciudad influyen directamente sobre sus actividades económicas y sociales; aquí también pueden incluirse los espacios interurbanos, o sea, los comprendidos entre varias ciudades vecinas. El término es impreciso, pues se trata de una «zona gris» que no es ni completamente urbana ni exclusivamente rural en sentido tradicional; se trata, todo lo más, de un área rural parcialmente urbanizada.

La dimensión del área periurbana no puede ser determinada sin precisar qué se entiende por «influencias urbanas» y que componen una vasta gama de aspectos que van desde cambios físicos directos a mutaciones sociales o culturales: transformación de la estructura del suelo, crecimiento de la demanda de la tierra y de su precio, aumento del número y densidad de la población, posibilidad de empleos, cambios en las condiciones de comercialización de los productos, modificaciones en el entorno ecológico, etc. Es, pues, difícil encontrar una definición de área periurbana aplicable a todos los países si se tiene en cuenta la gran diversidad que caracteriza las condiciones climáticas, la topografía, la densidad de población y el nivel y la composición de las actividades económicas en cada uno de ellos; pero aun así será interesante intercambiar información sobre los elementos tomados en cuenta y sobre la manera de cuantificarlos.

La importancia de delimitar las áreas periurbanas resalta si se tiene en cuenta que cubren una fracción bastante apreciable del suelo de los países industrializados. Según el informe de la OCDE, en Francia, Estados Unidos y Alemania una gran parte del territorio y de la población se encuentran en las áreas urbanas y periurbanas, representando casi una cuarta parte de la Page 2019 superficie y el 60 ó 70 por 100 de la población total de dichos países. En España los datos no alcanzan estos porcentajes, pero en algunos casos se aproximan bastante 2.

Hasta ahora una o dos grandes ciudades conseguían atraer una gran parte de la población. Sin embargo, posteriormente un nuevo esquema hace que la población se vaya repartiendo sobre un mayor número de ciudades medias de menor importancia. En efecto, la urbanización tiende a producirse en zonas más dispersas que otras veces, situación que se explica por las directrices que tratan de llevar las industrias fuera de las grandes ciudades para crear nuevos servicios en las regiones atrasadas o menos desarrolladas.

Con esto se manifiesta la presión de la expansión urbana, fenómeno que entraña cambios importantes en las condiciones físicas y económicas del área periurbana, especialmente la población y la mano de obra, de una parte, y las transmisiones inmobiliarias, de otra; estos elementos de la presión urbana son los que más condicionan la agricultura.

El crecimiento demográfico de las áreas periurbanas es una tendencia universal y es más rápido en la periferia que en el propio centro urbano, pues aquí el costo de la vida es más elevado a causa del mejoramiento de los medios de transporte y el deseo de vivir en espacios breves; como consecuencia, la proporción de la mano de obra agrícola tiene tendencia a bajar en la región por la llegada de una población no rural y por la disminución de empleos agrícolas para los habitantes originarios.

Pero el efecto más directo de la presión urbana sobre esta agricultura se ejerce en la utilización del suelo, que se cambia a usos urbanos, haciéndose notar que en la mayor parte de los países miembros de la OCDE estas nuevas superficies urbanas provienen de tierras agrícolas. Los precios de las tierras agrícolas en los alrededores de la mayor parte de las aglomeraciones urbanas han aumentado fuertemente en el curso de los últimos años, alcanzando niveles extremadamente elevados. En líneas generales, el precio de estas tierras se forma en función de su distancia a la ciudad, de su uso actual, del destino que se les piensa dar, de su equipamiento y, también, de la política fiscal y la política de utilización del suelo. No hay que olvidar la especulación que en el mercado periurbano va ligada a la idea errónea Page 2020 de que todas estas tierras se beneficiarán de precios cada vez más elevados en el futuro, principalmente por razón de la continuidad de la expansión del núcleo urbano.

En cuanto a las consecuencias principales de la agricultura periurbana, vienen determinadas por los efectos de la urbanización: ciertos agricultores de talante dinámico aprovechan las posibilidades transformando sus explotaciones en unidades de producción modernas y eficaces; otros, por el contrario, reducen la superficie cultivada y tienden a obtener un empleo no agrícola. Con todo, se señalan como características más o menos comunes una fuerte demanda de mano de obra de los centros industriales que provoca la elevación del nivel del salario campesino y una mejora de las condiciones de almacenaje y refrigeración que supone un menor costo.

La urbanización entraña modificaciones en la productividad de las explotaciones y su tamaño; en la disminución del empleo agrícola sobre los jóvenes que prefieren acudir a la ciudad; en el menor volumen de inversión de capital pensando que estas tierras se van a afectar a otros usos; en el régimen inmobiliario, aumentando las tierras dadas en renta, así como en la propia elevación de las rentas al considerarse que las tierras tienen un valor extra-agrícola. La expansión urbana afecta más a los bosques que a las tierras de labor, al menos en los países donde éstos no están protegidos por medidas especiales: la conversión en urbanas de las superficies forestales se efectúa con mayor facilidad que las tierras agrícolas en razón de su inferior valor.

En resumen, según el informe citado de la OCDE, la agricultura de las regiones periurbanas, hecha abstracción de las particularidades de toda clase, presenta las siguientes características principales:

    - Las tierras son subutilizadas o no cultivadas.

    - La producción animal pierde parte de su importancia, sobre todo en la proximidad de las ciudades.

    - La producción vegetal ocupa una mayor extensión.

    - El porcentaje de tierras de alquiler se eleva.

    - La proporción de la agricultura a tiempo parcial es muy importante.

    - Las aportaciones de capital y mano de obra son aquí más importantes que en la agricultura de zonas propiamente rurales.

Al intentar un balance de la situación específica de los agricultores periurbanos, éstos aparecen a la vez como afortunados propietarios de tierras de alto valor, vendiendo sus productos a los habitantes de la ciudad a precios elevados y también como gentes amenazadas por el hormigón y sometidas a la emanación y contaminaciones de la ciudad. La compleja realidad comporta para estos agricultores ventajas e inconvenientes en diferentes grados, según sus distintas situaciones.

Page 2021Entre las dificultades pueden señalarse la intrusión en su esfera de usos o costumbres no agrícolas, el abandono de los residuos o desperdicios de...

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