LA VIDA QUE NO CUENTAN / ROSA VILLACASTÍN LA «MEDIO» NIETA DE RUBÉN DARÍO

Medio siglo antes del nacimiento de Rosa Villacastín (Ávila, 1947) el Palacio Real de Madrid fue testigo de un hecho que marcaría su trayectoria. Ocurrió cuando su abuela Francisca Sánchez, que iba a llevar la comida a su padre -trabajaba en los jardines de Sabatini- se encontró con «dos señores rarísimos». Le pidieron una rosa. Se la dio. Uno era Valle-Inclán. El otro Rubén Darío, quien no cesó hasta que conquistó a la abulense. Debió de inspirarle más de algún verso porque el poeta no dudo en llegar hasta Navalsaúz -el pequeño pueblo en la Sierra de Gredos del que procede Rosa- a lomos de un burro para conseguir la mano de la joven.

Como él ya estaba casado en Nicaragua, no hubo ceremonia, pero tuvieron cuatro hijos. Tras la muerte del poeta, la abuela de Rosa encontró a otro hombre y tuvo un hijo y una hija, la madre de Rosa. Del escritor quedaba el recuerdo y un inmenso legado literario que Francisca donó al Gobierno y con el que se creó el Archivo Rubén Darío. En él trabajó una joven Villacastín que salió del pueblo con su familia para ir a Madrid. Su padre entró en el Ministerio de Educación y Ciencia, y Rosa compaginaba su empleo -del sueldo daba una parte en casa- con su carrera de Filosofía y Letras en la Complutense.

Aquel medio abuelo inspiró su primer artículo -sobre el poeta y EEUU-, que envió a La Estafeta Literaria pero dio de bruces con la censura. Consiguió publicarlo en el diario Pueblo, donde comenzó a escribir una columna literaria y a cubrir todo tipo de temas. Aunque ahora vive entregada al periodismo rosa (compagina su actividad en Diez Minutos, DEC en A3 y Queremos hablar de Punto Radio), Villacastín disfrutó de una intensa etapa como cronista parlamentaria, informó en la convulsa etapa de la Transición y compartió el tenso discurrir del 23-F junto al fallecido Julián Lago.

No era aquélla una etapa fácil para las mujeres. Y la dificultad fue cincelando una personalidad firme, con seguridad e ideas claras. «En aquella época intentaban desprestigiarte como fuera, estuvieron a punto de echarme por hacer una entrevista a un pintor en Marbella en shorts, pero yo siempre he sido de las que he dado patadas a la puerta y he entrado».

Como todo el que se ha visto obligado a luchar para reconocer sus derechos, no baja la guardia. «Lo que no podemos pensar es que lo tenemos todo ganado». Muchos de sus libros -tiene siete y prepara uno nuevo- son reflejo de ello. Cuando escribió Hay vida después de...

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