La crítica de Hans Kelsen a las concepciones metafísicas de la justicia

AutorSendín, José Antonio
CargoUniversidad de Salamanca
Páginas147-179

Ver nota 1

Page 148

1. La posición filosófico-moral relativista de Kelsen

En este trabajo pretendo examinar la argumentación de Kelsen contra ciertas concepciones de la justicia que tratan de responder al interrogante sobre el contenido del derecho justo recurriendo a principios o -según sus palabras- «normas» de justicia que apelan a la metafísica. Ésta es una cuestión de gran interés dentro de la teoría kelseniana de la justicia, la cual se caracteriza, además de por la defensa de una posición relativista y escéptica en materia moral, por una dimensión crítica que examina los intentos de determinar el significado de lo justo con intención de desacreditarlos. Según Kelsen, tanto da

Page 149

que esa investigación esté conducida por la razón, como que remita a la esfera metafísica en busca de respuestas: desde su escepticismo ético una justicia «absoluta» es incognoscible, pues los juicios sobre lo justo y lo injusto son relativos a cada sujeto. En consecuencia, la única justicia cuyo contenido se puede conocer es una justicia relativa.

Como es sabido, en materia filosófico-moral el relativismo de Kelsen se puede caracterizar como un escepticismo ético que se pronuncia negativamente sobre la posibilidad de justificar intersubjetivamente juicios de valor morales -dicho en términos kelsenianos, de conocer racionalmente el contenido de la justicia-. Kelsen llega a esta posición metaética a raíz de plantearse ciertas cuestiones de índole epistemológica, en particular si el entendimiento humano es capaz de conocer objetos que sobrepasan los límites de la percepción sensorial. Y obviamente, su respuesta es negativa.

Para Kelsen, una metaética que respondiera afirmativamente a la pregunta de si se pueden justificar intersubjetivamente juicios de valor morales, estaría admitiendo que existen valores absolutos y una justicia absoluta. Esa justicia sólo puede emanar de una autoridad trascendente, cuya razón o voluntad determina el contenido de lo bueno y lo justo. Optar por esta vía -que Kelsen denomina «absolutismo ético»- implicaría tomar la senda de la metafísica y la religión 2. En cambio, la negación de este supuesto, es decir, la tesis de que sólo son accesibles al conocimiento valores relativos, implica asimilar la epistemología propia de lo que él llama una «filosofía positivista crítica» 3. Obviamente, si la mente humana fuera capaz de conocer valores absolutos, no habría lugar para el relativismo. Por esta razón, para él hay una conexión esencial entre la filosofía moral y la teoría del conocimiento 4, dando lugar a un doble antagonismo, por un lado, entre el absolutismo y el relativismo éticos, y, por otro, entre el absolutismo y el relativismo filosóficos (o epistemológicos). Y finalmente, para complicar más las cosas, añade a los ya señalados un tercer antagonismo entre absolutismo y relativismo, que se produce en el ámbito de las

Page 150

ideas políticas 5, induciendo una actitud favorable, bien a la autocracia (absolutismo político), bien a la democracia (relativismo político).

Según Kelsen, la dualidad de enfoques absolutistas y relativistas en cuestiones morales, políticas y epistemológicas se imbrica, en un nivel más profundo, en una oposición entre dos estructuras vitales y de pensamiento que, siguiendo a Wilhelm Dilthey (1833-1911), denomina concepciones del mundo (Weltanschauungen) y de la vida (Lebensanschauungen) 6. Esas concepciones opuestas revelan que existe una raíz común, una estructura psíquica y una actitud compartida entre las concepciones ético-políticas y las convicciones filosóficas 7. Ahora bien, Kelsen pone mucho cuidado en subrayar la flexibilidad de esa correspondencia, pues no siempre un punto de vista ético o político encuentra en un autor determinado el adecuado correlato epistemológico. La experiencia demuestra que esa afinidad no se repite en todos los casos, pues el espíritu humano es propenso a caer en contradicciones, y pueden darse formas de pensar que son una excepción a la pauta general trazada por una determinada Weltanschauung 8.

Seguramente Kelsen conoció el escrito de Dilthey Die Typen der Weltanschauung und ihre Ausbildung in der Metaphysischen Systemen 9 (1911). La influencia diltheyana ya se percibe en un trabajo temprano: «Politische Weltanschauung und Erziehung» 10 (1913), donde Kelsen subraya el carácter relativo de las convicciones políticas y religiosas 11, y señala que hay una estrecha conexión entre las concepciones del mundo y las concepciones de la vida. Opina que toda Weltanschauung -que él define como la relación entre una persona y el universo (das Verhältnis zum Universum)- radica, ante todo, en la peculiaridad de un carácter, y se coordina con una concepción de la vida o Lebensanchauung 12. Sin embargo, en ese escrito todavía no se

Page 151

establece una oposición entre una Weltanschauung absolutista y otra relativista.

Kelsen no retomó el desarrollo de su teoría de las concepciones del mundo hasta la segunda edición de Vom Wesen und Wert der Demo-kratie 13 (1929) y Staatsform und Weltanschauung 14 (1933), donde se preocupa, entre otras cuestiones, por la justificación de la democracia desde el relativismo. De ahí su interés en presentar una oposición entre dos concepciones del mundo que se caracterizan por una posición epistemológica -bien absolutista y metafísica, bien relativista y crítica- y una tendencia política, hacia la defensa de la autocracia en el primer caso y de la democracia en el segundo. Pero fue en «Absolutism and Relativism in Philosophy and Politics» 15 donde esa correspondencia se examinó más ampliamente. Aquí se observa, más que en ningún otro lugar, el interés de Kelsen en investigar las bases filosóficas y epistemológicas del absolutismo y el relativismo, que ahora, por fin, se conectan no sólo con una orientación política, sino también con una concepción filosófico-moral y, más concretamente, con un punto de vista metaético.

Enfocando la cuestión desde la teoría del conocimiento, el absolutismo filosófico se caracteriza por la adopción de un punto de vista metafísico según el cual existen las cosas «en sí», como realidades absolutas e independientes del conocimiento humano 16. Se piensa que el conocimiento aspira a reflejar los objetos «en sí», que trascienden la experiencia 17. Pasando a la esfera moral, este enfoque se caracteriza por la idea de que el valor es inmanente a la realidad, y de que los juicios de valor morales tienen la misma objetividad que los enunciados que describen cualquier acontecer 18. Ahora bien, para Kelsen los juicios de valor presuponen normas, las cuales son para él el sentido

Page 152

de actos de voluntad. Nada de extraño tiene, pues, que sostenga que, en relación con los juicios morales, esa objetividad sólo se puede alcanzar remitiéndolos a una autoridad trascendente que personificaría lo absoluto, es decir, el Dios creador del universo, omnipotente, omnisciente y absolutamente justo. A su juicio, éste ha sido el recurso habitual de la doctrina iusnaturalista, y la razón por la cual desde esa doctrina se atribuye a los preceptos de derecho natural una validez absoluta.

En contraste, la Weltanschauung relativista se caracteriza por una epistemología empirista, según la cual el ámbito de la realidad cognoscible está férreamente determinado por los límites que marca la experiencia 19. Cualquier supuesta «realidad» que pretenda situarse más allá de esas lindes es incognoscible. En consecuencia, lo absoluto (la cosa «en sí») se excluye como objeto posible de conocimiento.

Al hacer traslación de la epistemología relativista al contexto filosófico-moral, resulta que los valores morales absolutos y la justicia absoluta, como objetos que trascienden la experiencia, son incognoscibles. Kelsen subraya el carácter irracional del ideal de la justicia absoluta. Opina que sólo son accesibles al entendimiento humano los valores relativos y la justicia relativa, que es expresión de lo que cada individuo, subjetivamente, entiende que es justo.

A partir de aquí Kelsen presenta su relativismo ético enfrentándolo a un conjunto de doctrinas absolutistas. A grandes rasgos, el absolutismo ético se puede definir como una posición filosófico-moral que defiende una concepción absoluta de la justicia y cree que se pueden justificar valores morales absolutos. Aunque él piensa que el ideal de justicia absoluta es una ilusión, tiene que admitir que es una ilusión cargada de fuerza, pues los seres humanos han sido incapaces de sobreponerse a la necesidad de emprender la búsqueda de esa justicia e intentar descubrir su contenido 20. En cambio, aunque desde el relativismo no se niega que exista «la» justicia absoluta -pues ello implicaría afirmar una verdad metafísica-, se piensa que, si existiera, no se podría conocer su significado, porque la razón humana sólo puede conocer valores relativos: el conocimiento de la justicia absoluta le está vedado. Por eso Kelsen, desde su relativismo, desarrolla una argumentación dirigida a desbaratar cualquier intento de determinar el contenido de la justicia en clave absolutista. Con ese objetivo, protagoniza una interesante polémica contra dos tipos de teorías de la justicia a las que se enfrenta sin tregua.

Page 153

2. Teorías racionalistas vs teorías metafísicas

Kelsen subraya que ninguna concepción filosófico-moral ha logrado desentrañar el contenido de la justicia. A su juicio, tanto da que la respuesta se busque mediante una investigación racional o mediante una aproximación desde la metafísica o la teología: todos los intentos de determinar cuál es el contenido de la justicia han fracasado.

Ahora bien, la distinción de dos posibles...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR