Internet, correo electrónico e intimidad de los trabajadores

AutorBárbara Losilla Escudero
CargoCMS Albiñana y Suárez de Lezo

El pasado mes de julio sorprendió a los miembros de este Departamento con un par de noticias mucho más interesantes (al menos en lo que se refiere a las materias que aquí se tratan) que las que tenían que ver con tránsfugas, tramas inmobiliarias, alcaldes, tonadilleras y apuestas en el hipódromo sucesorio. Tales noticias reabrieron un tema (aún abierto) que viene preocupando a empresarios y trabajadores desde que Internet y el correo electrónico se convirtieron en herramientas imprescindibles en nuestro quehacer diario.

Me refiero a los casos de Bimbo y de Interbel, ambos sustanciados en sedes judiciales catalanas, el primero por la sentencia del Juzgado de lo Social número 2 de Granollers (Barcelona) de 12 de junio de 2003, y el segundo por la del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de 11 de junio vino a confirmar lo decidido por la del Juzgado de lo Social número 32 de Barcelona de 16 de septiembre de 2002. Ambos casos ponen de manifiesto los problemas que siguen surgiendo diariamente debido a la colisión de derechos fundamentales como la intimidad, el secreto de las comunicaciones y la libertad de expresión de los trabajadores con el poder de dirección del empresario.

Lo sucedido en el caso Bimbo tuvo su gracia, hasta cierto punto, pues todo comenzó con un chiste. El chiste en cuestión resultó ser uno que ya circulaba por Internet pero adaptado a las especiales circunstancias, al parecer padecidas por los mandos intermedios de la compañía. El chiste escenificaba un atraco donde el ladrón enmascarado le exigía a su víctima que le entregara todo lo que llevaba encima, es decir, un reloj de marca falsificada y un billetero de imitación con dos céntimos. Y ante tan exiguo botín, el atracador extrañado le preguntaba a la víctima que dónde trabajaba, contestándole ésta que era un mando intermedio de Bimbo. Y la cosa no terminaba ahí.... sino que el ladrón, quitándose la máscara en plan "colega" le decía "ah! ¿sí? ¿de qué planta?".

Lógicamente el chiste dejaba la imagen de Bimbo como todo menos "tierna", así que la compañía decidió tomar cartas en el asunto y despedir al trabajador por considerar que su acción perseguía ofender y difamar a mandos intermedios y otros superiores de la empresa. El trabajador había mandado el chiste desde un ordenador portátil particular fuera de horario de trabajo pero a las direcciones de correo electrónico de la empresa de compañeros suyos, de ahí que en este caso más que el derecho a la intimidad y al secreto de las comunicaciones de los trabajadores, se veía comprometido su derecho a la libertad de expresión.

...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR