La responsabilidad social corporativa de las multinacionales españolas en Colombia

AutorAlejandro Pulido; Pedro Ramiro
CargoInvestigadores de la Asociación NOMADESC, de Colombia, y del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL) - Paz con Dignidad, respectivamente
Páginas225-250

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1. Introducción

La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) es un novedoso paradigma de gestión empresarial que están desarrollando las corporaciones transnacionales a nivel mundial1. En Colombia, esta tendencia ha llegado especialmente desde las casas matrices de las empresas multinacionales, entre las que sobresalen las españolas. Y, aunque esta cuestión todavía no es de dominio público, ya se empiezan a encontrar numerosas campañas sociales, fundaciones empresariales y patrocinios culturales que se enmarcan dentro de la RSC, incluso ya existen revistas especializadas dedicadas a este tema. Dado que la RSC se caracteriza por ser un instrumento de la empresa para responder a las expectativas de los diferentes actores que la rodean, y de cómo las grandes compañías han de asumir un nuevo rol ante cada uno de ellos, en un contexto como el colombiano vale la pena preguntarse cómo se han llevado a cabo las experiencias de las multinacionales españolas en RSC, para así tratar de entender, trascendiendo el discurso corporativo, a qué intereses responde y cuáles son las repercusiones de esta iniciativa.

Comencemos con un ejemplo. En el año 2007, Unión Fenosa ganó uno de los premios de la tercera edición del CSR European Marketplace (el Mercado Europeo de la Responsabilidad Social) por su proyecto «El mercado orgánico de Unión Fenosa en Colombia». Este programa consiste en la realización de un plan de desarrollo rural en los alrededores de la central hidroeléctrica de Salvajina, en el departamento colombiano del Cauca. El jurado de este certamen empresarial escogió el proyecto porque la compañía eléctrica «consiguió no sólo superar la originaria oposición de los habitantes de esta comunidad a la instalación de las centrales eléctricas, sino que un buen número de familias hayan incrementado su calidad de vida gracias al mercado de productos orgánicos que han establecido con la ayuda de Fenosa»2. Sin embargo, al recoger diversos testimonios sobre dicha experiencia en las comunidades beneficiadas3, se encuentran algunas contradicciones. El mercado campesino avalado por Unión Fenosa opera en los aparcamientos de una importante cadena de supermercados en Cali, llamada Comfandi, y en Page 226 él se distribuyen los productos orgánicos de unas veinte asociaciones. Pero, de todas ellas, solamente una se encuentra dentro del área de influencia de la represa de Salvajina -a media hora por vía terrestre-, y sólo con una finca en el área de la represa vecina4. Siendo cierto que los resultados de este programa pueden ser muy interesantes y significar una respuesta para el impulso de la agroecología en comunidades campesinas, sin embargo, no significan nada en la resolución del conflicto que tiene Unión Fenosa con las comunidades indígenas Nasa, que exigen a la compañía una respuesta clara por la inundación de 600 hectáreas de su territorio, por el cambio del microclima y por la destrucción de sus formas de vida, que afecta a las 10.000 personas que habitan en el Cabildo Indígena de Honduras. Además, en el último año se han producido varios atentados contra los líderes del movimiento indígena que exige la reparación de los daños causados por la represa5: a pesar de la gravedad de estos hechos, pasaron desapercibidos para la mayor parte de los medios de comunicación y no merecieron un comunicado público por parte de la multinacional española, aunque estos dirigentes fueran los principales representantes de las comunidades locales ante la empresa.

Sirva este caso a modo de ejemplo para plantear una serie de preguntas. Y es que, más allá de la versión oficial, ¿sirve la RSC para invisibilizar ante la opinión pública graves conflictos en los que incluso se presentan casos de violaciones de derechos humanos? ¿Qué objetivos se busca conseguir con los programas de RSC de las multinacionales españolas presentes en Colombia? ¿Son consistentes los discursos de la responsabilidad social con la práctica de las empresas transnacionales en contextos tan conflictivos como el colombiano?

2. Las empresas multinacionales españolas en Colombia

Prácticamente todas las grandes multinacionales españolas tienen negocios en Colombia: Repsol YPF, Cepsa y Gas Natural, en el terreno de los hidrocarburos; Unión Fenosa y Endesa, en el sector de la electricidad; Ferrovial, FCC, Page 227 Abertis y ACS, en el campo de la construcción; BBVA y Santander, entre los bancos más poderosos del país; Telefónica, con una posición de fuerza en el sector de la telefonía fija y móvil; Prisa y Planeta, propietarios, respectivamente, de la mayor cadena de radio y del diario nacional de mayor tirada; además de otras empresas como Aguas de Barcelona, Sanitas, Prosegur y Mapfre. Las filiales de estas compañías se encuentran entre las mayores corporaciones transnacionales que operan en el país: tanto es así que Endesa es la cuarta mayor corporación multinacional de Colombia y Unión Fenosa es la novena, y entre ambas generan más de un tercio de la electricidad que se produce en el país (Ramiro, González y Pulido, 2007).

Esta masiva presencia de empresas españolas apenas tiene una década de existencia. Porque sólo empezaron a tomarse en serio la posibilidad de invertir en Colombia a partir del año 1996, cuando el BBVA adquirió el 40% del Banco Ganadero. Y fue en los años sucesivos cuando se produjo el desembarco del resto de grandes compañías: en 1997, Endesa compró la Empresa de Energía de Bogotá. Ese mismo año, Gas Natural se introdujo en el país al comprar la empresa estatal del mismo nombre, y el Banco Santander si hizo con más de la mitad de las acciones del Banco Comercial Antioqueño. Posteriormente, en 2000, le llegó el turno a Unión Fenosa, que entró en el sector de la electricidad adquiriendo las distribuidoras Electrocosta y Electricaribe y la compañía EPSA. Aunque estas adquisiciones sufrieron un parón con la crisis económica que tuvo lugar en América Latina en 2001, en los últimos años estas inversiones han vuelto al país con fuerzas renovadas: el BBVA compró en 2005 el banco Granahorrar, de propiedad estatal, mientras Telefónica absorbió la empresa pública Telecom en el año 2006.

Hasta la década de los noventa, eran el petróleo y los recursos naturales los que habían monopolizado el interés de los capitales transnacionales que llegaban a Colombia. Después, la privatización y la liberalización del sector eléctrico sirvieron para aumentar hasta niveles récord las entradas de inversión foránea a finales de los años noventa: entre 1996 y 2003, los servicios concentraron el 70% de los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) en el país. En la actualidad se desarrolla la tercera oleada de inversiones en el sector energético, en la cual de nuevo son el petróleo y, en menor medida, el carbón y el gas los que atraen a las multinacionales extranjeras. En resumidas cuentas, se puede observar que el Estado español, que ha sido el segundo mayor inversor en Colombia en la última década, ha concentrado sus inversiones en dos sectores: la energía (45% del total de la IED española entre 1992 y 2005) y los servicios financieros (43%) (Ramiro, González y Pulido, 2007). Estas inversiones se han concentrado en la compra de empresas estatales de servicios públicos, y han generado escándalos y debates en la opinión pública por los despidos masivos y por ser vendidas por montos inferiores a los reales, por lo que han sido vistas con una cierta desconfianza por diferentes sectores de la sociedad. Page 228

Pero, a pesar de la propaganda oficial, la masiva llegada de capitales transnacionales a Colombia, a imagen y semejanza de lo que ha sucedido en América Latina, no ha traído de la mano el progreso y el bienestar que se prometía con las reformas neoliberales. De hecho, al comparar el crecimiento de los flujos de IED con la tasa de desempleo y los niveles de pobreza y desigualdad, se observa que los supuestos beneficios sociales que llevan asociadas las inversiones extranjeras no aparecen por ningún lado. Y lo mismo sucede con la imagen de seguridad para las inversiones que se está proyectando internacionalmente, que ha valido para que la IED que llegó al país entre 1995 y 2005 se multiplicara por diez, pero no para que mejorara la situación del conflicto social y armado más antiguo de todo el continente. En definitiva, se trata de un calco de las mismas dinámicas que se desarrollaron en otros países latinoamericanos a la hora de poner en marcha las políticas neoliberales; eso sí, con un detalle añadido: la inclusión de Colombia en los procesos de globalización económica se ha llevado a cabo en un contexto de violencia estatal y paraestatal, del cual las empresas transnacionales no sólo no se han desmarcado, sino que se han aprovechado del mismo para desarrollar sus actividades.

3. Diferentes versiones de la RSC, diversos intereses

La RSC, que recoge las intenciones de las facultades de administración de empresas, de las escuelas de negocios y de instancias como el Global Compact de Naciones Unidas en la gestión empresarial, se fundamenta en la preocupación de las empresas por cambiar sus relaciones con diferentes sectores de la sociedad que son de interés para las grandes compañías: los llamados «grupos de interés». La RSC, que fue concebida y desarrollada en el contexto de los países industrializados, poco a poco va cobrando relevancia en América Latina ante la...

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