La necesidad de colaboración en la gestión tributaria. Su conveniencia para una aplicación de los tributos más eficiente y justa. Algunos apuntes sobre su génesis

AutorRafael Calvo Ortega
Páginas21-24

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La actividad tributaria en aquellos países que tienen un grado de desarrollo medio se caracteriza por el número muy elevado de hechos tributarios y obligados tributarios1. En principio podría pensarse que el formidable desarrollo informático y telemático alcanzado sería suficiente para llegar a una gestión precisa, rápida y eficaz. No es así. Constituye una herramienta utilísima e imprescindible pero no suficiente.

Es necesario que los sujetos que aquí denominados colaboradores en la gestión actúen en tres campos distintos e igualmente básicos: primero facilitando información de terceros con los que mantienen relaciones económicas. Numerosos hechos tributarios no serían conocidos sin esta información. Los mecanismos tecnológicos antes citados actúan sobre datos, pero éstos deben ser conocidos previamente. La importancia de ésta es, por tanto, máxima. Segundo, sustituyendo a los contribuyentes en aquellas relaciones o ingresos en los que el sustituto ofrece una mayor garantía a la Administración o una economía y eficacia en su actuación muy significativa. Tercero, permitiendo la

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articulación de la imposición sobre el consumo de manera que, gravando todas las fases del tráfico económico y jurídico, el impuesto incida sobre el consumidor final.

En los ordenamientos fiscales de nuestros días la figura del colaborador es, como se ha dicho, imprescindible e insustituible. No obstante, pueden mejorarse determinados aspectos de ella que permitan llegar a una situación más eficaz y justa. Esta investigación analiza científicamente las modificaciones que son precisas para conseguir este avance2.

Este carácter imprescindible que se predica de la actividad de colaboración de los privados en la gestión tributaria se apoya en la irreversibilidad de los hechos que la han generado. La extensión amplísima de la fiscalidad en nuestros días es la consecuencia de dos fenómenos, uno político y otro económico, que son hoy estables y, en algunos escenarios, incluso crecientes. La razón política tiene su última explicación en el crecimiento de las necesidades públicas (entendidas como servicios colectivos y niveles mínimos de bienestar para los ciudadanos) potenciado por el desarrollo y extensión de los regímenes democráticos.

La figura del Estado Social de Derecho ha venido a dar un espaldarazo a este crecimiento de las citadas necesidades, máxime con la incorporación de la misma a los textos constitucionales como es el caso de la Constitución...

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