Inteligencia y contraproliferación. Las relaciones entre Corea del Norte y Pakistán

AutorGracia Abad; Alberto Priego
CargoDoctora. Universidad Complutense de Madri/Doctor. Universidad Complutense de Madrid
Páginas13-40

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1. Introducción

Corea del Norte y Pakistán son dos Estados con unas relaciones internacionales muy distintas. En la Guerra Fría, mientras que el primero, aunque con unas características particulares, formó parte del bloque comunista, Pakistán siempre estuvo vinculado al bloque Occidental y en especial a Estados Unidos. Sin embargo, ambos tenían un socio en común, la República Popular China, que a largo plazo ha sido el vínculo para el establecimiento de una relación clave en el mapa global de la proliferación y que causa preocupación en el mundo entero.

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2. Los programas nucleares de Corea del Norte y Pakistán

Según señalan los expertos son dos las principales razones que han movido a lo largo del tiempo a los Estados a intentar desarrollar armas nucleares: razones de prestigio u orgullo nacional y razones de seguridad.

2.1. El Programa nuclear de Corea del Norte

En el caso de la República Popular y Democrática de Corea muy bien podríamos decir que ambos tipos de razones han coexistido a lo largo del tiempo combinándose en distintas proporciones según los momentos. En este sentido, parece cierto también que lo que en la segunda mitad del siglo XX pudo estar más motivado por la búsqueda de prestigio, sin embargo, en la primera década del siglo XXI, en el contexto de la inserción de la República Popular y Democrática de Corea en el eje del mal y el relanzamiento de los planteamientos a favor del cambio de régimen por parte de la Administración Bush, puede obedecer más a la búsqueda de seguridad, de disuasión en cierto modo.

Con todo, tanto en sus orígenes como en el momento actual, el análisis de las motivaciones y los factores que han alimentado el interés norcoreano por las armas nucleares es bastante más complejo.

Así, no parece un descabello pensar que el hecho de que durante la Guerra de Corea su adversario contara con armas nucleares pudo, al menos inicialmente, motivar el interés de Corea del Norte por dichas armas. Asimismo, el creciente interés por las armas nucleares mostrado por la Corea del Sur del Presidente Park en la década de los setenta, también pudo servir de impulso a los norcoreanos. Como es evidente, la primera de estas razones obedecería más a preocupaciones de seguridad, según explicábamos más arriba, mientras que la segunda, más asimilable si se quiere al caso de India y Pakistán, respondería a una mezcla de motivaciones entre la búsqueda de prestigio y la de seguridad.

Por otra parte, los desarrollos nucleares norcoreanos se han revelado crecientemente no sólo como un activo militar sino en buena medida como una baza que el régimen de Pyongyang ha intentado, y en ocasiones logrado, manejar hábilmente para afrontar las negociaciones, especialmente con losPage 15 Estados Unidos, desde una posición más ventajosa y, en su caso, lograr ayudas y asistencia en el terreno económico.

Al margen de las motivaciones, para buscar los orígenes del programa nuclear norcoreano hay que remontarse a la década de los sesenta cuando, después de que la República Popular China hiciera su primera explosión nuclear en 1964, Kim Il Sung pidió a Mao que China transfiriera a la República Popular Democrática de Corea tecnología nuclear. La respuesta que encontraría en el líder chino sería una negativa, la misma que volvería a recibir en 1974, una década más tarde, cuando volviera a formular su petición (Reese, 1998).

Ante las negativas chinas, los norcoreanos se aproximaron a la URSS en busca de transferencias de ingenios nucleares pero la respuesta de los soviéticos tampoco fue favorable. Con todo, a la altura de 1977, la Unión Soviética accedió finalmente a transferir a Corea del Norte un reactor experimental, no sin insistir reiteradamente en que el mismo estaba sujeto a las salvaguardias de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA) (Reese, 1998).

Ante estas dificultades Corea del Norte se centró simultáneamente en el desarrollo de un reactor de fabricación propia capaz de producir plutonio para armas nucleares y en la obtención de reactores de agua ligera para la generación de energía.

Ya a la altura de diciembre de 1985 la Unión Soviética accedió a proporcionarle cuatro reactores similares al existente en Chernobyl, aunque lo hizo con la condición de que la República Popular Democrática de Corea firmara el Tratado de No Proliferación (TNP). Corea del Norte firmó el Tratado ese mismo año de 1985 pero a mediados de 1987 todavía no había suscrito el acuerdo de salvaguardias para lo que, en teoría, los Estados cuentan con dieciocho meses desde la firma del Tratado (Reese, 1998).

Al propio tiempo, los reactores de agua ligera nunca llegarían como consecuencia del deterioro de las economías norcoreana pero también, y principalmente, soviética. Ello explicaría, posteriormente, que las demandas de un reactor de este tipo reaparecieran una y otra vez en el contexto de las diferentes negociaciones en que ha participado Corea del Norte.

Sin embargo, y pese a las dificultades, lo que sí logro Corea del Norte es, ya en marzo de 1984, un año y medio antes de adherirse al TNP, haber comenzado el desarrollo de un programa nuclear propio. Así lo indicaronPage 16 fuentes de inteligencia norteamericanas sobre la base de las imágenes por satélite donde se apreciaba un reactor en construcción en Yongbyon. Los análisis realizados permitieron concluir que el reactor utilizaba uranio natural y grafito, disponibles en el país. La existencia misma del reactor no hubiera tenido por qué implicar la voluntad norcoreana de fabricar armas nucleares de no ser porque, dos años después, en marzo de 1986, nuevas fotografías demostraran que también se estaba construyendo una planta de reprocesamiento para obtener plutonio (Reese: 1998).

Además un análisis más en profundidad de las imágenes tomadas de la zona en distintos momentos reveló la existencia de cráteres en las proximidades del reactor presumiblemente resultantes de pruebas realizadas desde 1983.

La situación cobró aún mayor seriedad cuando en 1988 nuevas imágenes de satélite revelaron que Pyongyang estaba procediendo a la construcción de un nuevo reactor de mayores dimensiones que el anterior. Cada vez parecía más claro que semejante conjunto de instalaciones no podía tener únicamente una finalidad civil (Garrido, 2000: 247), por lo que en 1989, Estados Unidos puso en conocimiento de China, la Unión Soviética, Corea del Sur y Japón las actividades norcoreanas y apostó por intensificar la presión internacional para que Corea del Norte cumpliera con sus obligaciones para con la IAEA y firmara un acuerdo de salvaguardias que la obligara a permitir la inspección de sus instalaciones nucleares.

Corea del Norte, además de resistir a tales presiones, comenzaría a hacer gala de una ambigüedad y unas contradicciones en sus discursos que más tarde se harían tristemente habituales. Así, mientras que inicialmente dijo que no concluiría los mencionados acuerdos de salvaguardias y que no permitiría la inspección de sus instalaciones nucleares mientras Estados Unidos la amenazaba con este tipo de armamento, en 1992 no sólo firmó el citado acuerdo de salvaguardias —aunque con más de un lustro de retraso— sino que, en el contexto de la visita de Hans Blix, Corea del Norte diría que el nuevo reactor en construcción detectado por las imágenes de satélite era uno de los dos cuya construcción estaba planeada con el fin de permitir la generación de energía eléctrica. En concreto, el reactor debía permitir obtener 50 MW de electricidad, a diferencia de los 5 MW que podían ser obtenidos con el reactor original. Sin embargo, lo cierto es que mientras que la República Popular Democrática de Corea pensaba que con el primer reactor po-Page 17día producir plutonio suficiente para la fabricación de hasta seis armas nucleares al año, de los otros esperaba obtener lo bastante como para fabricar hasta treinta. Todo hacía pensar que Corea del Norte trataba de ocultar su intento de lograr realizar el ciclo nuclear completo (Becker, 2005: 165).

Así, para 1992 cada vez eran más las evidencias que pesaban contra la República Popular Democrática de Corea. Si en su declaración inicial Corea del Norte había dicho que había producido ochenta gramos de plutonio con fines experimentales a partir de barras extraídas del mencionado reactor de 5 MW, más tarde la IAEA diría que las muestras de residuo nuclear obtenidas no coincidían con el plutonio supuestamente separado, lo que indicaba que se había fabricado más plutonio del declarado.

Al propio tiempo, la inteligencia estadounidense señalaba que según sus informaciones, Corea del Norte había obtenido plutonio suficiente para la fabricación de dos armas, aunque no podían precisar la cantidad con exactitud. De hecho, el margen de error no parece muy importante si tenemos en cuenta que se calculaba que sólo con el reactor de 5 MW podía producir unos siete kilos de plutonio al año, cantidad suficiente para la fabricación de una bomba, posiblemente dos, al año, siempre que contara con una tecnología suficientemente avanzada, algo de lo que también estaban convencidos la mayoría de los expertos.

Estos informes, unidos a la solicitud por parte de la IAEA de una «inspección especial» de dos instalaciones nucleares norcoreanas con el fin de verificar si, efectivamente, Corea del Norte había reprocesado más plutonio del declarado, motivaron que al año siguiente de firmar el acuerdo de salvaguardias, y tras haber permitido hasta seis inspecciones de sus instalaciones entre junio de 1992 y febrero de 1993, la República Popular Democrática de Corea decidiera no permitir nuevas inspecciones de la IAEA a sus instalaciones ocultas de desecho nuclear de Yongbyon ni proporcionar...

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