Las contingencias del encuentro, el delito y el castigo: sobre la evasión intencional de la «criminología global»

AutorWayne Morrison
Páginas209-244

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Nunca ha habido evento alguno que haya tenido mayor impacto sobre la raza humana, y sobre los europeos en particular, que el descubrimiento del Nuevo Mundo, y el pasaje a las Indias bordeando el Cabo de Buena Esperanza. Entonces comenzó una revolución comercial, una revolución en el equilibrio del poder, y en las costumbres, las industrias y el gobierno de todas las naciones. A través de este suceso, los hombres de territorios distantes se enlazaron por medio de nuevas relaciones y nuevas necesidades. La producción de las regiones ecuatoriales se consumía en los climas polares. Los productos del Norte se transportaban al Sur, los textiles de Oriente se convirtieron en lujos para los occidentales; y por todas partes los hombres intercambiaban mutuamente sus opiniones, sus leyes, sus costumbres, sus enfermedades y sus medicinas, sus virtudes y sus vicios. Todo cambiaba y seguirá cambiando. Sin embargo, ¿serán útiles para la humanidad los cambios del pasado y los que vendrán? ¿Le darán algún día al hombre más paz, más felicidad, o más placer? ¿Será mejor su situación, o será simplemente una de constante cambio? [abad Guillaume Thomas Raynal, Histoire philosophique et politique des établissements et du commerce des européens dans les deux Indes, 1770, Libro I: 1; nueva edición como L’Anti-colonialisme au XVIIIe siècle: Histoire philosophique et politique des établissements et du commerce des européens dans les deux Indes: 43].

Presento al Tribunal una copia fotostática certificada de este aviso, como Documento URSS 262, y leo en el registro un extracto de este documento: «El comandante de la Policía de Seguridad del Estado alemán en Letonia anuncia, de aquí en adelante, lo siguiente: [...]
2. Los habitantes de la ciudad de Audriny, en el distrito de Rezhetz, ocultaron al Ejército Rojo durante más de un cuarto de año, los armaron, y los ayudaron de todas las formas posibles en sus actividades antigubernamentales. Como castigo, ordené lo siguiente: que la ciudad de Audriny sea borrada de la faz de la tierra». Los hitlerianos practicaron amplias expediciones punitivas en los distritos ocupados de la región de Leningrado...

Numerosas incursiones punitivas, actuando bajo las órdenes del Comando Supremo alemán, incendiaron muchos cientos de localidades habitadas en territorio yugoslavo...

Me refiero, como evidencia, a que... En estos documentos, encontramos muchos hechos referentes al incendio y la destrucción de ciudades y caseríos por parte de las expediciones punitivas especiales de los hitlerianos... Estos distritos de Yugoslavia fueron devastados por completo después de que los alemanes estuvieron allí. Yo también presento al Tribunal la copia original de un documento emitido por el llamado comandante en jefe de Serbia... leo en el registro sólo un párrafo:
«El comandante en jefe de Serbia anuncia: la ciudad de Skela ha sido incendiada y arrasada a nivel del suelo».

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Las incursiones punitivas alemanas también destruyeron localidades pobladas en Polonia... Yo presento informes [de «medidas punitivas»]... Estos informes, sus Señorías, se encuentran en la p. 170 de su libro de informes. Cada uno de estos informes consta de nueve a diez líneas. Son uniformes en tipo y estandarizados. Sin embargo, estos breves documentos oficiales revelan, en esencia, el monstruoso sistema generalmente empleado por los hitlerianos en los territorios por ellos ocupados [juicio de los más importantes criminales de guerra presentes en Nuremberg, Alemania, del 14 al 26 de febrero de 1946, día sexagésimo quinto: viernes 22 de febrero de 1946, Trial on Major German War Criminals, vol. 7: 218-220].

Barreras que compiten: ¿juicios que rivalizan?

La justicia y la historia institucionalizadas frecuentemente ofrecen juicios u opiniones que están en desacuerdo, así ocurre también con los tribunales internacionales. Quizás resulte siempre ingenuo esperar que los proyectos apegados a las pasiones y a la política del presente puedan llegar a ser juicios que la historia encuentre aceptables. La estructura de un juicio criminal está orientada a asignar responsabilidad, en primer lugar, sobre los individuos, como prerrequisito para castigarlos, lo que significa que «su lógica reduccionista y bipolar y sus barreras inherentes a la verdad ocultan y distorsionan la historia» (Gustafson 1998: 75).

El primer extracto de arriba es de un texto de 1770, escrito por un individuo discurriendo sobre los cargos efectuados por la explotación mundial y la captura de colonias por parte de los poderes europeos; el segundo extracto es parte de una narración que establece el escenario para juzgar lo que se había denominado oficialmente como incursiones o acciones «punitivas» llevadas a cabo por los nazis en la Europa ocupada, por lo cual varios oficiales alemanes arrestados estaban siendo juzgados en 1946 por el Tribunal Militar Internacional (TMI) en Nuremberg. A primera vista, ambos extractos parecen unidos sólo por el hecho de ser reflejo de la experiencia del encuentro, la llegada de gente que poseía poder sobre los demás y su trato con los otros, y diferentes relaciones de poder como para juzgar la justicia de tal interacción. El hecho de que estén unidos por conexiones causales resulta una proposición más controvertida; esto involucraría a la criminología desplazándose más allá de la presencia del Estado-nación.

¿Por qué Nuremberg no desplazó a la criminología más allá del Estado-nación?

Como se indicó en el Capítulo 2, la criminología, la reflexión académica sobre el delito y sus causas, ha tenido históricamente una relación dependiente de los proyectos de la justicia penal. Aquí surge una pregunta: dado que hemos tenido dos grandes tribunales penales «internacionales» inmediatamente después de la Segunda Guerra Mun-dial; ¿por qué ellos no dieron lugar a una criminología que vaya más allá del Estadonación; es decir, orientada a cierto imaginario fundacional que no sea el de definir el poder de la soberanía del Estado-nación? La respuesta parcial reside en la constitución de dichos tribunales que, en pocas palabras, reflejaron los intereses de las élites políticas del sistema de Estado-nación; más aún, de un sistema entregado al colonialismo.

Los juicios de los TMI en Nuremberg (en particular) y en Tokio formaron la evidencia básica para la inmediata historiografía de posguerra acerca de los asesinatos masivos y las

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atrocidades colectivas. Éstos fueron procesos de exclusión e inclusión. Los cargos fueron enmarcados para evitar considerar las acciones de los vencedores durante la guerra. Como lo explicó Telford Taylor (fiscal en jefe y posteriormente historiador) con respecto a la destrucción de las ciudades y sus poblaciones civiles: «Dado que ambos lados habían jugado el terrible juego de la destrucción urbana —los aliados más exitosamente— no había bases para cargos criminales contra los alemanes o los japoneses, y de hecho no se presentaron tales cargos... Los bombardeos aéreos se habían usado de manera tan extensa y cruel sobre el bando de los aliados, al igual que sobre el lado del Eje, que ni en Nuremberg ni en Tokio el problema formaba parte de los juicios». La tecnología había desplazado al poder de destrucción hasta casi lo inimaginable: durante la guerra chino-japonesa, en 1937, una sola bomba caída sobre el centro de Shanghai mató a más de 1.000 civiles, proceso que se puede calificar de crimen de guerra; pero después de 1945, es decir, Hiroshima, la visión de lo que se podía destruir con sólo una bomba parecía ilimitada. Y los aliados conservaron la ventaja (ver Irving 1963; Hastings 1979; sobre el costo de vidas de los bombardeos sobre Alemania, ver Sebald 2003; para el efecto sobre la conciencia de los aliados, ver Hopkins 1966, y Schaffer 1980; en tanto que la Alemania nazi había desarrollado nuevas campañas de vastos bombardeos [en agosto de 1942, 1.200 bombarderos alemanes atacaron el campo de refugiados de Stalingrado y en una sola incursión mataron a 40.000 personas], en los ataques «convencionales» de la Real Fuerza Aérea Británica sobre Alemania se dejó caer casi un millón de toneladas de bombas; de las 131 ciudades atacadas, muchas fueron casi completamente destruidas con 600.000 muertes civiles, 3,5 millones de casas destrozadas y 7,5 millones de personas se quedaron sin hogar). No sólo se tenía que poner a salvo la conciencia de los ciudadanos de la patria (Hopkins 1966), sino que se debía preservar esta ventaja y, de este modo, los cargos ofrecieron un cuadro de cambiantes costumbres de guerra; en lugar de decir que ambos bandos se implicaron en crímenes de guerra, los criterios para determinar cuáles crímenes de guerra eran susceptibles de ser castigados por los vencedores y las circunstancias determinaron que estos últimos no serían castigados. Taylor intentó explicar esto como una posición de principios: «Castigar al enemigo —especialmente al enemigo vencido— por una conducta en la que la nación que implementa la ley se ha comprometido, sería tan manifiestamente injusto como desacreditar a las leyes en sí mismas». De manera recíproca, el mismo descrédito se aplica a las leyes creadas a tal fin.1Los juicios de Tokio han...

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