Filología y contenido de pensamiento

AutorFrancisco Abad
Páginas220-220

Page 220

Los párrafos presentes se suman al homenaje de esta revista a Reyes Mate

Un texto literario -una novela, una obra de teatro, un poema, etc.- importa antes de nada por su logro estético, por el contenido de belle-za y de subsiguiente emoción de la belleza que lleva en sí. En este sentido han tenido una parte de razón los críticos que han proclamado que la obra de arte verbal existe en sí.

Decimos que han tenido una parte de razón porque el texto no se agota en su posible esteticidad, ya que al estar codificado en una lengua humana y vehicular las lenguas de los hombres significados, cada texto connota además algo que no es idiomático ni formal sino que designa al mundo, hace referencia a cosas de la realidad. Desde hace años hemos propuesto por tanto entender que la obra literaria existe en sí, mas no sólo en sí.

La cadena idiomática que constituye una novela, o un poema, etc., significa cosas, designa hechos de la realidad, y acaba por tanto connotando semánticamente algo. Un argumento, la narración de unos hechos, quieren decir algo, y hace falta desde luego una cierta capacidad de percepción artística, una educación estética, para poder empezar a percibirlo (Ortega distinguía entre los que entienden y los que no entienden las artes).

Una narración televisiva bien conocida en España que se llamó La cabina; o la pieza dramática de Antonio Buero Vallejo La Fundación; o la reciente novela Los túneles del paraíso del eminente novelista Luciano G[onzález] Egido, son textos que más allá de su respectivo argumento, vienen a resultar alegorías significativas de -quizá- la opresión, del sometimiento del hombre que hace el hombre... No se trata de textos inertes, que nada más existen que por su construcción y elocución artísticas, por su belleza, sino que se avaloran además por el contenido significativo que inducen en quien los lee o -en el caso del teatro y la televisión- los contempla.

Una obra de hacia 1930 de Federico García Lorca como El público no se queda desde luego en una sucesión de imágenes chocantes, expresionistas o surrealistas que pueden satisfacer por su inteligencia artística, sino que proclama y denota o connota dos verdades que desea establecer su autor: que él en cuanto autor tiene...

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