Conspiración y duelo en la España post-isabelina (1870)

AutorRemedios Morán Martín
Páginas711-751
CONSPIRACIÓN Y DUELO EN LA ESPAñA
POST-ISABELINA (1870)
R M M
“Si escribir pudiéramos la historia futura,
corriendo más aprisa que el tiempo,
yo escribiría que el Rey X, si acaso lo encuentran,
no querrá venir a este cráter del volcán en erupción.
Se le quemarán las botas”
Benito Pérez Galdós, España trágica.
1. L     
A veces, realidad y la ficción se cruzan y la leyenda se consolida en la mente po-
pular a través de algún símbolo, disociándose de la historia.1
Esto ocurre con el conocido como “El parterre de los duelistas” o “plaza de los
cipreses”, situado en el llamado parque de El Capricho, en la Alameda de Osuna
(Madrid), que es el único jardín romántico que se conserva en Madrid. Se trata de
un conjunto formado por un círculo de cipreses y un monumento obra de Martín
López Aguado, compuesto por dos columnas de mármol separadas por 40 metros,
en cuya parte superior, dándose la espalda, como si representaran las reglas del
duelo, destacan sendos bustos, que parecen ser de Perseo y Atenea. Es aquí donde
la leyenda madrileña sitúa el duelo entre D. Antonio Felipe de Orleans, duque de
Montpensier (quinto hijo del rey Luis Felipe de Francia) y D. Enrique María de
Borbón, duque de Sevilla, primo hermano y cuñado de Isabel II2.
Hasta aquí el romanticismo del jardín y del parterre. Parece ser que en realidad
se desarrolló en las Ventas de Alcorcón, en las dehesas de los Carabancheles y varios
años después de ser construido el monumento.
1 Este trabajo está realizado en el marco del Proyecto de Investigación DER2017-84733-R, Agen-
cia Estatal de Investigación: “Partidos políticos: origen, función y revisión de su estatuto constitucional”.
2 https://musicaypitanzas.com/2016/08/23/ofensas-y-desafios-en-el-parque-del-capricho/
[fecha de consulta: 21/09/2020] También, Carmen Añón Feliú, “El capricho” de la Alameda de Osuna,
Madrid, Fundación Caja Madrid, 1994, pp. 35-37.
712 Remedios Morán Martín
Y llegados a este punto, en 1870, como titulara Galdós en otro de los Episodios
nacionales, estaba España sin rey. Quién ocuparía la jefatura del Estado era cuestión,
que se debatió durante meses en el Parlamento3, con dos tendencias claramente
diferentes: republicanos y monárquicos que, a su vez, tenían diferentes opciones.
Entre otros candidatos, estaban Enrique de Borbón y el Duque de Montpensier,
cuyo enfrentamiento en duelo y sus consecuencias jurídicas y políticas fueron sig-
nificativas. Aquí se analizan dentro de la temática Sedición, rebelión y quimera en la
historia jurídica de Europa, especialmente en el de la quimera, los deseos de ocupar
un trono, las manipulaciones para conseguirlo y la defensa del honor ofendido,
ensoñación caballeresca trasnochada que aún permanecía viva en este momento,
que provocó un lance, muchas traiciones y un magnicidio, que ha sido objeto de nu-
merosas referencias y en el que basó Benito Pérez Galdós, el Episodio Nacional La
España trágica, donde relata con crudeza la relación de los hechos, con el realismo y
la maestría de su pluma, siempre bien informada.
2. P    :   
    
El reinado de Isabel II había sido muy complicado. En los últimos años los
partidos políticos tradicionales, moderados y progresistas4, se habían polarizado:
la caída del partido moderado en 1865, y especialmente tras la muerte de Narváez
en 1868, fue el fin espiritual y político del moderantismo5; se asiste a partir de este
momento al doble resurgiendo de la corriente tradicionalista y al reflotamiento del
partido progresista, encabezado por el general Juan Prim, con la colaboración del
general Francisco Serrano, que lideraba el partido de la Unión Liberal, tras el falle-
cimiento de O’ Donnell en el exilio en 1867, y se convierte en un partido ecléctico
surgido del centro de los anteriores partidos moderado y progresista.
Se arrastraban años de convulsiones y contrastes políticos, a lo que se unía
una profunda crisis económica desde mediados de la década de los sesenta. Tras
la batalla del puente de Alcolea en septiembre de 1868, los acontecimientos se
precipitaron: Isabel II renunció al trono y el 30 de este mes se exilió a Francia,
lo que no significa que tanto ella como Mª Cristina de Borbón no intentaran
manejar los hilos de la política española, lo que hacían en la sombra o, mejor, a
media luz, especialmente por las perspectivas de un futuro reinado de Alfonso.
Es un periodo del constitucionalismo que, como ha denominado José Manuel
Pérez-Prendes, es de “revisiones profundas”, donde se va a debatir entre monar-
quía y república, centralismo y federalismo, si éste puede llevar a la ruptura de la
3 Eusebio de Salazar y Mazarredo, La cuestión dinástica, Madrid, Imprenta y Estereotipia de
M. Rivanedeyra, 1869.
4 Vid., José Luis Comellas, Los moderados en el poder, 1844-1854, Madrid, CSIC, 1970.
5 Jaume Vicens Vives, España contemporánea (1814-1953), Edición al cuidado de Miquel Án-
gel Marín Gelabert, traducción de José Ramón Monreal, Barcelona, Ed. Acantilado, 2012, p. 89.
Conspiración y duelo en la España post-isabelina (1870) 713
nación emergiendo otras naciones en su seno, por lo tanto de convulsiones muy
profundas6.
Una semana después del exilio de la reina se formó un gobierno provisional,
formado por unionistas y progresistas, presidido por el General Serrano y ocupan-
do el General Prim el Ministerio de la Guerra. La cuestión de la forma del nuevo
régimen se aplazó a las elecciones a Cortes Constituyentes, que dicho Gobierno
convocó para enero de 18697. Es el momento en el que empieza a destacar la fi-
gura de Cánovas del Castillo y cuando se baraja la posibilidad de una Monarquía
Democrática, especialmente porque en las elecciones se dio el triunfo a los par-
tidos defensores de la monarquía8, lo que quedó reflejado en la Constitución de
1869, que recoge en el art. 33 “La forma de gobierno de la Nación Española es la
Monarquía”9. El problema era que no había rey.
No hubo consenso en temas fundamentales, ni siquiera entre la izquierda, cada
vez más dividida y la derecha, que ocupada en encontrar un rey, no se puso de
acuerdo; así unionistas y progresistas apoyaron a candidatos diferentes10: Antonio
de Orleans, duque de Montpensier11 y el Infante D. Enrique de Borbón12, duque
de Sevilla. Realmente parecía que el apoyo de los unionistas a la candidatura de
Montpensier lo hacía vencedor, pero su derrota en las elecciones parciales en Astu-
rias, lo dejan fuera del Parlamento y, por lo tanto, lo alejan de sus pretensiones, al
no poder actuar desde dentro en la elección. Incluso se barajó el apoyo de Mª Cris-
6 José Manuel Pérez-Prendes, “El modelo de Estado isabelino”, Mesa redonda en España: en
la época de la Fundación de la Guardia Civil, Madrid, Ministerio del Interior, 1994, p. 278. Sobre la
conformación de partidos y su ideología en este periodo, vid., Ignacio Fernández Sarasola, Los partidos
políticos en el pensamiento español. De la Ilustración a nuestros días, Madrid, Marcial Pons Historia, 2009,
pp. 114-131, principalmente.
7 Juan Pablo Fusi y Jordi Palafox, España: 1808-1996. El desafío de la modernidad, Madrid,
Espasa Calpe, 1997, pp. 75-76. Un interesante trabajo de revisión historiográfica sobre este momento,
Gregorio de la Fuente, “Actores y causas de la Revolución de 1868”, en Rafael Serrano García (dir.),
España, 1868-1874. Nuevos enfoques sobre el Sexenio Democrático, Valladolid, Junta de Castilla y León,
2002, pp. 31-57.
8 El resultado electoral de enero de 1869 fue 237 diputados gubernamentales, 85 republicanos
y 20 carlistas.
9 Sobre el significado de dicha Monarquía, aún está vigente la síntesis de Luis Sánchez Agesta,
Historia del constitucionalismo español, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1955, especialmente pp.
314-318.
10 Excelente el trabajo de José María de Francisco Olmos, “La revolución de 1868 y la elección
de un rey para España: los candidatos y sus problemas”, en Hidalguía, 344, 2011, pp. 83-114 y 345,
2011, pp. 251-287, en el que también aborda el tema que aquí se analiza.
11 Realmente, aunque la prensa y el gobierno no apoyaban al Duque de Montpensier, sus parti-
darios eran más numerosos, no solo procedentes de la Unión liberal, sino que estaban más cohesionados
que los partidarios del Infante D. Enrique, de tal modo que hasta tenían una especie de Programa, vid.,
D. Manuel Núñez de Prado, Política Montpensierista. Colección de artículos que con este título ha publica-
do en el periódico La Opinión Nacional, Madrid, Imprenta de Nicanor Pérez Zuloaga, 1870, dedicado al
Duque de Montpensier.
12 Aunque había sido militar, fue privado de su cargo; puede consultarse su expediente en Archivo
General Militar, personal- Celeb, caja 20, Exr15, donde también se recogen los pormenores del duelo.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR