El conflicto colombiano, un intríngulis de intereses que multiplican las raíces del conflicto

AutorAdriana González Correa
Páginas80-89

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El que no lleva su contabilidad por más de tres mil años, que continúe vagando, perdido en la oscuridad y viva día por día.

GOETHE

Desde hace algún tiempo, las organizaciones sociales de Colombia han venido plan-teando que el conflicto armado en el país además de ser impulsado por grupos insurgentes afines a una propuesta de Estado socialista, también ha sido completamente funcional a grandes proyectos económicos legales e ilegales, desarrollados a lo largo y ancho del territorio nacional, esta hipótesis nada salida de contexto y por el contrario un poco ratificada por el desarrollo de las hostilidades en algunos sectores del país, ha ido demostrando poco a poco cómo esto se está constituyendo en una verdad histórica en Colombia con ejemplos cada vez más desgarradores para la nación.

En el presente texto con algunos ejemplos claves se pretende demostrar cómo en algunos casos el conflicto es aprovechado para consolidar propuestas económicas mate-rializadas a través de megaproyectos estatales o de multinacionales y en otros para consolidar el negocio del narcotráfico en algunas zonas del país.

Como es evidente para todos, Colombia es un país que se debate en un conflicto armado desde hace más de 50 años, conflicto que no cesa y que, por el contrario, ha ido escalando grados de intensidad, variación y degradación que hacen presumir que se está lejos de alcanzar la paz, indiscutiblemente anhelada por muchos, pero no deseada por otros tantos, quienes lo usufructúan o aprovechan para sacar dividendos.

La teoría clásica de los derechos humanos establece que en tiempos de paz se aplica el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y en tiempos de guerra se aplica además el Derecho Internacional Humanitario, decálogo de normas y principios que buscan humanizar la guerra ante la imposibilidad de detenerla.

Sin embargo, la guerra ha servido a los seres humanos para lograr muchos objetivos. En algunos casos, por medio de una revolución armada se ha alcanzado desde el reconocimiento de derechos fundamentales consagrados hoy como los más elementales códigos de vida de la humanidad, hasta la trasformación social y política de un continente y sus colonias y la independencia de las mismas; muestra clara que no siempre la guerra persigue un fin macabro y que en muchos casos ha logrado el establecimiento de regímenes más humanos y menos tiránicos.

A manera de ejemplo, la revolución francesa terminó siendo el marco esencial en Occidente para el nacimiento del Estado de derecho como contrapropuesta a la tiranía

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de la monarquía que ostentaba el poder. La revolución bolchevique como materialización de la propuesta socialista, y en conjunto con la revolución mexicana, son la base para el reconocimiento de los derechos económicos, sociales y culturales, que más adelante aportarán de manera fundamental para la construcción del Pacto de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas. Y finalmente, en la historia más reciente, la revolución de Argelia fue sin lugar a dudas la que permitió el reconocimiento de la rebelión como derecho legítimo de los pueblos para oponerse a un gobierno tirano, pero también contribuyó al reconocimiento del derecho que éstos tienen a existir, además de respetar su identidad cultural y la autodeterminación de que gozan.

Muestra lo anterior cómo las guerras o revoluciones armadas han contribuido enormemente al desarrollo social, económico, cultural y de autodeterminación de los pueblos y las naciones, y cómo en últimas han terminado siendo el pilar de la propuesta de los derechos humanos en todos sus componentes, situación que hace ver con otros lentes el tema del conflicto y/o las guerras revolucionarias.

Por tanto, está claro que la humanidad siempre ha recurrido a la guerra para poder imponer sus razones, sus derechos o sus intereses, y el conflicto colombiano no escapa de dicha hipótesis, toda vez que nació en el marco de una pretensión de gobierno opositora al capitalismo, sin embargo, la amalgama de intereses económicos y políticos que han atravesado la guerra en Colombia a lo largo de estas cinco décadas hacen presumir que ésta ya no es una mera guerra de liberación o de búsqueda de otras formas de Estado y gobernabilidad, sino que, por el contrario, hay muchos otros intereses que subyacen y que con mayor éxito -que el establecimiento de un gobierno distinto- se imponen de manera clara y evidente.

Algunos estudios juiciosos que sobre el conflicto armado han realizado unas ONG en Colombia, han clarificado cómo ciertos componentes en la guerra, tales como el narcotráfico, las multinacionales y los grandes megaproyectos, han sido en los últimos 20 años un factor desencadenante del conflicto y una de sus peores consecuencias -el desplazamiento forzado. Quiere lo anterior decir que estos factores aparentemente externos o extraños al conflicto armado han sido grandes elementos contribuyentes al desarrollo y escalada del mismo, por un lado, y por el otro, han logrado ser los grandes beneficiados de la guerra.

A continuación haremos un somero análisis de los factores ya mencionados para terminar con dos casos tipo que puedan demostrar cómo en algunos lugares del país el conflicto se crea intencionalmente para lograr imponer un proyecto a gran escala o simplemente para favorecer la expansión de algunas mutinacionales.

1. El narcotráfico, como elemento de impulso en la escalada del conflicto colombiano

Así como en los últimos 50 años Colombia ha sufrido un conflicto armado insoluble hasta el momento, también en este mismo momento histórico se ha caracterizado por ser una potencia productora y exportadora de distintas sustancias alucinógenas; por ejemplo, en la década de los sesenta Colombia fue una gran productora de cannabis sativa o marihuana, lo que permitió que fueran consolidándose unos grupos delictivos que tenían a su cargo el desarrollo de las actividades propias de esta planta psicoactiva, sin embargo, para la época, el incipiente mercado y la competencia de países desarrollados no permitió que el mercado ilícito de la marihuana representara considerables dividendos para la economía subrepticia del país; esto, por obvias razones, no contribuyó en nada al desarrollo del conflicto armado.

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Sin embargo, a partir de la década de los ochenta, cuando se consolidó la exportación de la cocaína y todo el desarrollo industrial que esto implicó para los grandes narcotraficantes del país, se comenzó a poner en el dintel de la guerra un elemento nuevo que la terminaría acrecentando sustancialmente. La caída del socialismo en la Unión Soviética hizo que los grupos insurgentes del país perdieran parte de la financiación que la guerra fría les había ocasionado hasta ese momento, por lo que la maltrecha economía de guerra de estos grupos terminaría siendo un caldo de cultivo para el uso del narcotráfico como elemento financiador de los mismos. La pretensión de este artículo no es ahondar en la línea del narcotráfico del que participan los grupos alzados en armas, pues tanto el Estado colombia-no como el americano sostienen que las FARC trafica anualmente hacia Estados Unidos grandes cantidades de cocaína, sin embargo, algunos sectores no oficiales de Colombia, así como unos cuantos exsecuestrados por el grupo armado, afirman que esta guerrilla sólo cobra impuestos por la salida de la cocaína de los lugares en los que ellos tienen control territorial; por tal razón, en cuanto al tema de la utilización del narcotráfico de los grupos subversivos, me atrevo a decir que ésta es un verdad que sólo las FARC podrían reconocer en su momento, sin embargo, sí está más que claro que independientemente de cómo este grupo participe activamente en cualquiera de las fases en que se desarrolla el tráfico de drogas, la gran verdad es que sí hay un beneficio económico directo para el grupo insurgente en cuestión, que ha permitido su vigencia en el avance de las hostilidades en el país.

Además del beneficio que ha traído para las FARC la economía producto del narcotráfico, hay verdades como puños que no se pueden ocultar por mucho que algunos sectores...

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