La confianza como clave fundamental para una dirección de personas al servicio de personas a partir de la obra de Robert Spaemann

AutorGinés Santiago Marco Perles
CargoOficina de Calidad e Innovación en la Universidad Católica de Valencia Universidad Católica de Valencia - Campus de San Juan Bautista C/ Guillem de Castro, 175 - 46008 VALENCIA Teléfonos: 647973569 / 963136996 gines.marco@ucv.es
Páginas496-510

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1. Introducción

En este trabajo me propongo analizar la aportación de la confianza a los fundamentos de la dirección de personas, preferentemente en el ámbito sanitario. Para ello tomaré como hilo conductor la propuesta global de Robert Spaemann a los fundamentos de la confianza en el ámbito corporativo. Sólo a partir del hallazgo, y posterior profundización en tales fundamentos estaremos en condiciones de descender a cuestiones de detalle, haciendo especial hincapié en su repercusión en el ámbito de la actuación diaria de los profesionales de la organización sanitaria. Y lo primero que conviene señalar es que el objetivo propuesto en esta Ponencia no es nada sencillo, principalmente porque Spaemann no es propiamente un estudioso de la generación de confianza en el seno de una corporación, antes al contrario, su aportación en el debate público contemporáneo ha ido más bien, hasta fecha reciente, en la línea de fijar las líneas directrices de una construcción social y política que armonice con las exigencias derivadas de la naturaleza humana y de los dictados de la ley natural. Pero es en este punto donde precisamente radica su principal virtualidad, a saber, en su Page 497 capacidad de dar razón de un fenómeno tan significativo de nuestro tiempo como es el de la confianza, que es susceptible de invocación en organizaciones tan dispares como las sanitarias, las policiales, las empresariales, las no lucrativas, etc., aunque en la presente Ponencia centre mi análisis en las organizaciones sanitarias. Y aquí sí que se distingue de otros autores, a los que podríamos englobar en la denominada «doctrina especializada», que por convivir tan de cerca con el fenómeno de la generación de confianza, quizá no llegan a realizar un análisis exhaustivo de los fundamentos de la misma, así como su impacto en la dirección de personas.

Por último, antes de adentrarme en el núcleo de la presente Ponencia, convendrá que justifique, aunque sólo sea someramente, el título escogido («La confianza como clave fundamental para una dirección de personas al servicio de personas»). Quisiera destacar cuatro partes significativas en el enunciado del título, que pretende recoger el lenguaje taxativo empleado por Spaemann, quien se caracteriza por expresarse en todo momento con claridad y firmeza, así como por evitar cualquier género de ambigüedades en su discurso.

- «La confianza...»: es ciertamente significativo que Spaemann dedique alguna de sus contribuciones más recientes a analizar el fundamento y alcance de un concepto, que por constituir un activo intangible, nunca podrá ser susceptible de observación y experimentación, al modo como proyectan sus investigaciones las ciencias de la naturaleza, también denominadas por la Escuela de Helsinki de Filosofía de la Ciencia «ciencias factuales»1. La intangibilidad antes mencionada del concepto «confianza» ha supuesto que el paradigma cientificista imperante lo reduzca a la marginalidad. En este sentido, cabe sostener la audacia de Spaemann a la hora de abordar en plenitud un concepto que por formar parte de la vida cotidiana, no debería permanecer ajeno a la discusión y al análisis.

- «...como clave fundamental...»: la confianza no es el único fundamento de la dirección de personas, pero sí se erige en condición de posibilidad de todos los demás: excelencia, veracidad, responsabilidad, etc. Como habrá comprobado el lector, en este punto utilizo una terminología heredada del kantismo, tradición con la que interacciona Spaemann, aunque en clave crítica.

- «... para una dirección de personas...»: el núcleo de mi aportación va a ser trasladar las consideraciones explícitas e implícitas que realiza Spaemann en relación con la dirección de personas en el seno de una organización sanitaria.

- «... al servicio de personas»: una de las características distintivas Page 498 de las organizaciones sanitarias estriba en que toda su misión específica gira (o debería girar) en el servicio de personas concretas, aquejadas en muchos casos de algún grado de vulnerabilidad y dependencia.

Una última advertencia: por exigencias de espacio y de rigor metodológico he preferido circunscribir mi análisis a la obra de Robert Spaemann, Catedrático de Filosofía de la Universidad de Munich, porque sin salirnos de su obra ya encontramos bases para una fundamentación de la dirección de personas desde la óptica de la confianza.

2. El control sin confianza no es eficiente

Si tuviera que seleccionar una proposición de Robert Spaemann que sirviera de pórtico preliminar a su fundamentación de la confianza como requisito para que se dé una auténtica dirección de personas al servicio de personas en el ámbito sanitario, sin duda escogería la afirmación que da título a esta sección: «El control sin confianza no es eficiente»2. Para llegar a sostener semejante aserto, Spaemann ha procurado antes dar respuesta a un interrogante, que no es ninguna pregunta retórica: «¿Somos dueños de la situación?». En otras palabras: ¿está todo en nuestras manos? La respuesta que proporciona Spaemann es negativa en un doble sentido: cosmológico y antropológico. «En sentido cosmológico [afirma Spaemann] nuestra vida está determinada por una serie de condiciones que no hemos escogido y que no dominamos nunca de modo completo, y ni siquiera substancial»3.

En sentido antropológico, Spaemann menciona dos claves que merecen especial atención: en primer lugar, el hecho de que fuéramos creados y dados a luz sin nuestra participación; en segundo lugar, alude a otra condición antropológica adicional que sirve de freno a la pretensión de algunos de creerse dueños de la situación, y que se pone de manifiesto en «Que nadie puede crear para sí solo este espacio libre. Dependemos de la cooperación»4. O, dicho con otras palabras, la autonomía, entendida en clave de independencia y autarquía absolutas no es posible. Y ello incluso aunque lleguemos a ejercer tareas de gobierno en una organización jerárquica, pues siempre nos encontraremos con que no existen unos únicos poderosos: siempre hay otros de cuya buena voluntad se depende, a la vez que la identificación de los colaboradores con los intereses de quienes gobiernan una organización nunca será absoluta. Se precisaría, en todo caso, entrar en una espiral de mecanismos reforzados de control, que nos abocarían en una búsqueda incesante de controladores que a su vez deberían ser controlados. Este proceso, en el que subyace un cierto regreso al infinito, nos generaría una cooperación del todo punto ineficaz. Page 499

Así se explica, según Spaemann, que «la famosa consigna de Lenin: "La confianza es buena, el control es mejor", sólo [sea] cierta en casos excepcionales, a saber: en los casos en los que la palabra "mejor" no se entiende moralmente, sino en el sentido de "más eficiente". El control sin confianza no es eficiente»5.

3. ¿Es natural la confianza?

La confianza, dado el contexto de interdependencia al que antes hacía referencia, es por principio inevitable. Querámoslo o no, mientras vivamos en el mundo deberemos renunciar al deseo de ser dueños de la situación: tendremos que confiar en los demás. Frente a la propuesta de quedarse consigo mismo (propio de la doctrina epistemológica empirista, cuyas señas de identidad se contendrían en el célebre aserto de Hume: «We never advance one step beyond ourselves» [«no avanzamos nunca un paso más allá de nosotros mismos»]), Spaemann apuesta sin ambages por la proposición que concibe como sinónimos «confiar en alguien» y «abandonarse a alguien».

En otras palabras, la confianza presupone una relación bilateral que viene motivada por la necesidad de una de las partes de abandonarse a la otra, dando un primer paso, que contribuirá a generar ulteriores vínculos, partiendo de dos supuestos poco analizados en nuestro tiempo, como por otra parte asegura MacIntyre, y que se coimplican recíprocamente como son la vulnerabilidad y la dependencia6. La confianza supone, por tanto, un modo de «hacerse vulnerable»7, pero que paradójicamente resulta imprescindible para favorecer el desarrollo de una relación interpersonal e intracorporativa. Enfatizo lo de «paradójico», porque en el paradigma de la certeza8, que constituye una herencia del cientificismo imperante, el modelo no es precisamente la vulnerabilidad (que queda orillada de toda investigación «presuntamente objetiva»), sino la autonomía, caracterizada por la exaltación del yo sin trabas, que acaba convirtiéndose en referencia última de todo discurso y, a la postre, de todo substrato moral9. Cabe resaltar que las pretensiones omniabarcantes del discurso, como canon de moralidad son duramente censuradas por Spaemann, quien sostiene que «por sí mismo, el discurso no engendra la verdad o las normas. Tan sólo las pone a prueba»10.

Con anterioridad hemos aludido al paradigma de la certeza -imperante en nuestros días-, en el que se generan dos mecanismos paralelos que dificultan notablemente el surgimiento de la confianza. Por una parte, se desatienden las necesidades de las personas de carne y hueso, y se apela a «individuos tipo», Page 500 cuyas características dominantes (edad adulta, ausencia de enfermedades, capacidad plena para maximizar utilidades individuales, máximas posibilidades de elección) no interpelan a gran parte de los sujetos reales, pues no en vano un tercio de la población mundial, como sostiene MacIntyre, se encuentra en algún periodo de su vida (en la infancia y en la vejez, preferentemente) padeciendo síntomas evidentes de...

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