Conclusiones

AutorGianfrancesco Zanetti
Páginas171-194
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CONCLUSIONES
1. UNA REFLEXIÓN SITUADA
Los sentidos y la vulnerabilidad, como se han venido descri-
biendo, son construcciones culturales, y es necesario repetir
que no hay noción alguna de naturaleza humana implícita en
estas reflexiones (y a fortiori no hay ninguna metafísica, ni
mucho menos ninguna confutación de metafísicas).
De todas las teorías de la ley natural, ninguna puede pare-
cer igual de graciosa y pretenciosa, y en efecto casi nunca sin
efectos cómicos secundarios, que el iusnaturalismo naturalis-
ta 1, es decir, del intento de deducir alguna forma de elabora-
ción normativa a partir de la biología del ser humano, de la
descripción de la fisiología de los órganos, de una noción de la
naturaleza corporal de los miembros. Marco Tulio Cicerón
observó en el De officiis que la propia naturaleza parece sugerir
qué partes del cuerpo hay que cubrir por decencia, porque ella
misma las cubre con pelo: tenía en mente las pudenda, natural-
mente, pero se acercó a una involuntaria apología del topless 2.
1 Fue Guido Fassò a distinguir el iusnaturalismo, en general, en iusna-
turalismo volontarista, racionalista y naturalista. Vid. FASSÒ, G., La legge della
ragione, Il Mulino, Bologna, 1966.
2 Cic., Offiic., I, 35; vid. CICERÓN, Los deberes, Vosgos, Barcelona, 1978,
pp. 67-68: «En primer lugar, la propia naturaleza parece haberse preocupado
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La percepción sensorial de la que se ha hablado se basa, natu-
ralmente, en la fisiología de los cuerpos humanos, pero se pre-
senta a la reflexión como construcción cultural, elaboración
«civil» que comporta una narración que la interpreta, y apenas
hay que reiterar que en estos casos las cosas siempre «hubieran
podido ir de otra manera».
En cuanto a las vulnerabilidades, el hecho de que se califi-
quen como situadas significa que no sólo no se elabora ningún
tipo de prolegómenos para un catálogo razonado de las vulne-
rabilidades fundamentales, sino también que se asume como
dato de fondo su inevitable futilidad.
Hay un elemento de necesario albedrío, en este tipo de ela-
boraciones, que hay que aceptar, no como un defecto que
dependa de la falta de datos, de dificultades metodológicas, de
irresueltos pero coyunturales problemas epistemológicos, sino
como rasgo constitutivo de la elaboración; un determinado
orden de elaboración no es (y no puede ser) sino una herra-
mienta útil, una luz que ilumina algunos aspectos del proble-
ma, dejando otros inevitablemente en la sombra (a pesar de
que sean importantes) 3.
mucho de nuestro cuerpo: ha hecho inmediatamente visible nuestra forma
humana y todo aquello que en nuestra figura pudiera tener una apariencia
honesta; por el contrario, aquella parte de nuestro cuerpo que se nos había
dado para atender a las necesidades de la naturaleza y que habían de tener
una forma y un aspecto poco agradables, las cubrió y escondió. El pudor de
los hombres imitó este acto tan cuidadoso de la naturaleza. Pues, lo que la
naturaleza ocultó, es lo mismo que alejan de las miradas ajenas los que poseen
un espíritu sano y se esfuerzan por atender a las necesidades de la naturaleza
de forma que la obedezcan de la manera más secreta posible». Cabe señalar la
conexión entre el pudor (emoción roja) y el ojo «del otro»; la continuidad
entre la naturaleza y las costumbres humanas («el pudor [...] imitó») y la ins-
tancia normativa universalista («los que poseen un espíritu sano» se compor-
tan de esta manera, entonces no es necesario tomar en serio quien tuviera
intenciones u opiniones diferentes).
3 Por ejemplo, se podría hablar mucho sobre la vulnerabilidad femenina
a partir de cómo la mujer es vista, y de cómo el cuerpo de la mujer pueda ser
manipulado para hacerlo «más femenino» (según los estereotipos masculinos:

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