Conclusiones

AutorAlfonso Serrano Maíllo
Páginas227-234

Page 227

  1. La idea de oportunidad tiene una larga tradición en Criminología, pero ha comenzado a ocupar el lugar nuclear que le corresponde en la explicación del delito y la victimación desde hace relativamente poco tiempo, apenas unas décadas. Hoy, incluso la tradición criminológica de los procesos de reacción a la infracción de normas ha apelado a este concepto1. Pese a que son habituales definiciones sencillas, no parece existir un concepto unitario de oportunidad, y así en la disciplina se ha utilizado en situaciones muy heterogéneas entre sí. Las mismas incluyen que para convertirse en al menos algunas modalidades de delincuente, como quizá el carterista profesional, se requiere una oportunidad; que las oportunidades lícitas son también importantes para comprender que alguien inicie una carrera criminal o bien la abandone, cuyo ejemplo prototípico es el empleo; o que ciertas situaciones pueden hacer florecer las oportunidades para el delito como cuando, verbigracia, un país necesita financiación y admite casi cualquier entrada de capital extranjero. Pero el uso más habitual, sobre todo desde la aparición en los años 70 de las teorías de los estilos de vida y de las actividades rutinarias, es el de un requisito para que pueda producirse un delito. A partir de esta tradición puede interpretarse que una oportunidad equivale a la existencia de un objetivo apropiado para ser victimizado, a menudo también en ausencia de guardianes capaces de prevenir el delito.

    Entendida en este último sentido o uso, la teoría criminológica, que trata de ofrecer explicaciones causales sobre el delito, ha concedido roles diferentes a la oportunidad. Para Page 228 algunas teorías, la oportunidad desempeña un rol causal central -de acuerdo con el concepto de Tittle2, que puede aplicarse a propuestas integradas y unitarias-; en otras, este rol es esencial pero no central; y, finalmente, la oportunidad no es importante para otras. Por ejemplo, Hirschi y Gottfredson han escrito muy recientemente que la teoría del autocontrol no precisa de la oportunidad «en ningún sentido significativo del término»3. En cualquier caso, en los últimos años la oportunidad ha comenzado a aparecer con una frecuencia creciente entre los mecanismos de las teorías criminológicas etiológicas. Sobre todo las populares teorías o enfoques integrados han sido especialmente favorables a esta opción -una observación que, como veremos, no es baladí. Pero la mayor parte de las teorías criminológicas han tratado y siguen tratando de explicar el delito -que es un evento- en términos de tendencias de ciertos individuos o grupos de individuos a cometerlos. Esta no es, en absoluto, una estrategia criticable, antes al contrario, ya ha arrojado importantes frutos. El problema fundamental es, pues, cuál es el rol que la oportunidad (en sentido objetivo) desempeña en una Criminología orientada al delincuente; o, dicho de otro modo, cuál es la relación entre criminalidad/motivación y oportunidad en el marco de las teorías criminológicas de orientación etiológica. Un planteamiento paralelo puede hacerse desde la perspectiva de las teorías de la oportunidad.

    La tesis que se ha defendido de modo algo prolijo en estas páginas -que por lo general han tratado de pensar desde el punto de vista de las teorías- es que criminalidad/motivación y oportunidad se refieren a o son descripciones diferentes de un mismo evento -siguiendo en ello sobre todo a Davidson. Desde este punto de vista, «son deseables»4 teorías sobre los delincuentes y teorías sobre las oportunidades en un plano o a nivel abstracto, nivel en el que unas pueden bien evocar Page 229 un rol para el otro componente, bien limitarse a mencionarlo o bien incluso ignorarlo en primer lugar. En un plano concreto, el del evento delictivo concreto, motivación y oportunidad se refieren a diferentes descripciones de una misma cosa. Esto quiere decir, inter alia, que un delincuente motivado (en sentido estricto, o sea como un individuo con la intención inmediata de cometer un delito y con un cierto grado de motivación para ello) y un objeto apropiado -en el marco de la teoría de las actividades rutinarias- son elementos redundantes para una teoría en el sentido de que un delincuente sólo puede estar motivado si percibe un objeto que puede victimizar. Esto último es también consistente con la teoría causal (simplificada) de la acción5.

    Esta argumentación no implica, por otro lado, que las teorías de la criminalidad/motivación y las de la oportunidad sean simétricas, que tengan el mismo peso... Ni mucho menos. El motivo es que, siguiendo de nuevo a Davidson6, las descripciones de un evento no son todas igual de completas ni tienen la misma capacidad explicativa. A mi juicio parece claro que las teorías del...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR