El concepto de desarrollo rural

AutorPedro Brufao Curiel
Cargo del AutorUniversidad de Extremadura
Páginas17-32

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1. Distintos planteamientos en torno a la relación del equívoco concepto de desarrollo con el medio ambiente

Desde hace tiempo, principalmente por lo que respecta a ecólogos y economistas, se ha venido formulando una serie de críticas a los sistemas económicos actuales debido a su alta incidencia en la degradación de los recursos naturales y del equilibrio ecológico1. Es decir, el concepto mismo de "desarrollo" como sinónimo de crecimiento se pone en duda como alternativa válida para solucionar los problemas. Es más, hay quienes opinan que el concepto que intenta aunar el crecimiento económico con la conservación de los valores ambientales tampoco es válido al ser un mero intento de justificación de la tradicional política de expansión del consumo y de la intervención humana en la Tierra2.

Como exponentes contrapuestos de la defensa del crecimiento de la economía y del pesimismo por el grado de aumento del gasto de los recursos naturales tenemos como clásicos ejemplos, respectivamente, a Adam Smith y a Thomas Robert Malthus. El primero, en su obra "La Riqueza de las Naciones", se planteó el asunto de cómo hacer crecer la

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economía nacional, anquilosada por el mercantilismo de la época, con vistas a favorecer el libre comercio internacional y a suprimir las rémoras de corte medieval que hacían peligrar la pujante economía británica. Este optimismo en las fuerzas de la libre iniciativa privada, no obstante, se vería limitado por el propio Smith cuando constató que ante el crecimiento de los capitales en un país cualquiera, los beneficios que pueden derivarse de su aplicación disminuían de manera necesaria, ya que se hace cada vez más difícil encontrar un método provechoso de emplear nuevos capitales3. Esto es, se apuntaba ya la idea de un posible "estado estacionario" de la economía en el cual no fuese posible un mayor crecimiento económico.

En el otro extremo nos encontramos con el pesimismo de Malthus4 expresado en su ley de la población. En pocas palabras, lo que este autor vino a decir es que mientras la población se desarrolla en progresión geométrica, la producción de alimentos tendía a hacerlo en progresión aritmética, por lo que frente a un crecimiento exponencial del número de seres humanos se situaba el limitado crecimiento lineal de la obtención de alimentos necesarios para alimentarlos. A esto se le añadiría como consecuencia lógica que el nivel de los salarios siempre estaría muy por debajo del mínimo de subsistencia. Ante esta serie de problemas, la solución que propuso se basaba en la conocida limitación de la expansión demográfica a través de la reducción de la natalidad. Su tesis encontró la oposición de tanto católicos como marxistas. Los primeros, por ir contra el mandato natalista del Antiguo Testamento; los segundos, por considerar que la miseria no es culpa de la existencia de un gran número de "obreros prolíficos", sino del sistema de producción capitalista basado en la propiedad privada.

Tras Adam Smith, David Ricardo fue quien incidió más en las tesis sobre el crecimiento económico5basándose en la ley de rendimientos decrecientes, la cual establece, a grandes rasgos, que al aumentar las can-

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tidades de un factor variable (capital o trabajo) aplicadas a una cantidad fija de otro factor (tierra), el incremento de la producción total (cereal) que resulta de cada unidad adicional del factor variable irá eventualmente decreciendo, de manera que con los sucesivos insumos del factor variable se agregarán incrementos decrecientes, cada vez menores, de producto. Esto es, parte este autor de la hipótesis del carácter limitado de los recursos naturales, por lo que el crecimiento alargo plazo supondría una disminución de los beneficios. Como solución a este dilema de observar una población que presiona sobre los medios de subsistencia, planteaba la reducción de la población o una más rápida acumulación de capital.

Hemos hablado poco más arriba del "estado estacionario". En realidad, es la síntesis de la escuela clásica de la Economía, representada por John Stuart Mill, quien en sus "Principles of Political Economy"6 estableció que el crecimiento de la riqueza no tiene límites, es decir, que al final del estado progresivo se llegaría a un estado estacionario. En esto reconocía a Malthus los problemas del crecimiento sin freno de la población, la cual, con el tiempo, superaría al propio crecimiento del capital, de forma tal que incluso en un estado progresivo la condición de los más pobres descendería al punto más bajo. En este punto hacen una distinción entre las naciones más pobres y las más ricas. En las primeras, defiende la idea de conseguir un aumento de la producción, mientras que en las segundas aboga por una mejora en la distribución de los recursos. Con todo, en este autor es donde empiezan a formularse ideas sobre la conservación de la Naturaleza, siquiera de manera muy genérica. Veamos unas palabras suyas a este respecto7: "Tampoco sería para estar satisfechos el contemplar un día un mundo en el que no quede para la vida espontánea natural; el suelo, cultivado hasta el último ápice..., todas las tierras de pastos, aradas...con todos los cuadrúpedos o pájaros que el hombre no puede domesticar exterminados por ser sus rivales en la alimentación... Si la tierra tiene que perder esa gran porción de lo que en ella es agradable, y que se debe a cosas que el crecimiento ilimitado de la riqueza y de la población habrían de extirpar para poder soportar una población más amplia pero no más feliz, sinceramente espero, para bien de la prosperidad, que los partidarios del estado progresivo se conformarán con ser estacionarios mucho antes de que la necesidad les obligue a ello".

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Hay que notar que sus planteamientos no se realizaron como consecuencia de los efectos de ninguna crisis económica. Antes al contrario, la concibió como la consecuencia lógica y previsible de un determinado sistema económico, sirviendo de ejemplo a los autores de los años treinta del siglo XX para hallar remedio a la crisis de la Gran Depresión de 1929. En esta situación de crisis, sobresale la figura de Keynes, quien creía que a largo plazo llegaría el estado estacionario, el cual podría romperse gracias al gasto público o la política monetaria y fiscal. Fue tras la concatenación de los efectos de la Gran Depresión, la II Guerra Mundial y los inicios de la Guerra Fría cuando la polémica sobre los límites del crecimiento resurgió con gran fuerza y se difundió ampliamente. En esta polémica participaron tanto los partidarios del crecimiento ilimitado como los defensores del crecimiento cero, así como quienes postulaban una gran variedad de posturas intermedias8. Nos remitimos a la obra del profesor Tamames para el estudio de tallado de cada una de las tesis aquí expuestas. En cualquier caso, vamos a detenernos unos momentos en la exposición de cada una de las posturas extremas (Rostow y los partidarios del crecimiento cero, respectivamente) y a la que se puede considerar como una postura intermedia, la de Samuelson, que considera los problemas ecológicos desde el punto de vista de la economía mixta.

Del primer grupo, tomamos como ejemplo a Rostow. En su teoría sobre "las etapas del crecimiento económico"9, propone realizar una clasificación de las distintas sociedades según el lugar que ocupan en el proceso de crecimiento económico: sociedad tradicional, condiciones previas para el despegue, despegue, camino hacia la madurez y, por fin, el alto consumo en masa. A título meramente ilustrativo, se podrían colocar

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en las respectivas casillas de esta clasificación a Nepal, Méjico, Italia, Francia y los Estados Unidos10.

Como presupuesto de esta tesis, se parte de la idea del desconocimiento absoluto de la limitación de los recursos y la imposibilidad material de que todos los países lleguen a una situación como la estadounidense. Por otra parte, se colocaría al conjunto de los pueblos en una hipotética carrera en la que se ascendería y descendería en una supuesta competición sobre la base de un desarrollo lineal en el tiempo y en el grado de consumo. Los partidarios del crecimiento cero11propugnan el freno de la expansión demográfica hasta ponerla a cero y acompasar el crecimiento económico con una sólida redistribución de la renta. Una de sus expresiones más famosas fue el conocido "Manifiesto para la Supervivencia" ("A blueprint for Survival") del año 1971, en el que se analizaban las cuatro posturas básicas que puede adoptar la Humanidad ante la actual crisis ecológica. Una es rechazar las evidentes pruebas de deterioro, alegando sin más que son absurdas y que carecen de fundamento. Una segunda es la que se resume en el dicho español de comamos, bebamos y disfrutemos, que mañana moriremos12. La tercera consiste en argumentar que la técnica y sus especialistas ya lograrán algún mecanismo que solucione estos problemas, actitud primitiva y ramplona que los hechos desmienten continuamente. Por fin, la cuarta respuesta que tenemos es enfrentarse a la realidad y trabajar por el cese de las causas que ocasionan la pérdida de calidad de vida del planeta, postura que, no hace falta decirlo, se defiende por los firmantes de dicho Manifiesto, quienes además afirman que unos usos finitos no podrán mantener un crecimiento ilimitado del consumo de recursos naturales.

En un plano intermedio tenemos a Samuelson, de quien recogemos el concepto de "bienestar económico neto" (BEN) como contrapuesto al

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de producto nacional bruto (PNB), el cual es criticado por no ser capaz de medir con cierto grado de exactitud el bienestar económico. En resumen, el BEN sería el resultado de restar al PNB los costes sociales y los perjuicios ocasionados en...

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