«La conexión entre el capital humano y la competitividad: instrumentos de medición y análisis estructural»

AutorGuillermo Rodríguez Folgar
Páginas199-200

Page 199

José Lorenzo Martín Arnáiz Universidad de Burgos BURGOS, 2008 447 págs

La presente investigación analiza la justificación teórica y empírica de una política que conceda prioridad a la inversión en capital humano como modo de fomentar el crecimiento y la competitividad. El objetivo de la misma es examinar distintos modelos que relacionan la competitividad con el capital humano para investigar la medición de ambas variables, a fin de llevar a cabo un análisis estructural de dicha relación para poder determinar en qué medida el capital humano contribuye a explicar la competitividad de una economía.

En primer lugar el autor revisa la literatura académica, en la que se pone de manifiesto el papel relevante que se le atribuye al capital humano como fuente de crecimiento, así como su importante contribución al desarrollo económico. Sin embargo, esos estudios no ofrecen argumentos concluyentes para poder señalar con un cierto grado de precisión los mecanismos a través de los que el capital humano estimula el crecimiento.

A continuación el autor examina los indicadores posibles para medir el capital humano, decantándose por los indicadores «stock» de capital humano, que sin embargo no capturan las diferencias en la calidad de la enseñanza entre países y niveles educativos, ya que suponen que en todos los países es la misma, por lo que considera que sería deseable la elaboración de un indicador que recogiera esas diferencias, que sería un indicador compuesto, construido a partir de una variable «stock» y una variable que refleje la calidad de la educación (por ejemplo, los gastos por alumno).

Por lo que respecta al concepto de competitividad considera el autor que es muy complejo y tiene un carácter polisémico, que dificulta su medición, siendo múltiple la aproximación que se puede realizar del citado concepto. Entiende que una economía con cotas elevadas de competitividad es aquélla que demuestra capacidad de producción industrial, que disfruta de un nivel de renta per cápita alto y que muestra capacidad para exportar. Además, esa economía debe contar con mano de obra suficientemente cualificada.

Son también muchos los indicadores que se proponen para medir la competitividad, por lo que se debe ser muy cauteloso a la hora de valorar los resultados obtenidos en la medición de la misma. En la presente investigación los indicadores de competitividad que se han considerado más convenientes son los ligados al enfoque llamado estructural. Dichos indicadores deben fundamentar su definición en la capacidad exportadora, como es el caso de las cuotas de mercado o las tasas de cobertura, ya sea expresada en niveles o tasas de crecimiento.

El autor pasa revista a los estudios empíricos de competitividad, optando para estaPage 200 investigación por variables explicativas que incluyan una variable indicativa de la competitividad precio-coste, una variable tecnológica, una variable que aproxime la producción o el tamaño de las economías respectivas o sus sectores y una variable que recoja el nivel y/o la calidad del sistema educativo de los países.

A continuación el autor trata de establecer la conexión entre ambas variables, el capital humano y la competitividad, realizando un recorrido por la literatura académica al respecto, distinguiendo entre los distintos mecanismos a través de los cuales se puede acumular el capital humano: educación formal, formación continua y formación ocupacional, decantándose por los modelos basados en el nivel educativo de la población activa, las exportaciones y el capital intangible de los países.

Una vez delimitados los instrumentos de medición de ambas variables, el autor pasa a hacer un análisis estructural de la conexión entre el capital humano y la competitividad en la OCDE en el período 1985-2000, no sin antes estudiar la evolución de una serie de variables que han tenido cierta relevancia en los trabajos empíricos de capital humano y competitividad como son la población, el PIB per cápita, el PIB por trabajador y la proporción de la inversión en el PIB per cápita.

Tras analizar la composición de la población por niveles educativos, el autor se centra en la conexión existente entre el nivel educativo de la población y el PIB per cápita, que mide a través del coeficiente de correlación lineal, observando un elevado grado de interrelación entre ambas variables en la mayoría de los países de la OCDE.

A continuación examina la evolución de la variable «flujo» de capital humano (la proporción del gasto público en educación en el PIB), registrando dicho ratio, en promedio, un ligero descenso en la OCDE, habiendo crecido las distancias que separan a los países.

En el análisis de la evolución de la competitividad el autor se centra en el estudio de las cuotas de mercado de los diferentes países miembros de la OCDE, poniendo un especial énfasis en las ganancias y pérdidas de cuota de mercado en los diferentes sectores de sus economías.

La mayoría de las diferencias en el crecimiento de las exportaciones de los países de la OCDE no son el resultado de efectos vinculados a la demanda sino de las características asociadas al efecto de competitividad.

Por lo que respecta a España se llega a la conclusión de que en la década de los noventa, en términos globales, nuestro país presenta efectos de competitividad positivos, que son los de mayor magnitud de los países de la UE, tras Irlanda y Finlandia.

Finalmente, por lo que se refiere al vínculo existente entre el nivel educativo de la población y la cuota de mercado, medido a través del coeficiente de correlación lineal, se observa un cierto grado de interrelación (positiva y negativa) entre ambas variables, alcanzándose un valor superior a 0,75 en 14 países. España se encuentra dentro de los países en los que el grado de correlación es muy intenso (0,95).

Termina el autor señalando que en el período objeto del análisis mejora nuestro nivel de capital humano y nuestra competitividad estructural. No obstante, a pesar de los avances realizados, todavía en el año 2000 el sistema educativo español proporciona recursos humanos cualificados en proporción inferior a la del conjunto de países de la OCDE, lo que afecta a la posición competitiva de España.

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