El comercio electrónico y los impuestos: cómo explotar las oportunidades

AutorPricewaterhouse Coopers

"The IPTS Report, is the refereed techno-economic journal of the IPTS,edited by D. Kyriakou, published monthly in English, French, German and Spanish."

Ine Lejeune dirige el equipo fiscal y legal sobre comercio electrónico de Pricewaterhouse Coopers en Europa, Oriente Medio y África y es profesora de la Universidad de Amberes y de la Escuela de Administración IPO/UFSIA sobre IVA e impuestos indirectos. Se interesa también por la alta tecnología y el comercio electrónico. Es ponente habitual en conferencias internacionales sobre comercio electrónico y ha publicado muchos artículos sobre el tema en revistas generales y profesionales.

La situación de los impuestos, en relación con el comercio electrónico, oscila entre los temores de que las comunicaciones mundiales, y en particular Internet, erosionen los ingresos por impuestos, en los que se basan los gobiernos para proporcionar los servicios que esperan los ciudadanos, y la opinión de las empresas de que un sistema impositivo complejo y poco claro sobre Internet suponga un freno para su explosivo crecimiento.

Muchas administraciones fiscales opinan que el comercio electrónico crea problemas en el campo de los impuestos, y lo ven como una amenaza. Sin embargo, existen oportunidades tanto para los contribuyentes como para las administraciones fiscales.

Introducción1

A través de un estímulo general de la economía, el comercio electrónico puede impulsar la recaudación fiscal, en forma de impuestos sobre las rentas comerciales, sobre las rentas personales (como resultado de la creación de empleo) y sobre el consumo. Al mismo tiempo, el comercio electrónico puede mejorar la eficacia de la gestión y cobro de impuestos. Automatizando todo el proceso, por medio de la tecnología, el coste del cobro de impuestos se puede reducir hasta en un 50 a 90 por ciento.2 En consecuencia, el comercio electrónico puede permitir que las administraciones fiscales reorienten sus recursos hacia el control, la cooperación y el servicio al contribuyente.

Utilizar la tecnología para automatizar la gestión y cobro de impuestos puede rebajar su coste hasta en un 50-90 por ciento

El comercio electrónico, en todas sus facetas, crea una oportunidad para integrar a las naciones en un flujo comercial mundial, coherente y sostenido, aumentando así la riqueza mundial. Además, el comercio electrónico alivia buena parte de las trabas administrativas que pesan sobre los comerciantes. A menudo, producir y procesar una factura cuesta hasta 100 dólares, independientemente de que el valor del producto facturado sea de diez dólares o de varios millones. La facturación electrónica rebaja esos costes, y así las empresas pueden reorientar sus recursos. Esto significa que la factura, el documento comercial más importante de todos, puede enviarse y procesarse por medios electrónicos, y no manualmente.

A este respecto, es interesante considerar los nuevos modelos comerciales, que se están desplazando desde la cadena de suministro tradicional "integrada" hacia una economía en red. Los modelos actuales consideran proveedores externos para actividades periféricas y cambios en la cadena de valores según lo exigen las oportunidades de mercado: por la duración de un contrato, para todos los servicios prestados a un cliente determinado, o sólo por el tiempo necesario para realizar una transacción electrónica. Otras tendencias importantes son la des-intermediación y la re-intermediación. Estos fenómenos son también significativos desde la perspectiva fiscal. No obstante, los impuestos no deben impedir que las empresas cambien.

El movimiento comercial hacia Internet presenta más oportunidades que problemas. Hay que tener cuidado, sin embargo, en garantizar que los políticos respondan a tiempo a los retos y no hagan que se pierdan oportunidades para las empresas y para el interés común.

Cómo adaptar los impuestos nacionales al comercio internacional

Con vistas a crear un campo de juego neutral para las empresas y para los gobiernos, es preciso revisar la política fiscal. La política fiscal afecta a la soberanía y es todavía, básicamente, de ámbito nacional (los impuestos directos y la mayor parte de los indirectos van directamente a los presupuestos nacionales), mientras que el comercio electrónico simplemente no lo es. Si bien no mundial, el comercio electrónico atraviesa casi siempre las fronteras. La cooperación internacional es un factor de éxito clave para el comercio y para la política, pero es lenta en comparación con el ritmo de cambio en el comercio.

La política fiscal afecta a la soberanía y es todavía, básicamente, de ámbito nacional. Los impuestos directos se basan aún, en gran medida, no en los flujos comerciales mundiales sino en la presencia física, en los activos tangibles, en declaraciones impresas, etc.

Los impuestos llevan todavía la huella de la era pre-mundial. Los impuestos directos se...

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