Imprerialismo y colonialismo en el imaginario europeo del siglo XIX

AutorJavier Dorado Porras
Cargo del AutorEditor
Páginas581-610
1. INTRODUCCIÓN
La presencia europea fuera de sus fronteras comienza en el siglo XV
con Vasco de Gama y Cristóbal Colón. Desde estas expediciones hasta
la independencia de los territorios respecto a sus correspondientes
metrópolis, el XIX será un siglo clave para su evolución. En 1821 se
producen los acontecimientos de Ipiranga que desembocarán en la in-
dependencia de Brasil y en 1824, la batalla de Ayacucho, significará el
comienzo del fin del colonialismo español en la América Continental.
A partir de entonces la mirada de Europa se dirigirá a los continentes
africanos y asiáticos, toda vez que el primer tercio del siglo XIX signifi-
cará la independencia de la mayor parte de las colonias europeas en
América.
Los orígenes coloniales de los territorios de las potencias europeas,
basados en la connivencia de intereses de tipo económico o religioso,
aprovechado por aventureros o grupos que huyen de persecuciones
de diferentes tipos, adquiere en el siglo XIX un cariz diferente. Angel
Bahamonde y Ramón Villares señalan, de común acuerdo con una
buena parte de especialistas lo siguiente: “se pueden distinguir clara-
mente dos fases en la historia de la expansión colonial europea con-
temporánea. La primera, que se extiende hasta 1880, se caracteriza por
la práctica de un tipo de explotacn colonial de cacter “informal”,
esto es, en la que había relaciones económicas desiguales que no com-
portaban la obligación de un control político del territorio colonial por
parte de la metrópoli. La tendencia predominante era la de establecer
relaciones comerciales, pero no ocupar territorios, salvo en los casos de
desplazamiento de las fronteras interiores, como sucede en América
del Norte o en la Siberia rusa. Las novedad de los años posteriores a
HISTORIA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES. Tomo III: Siglo XIX582
1880 consiste en que el principio de territorialidad se convierte en pau-
ta obligada para los estados industrializados”1.
Esta evolución por tanto, desemboca en la institucionalización de
las diferentes formas de dominación de los territorios. El nacimiento y
la consolidación de los imperios vendrán vinculados en diferentes
épocas históricas en la capacidad de las metrópolis de poder organizar
administraciones que aseguren la presencia estable de la potencia co-
lonizadora. En el siglo XIX además entran en competencia las naciones
que siguiendo el modelo británico, pretenden con una señal unívoca
respecto a otras potencias, con las que entran en competencia, la ex-
plotación de los recursos desde un espacio europeo en el que se está
desarrollando el capitalismo y la revolución industrial.
En este apartado de la historia del siglo XIX, señalaré algunos as-
pectos que para el imaginario europeo supuso la aventura colonial, es-
pecialmente en Gran Bretaña.
2. EVOLUCIÓN DE LA EUROPA DEL COLONIALISMO EL
SIGLO XIX
Uno de los puntos de partida de este escenario está en los descubri-
mientos realizados en el siglo XVI.
El principio motor será la actividad mercantil, la necesidad de en-
contrar nuevas rutas ante los problemas de inseguridad de antiguas
vías comerciales y de la oportunidad de asegurar una situación hege-
mónica cuando no de monopolio, por parte de las potencias emergen-
tes, es decir España y Portugal. A estos Estados le siguieron, Francia,
Inglaterra y Holanda.
En esta fase los relatos de exploradores y marinos (muchos de ellos
pertenecientes más al mito que al ámbito de la geografía, habían abier-
to vías de dudosa credibilidad pero practicadas insistentemente en el
imaginario occidental), entraron en connivencia con el estímulo de los
beneficios y las ambiciones geoestratégicas de los estados modernos,
en la búsqueda de dichas rutas mercantiles.
Sociedades geográficas europeas habían puesto recompensa a no-
ticias fidedignas sobre ciudades míticas como Tombuctú, que no era
1BAHAMONDE, A y VILLARES, R. Historia del Mundo Contemporáneo. Taurus, Ma-
drid, 2001. Pág. 145 y s.

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