Colonialismo y feminización: estatuto personal y matrimonios mixtos en el protectorado de España en Marruecos (1912-1956)

AutorJosep Cañabate Pérez
Cargo del AutorProfesor lector Serra Húnter, Historia del Derecho y de las Instituciones
Páginas39-59
COLONIALISMO Y FEMINIZACIÓN: ESTATUTO
PERSONAL Y MATRIMONIOS MIXTOS EN EL
PROTECTORADO DE ESPAÑA EN MARRUECOS
(1912-1956)
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Profesor lector Serra Húnter
Historia del Derecho y de las Instituciones
1. INTRODUCCIÓN: EL RESQUEBRAJAMIENTO DEL “VELO”
Las relaciones personales entre “colonizadores” y “colonizados” estaban
marcadas en el Imperialismo colonial de  nales del siglo XIX y principios del
XX por un acentuado y desigual distanciamiento. Las imágenes, estereotipos
y lugares comunes sobre los que se asentaba la legitimación ética y moral
de la adquisición de vastos territorios en el continente africano provocaban
esta categorización entre “civilizados” y “no-civilizados”. El autor de origen
palestino Edward Saïd en sus obras clásicas Orientalismo y Cultura e Imperia-
lismo describe como el discurso colonial ofrece a las potencias europeas los
argumentos para extender su dominio global en base a la “mission civilisatrice
o, en su versión anglosajona, al “white man burden”. Este discurso sitúa a los
habitantes de estos territorios como “salvajes”, “primitivos”, con la mentali-
dad de un menor de edad al que se debía “tutelar” hacia el progreso logrado
por la civilización europea.
La colonización el norte de África no supone una excepción en esta
conceptualización discursiva de la expansión territorial europea. Sin em-
bargo, presenta algunas peculiaridades de amplia signi cación. Los inter-
nacionalistas que teorizan jurídicamente sobre la colonización entienden
que el Norte de África es un espacio “semi-civilizado”, diferenciándolo del
África subsahariana; además, muestran una especial consideración por todas
aquellas cuestiones que puedan afectar al Islam. En conexión con la religión
musulmana se hallaban aquellas materias relacionadas con el “estatuto de la
persona” que regulaban a la familia, el matrimonio, la adopción, la herencia,
Josep Cañabate Pérez
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etc. La función de la mujer, que era transversal en estas cuestiones, estaba
ampliamente tasada por un código de conducta que se dividía netamente
entre el comportamiento lícito (“halal”) y el ilícito o prohibido (“harem”).
Como señala la socióloga marroquí Fátima Mernissi en su obra Sueños en el
umbral. Memorias de una niña del Harén, a la mujer se le reservaba socialmente
un espacio doméstico, un mundo femenino en el cual convivían tías, abuelas,
primas y hermanas, pero también esclavas. Los muros del harén burgués
de Fez que describe Mernissi representan el dominio de la mujer, así como
una regulación de las relaciones de sometimiento al hombre, incluida la
regulación de las relaciones sexuales.
La época en que la feminista marroquí rememora a través de la  cción
su niñez es la del protectorado hispanofrancés en Marruecos (1912-1956)
1, una experiencia colonial tardía en la cual se producirá un encuentro asi-
métrico de carácter social, político, económico y también jurídico entre los
colonizadores y una sociedad regida por un profundo sentido de pertenencia
religiosa y étnica. Los lugares de encuentro, reales y simbólicos, entre ambos
colectivos humanos estaban marcados por el distanciamiento, la incompren-
sión y el temor que obviamente generaba una situación de dominación y
represión. En este contexto, ni para el orden colonial resultaba de agrado
el establecimiento de vínculos sentimentales o sexuales con la población
“tutelada”, ni para la mentalidad musulmana era aceptable el trato íntimo
con los que consideraban como “in eles impuros” que provenían de tierras
lejanas portando desgracias.
Para la sociedad marroquí, el acercamiento a la población colonizadora,
además de las prohibiciones religiosa, contaba con unas imágenes, muy
negativas, enraizadas en la mentalidad tradicional árabe. La palabra para
designar en la lengua arábiga a occidente, “gurib”, cuenta con una raíz
léxica relacionada simbólicamente con aquello que es oscuro y tenebroso,
es el lugar donde desaparece el sol y de donde proviene la magia negra,
las enfermedades. Igualmente, comparte etimología con el cuervo negro
que es el símbolo de la mala suerte. El colonialismo no ayudó a romper las
fronteras (“hudud”), ni las físicas, ni las simbólicas, entre el mundo árabe y
el occidental, sino más bien a establecer, citando nuevamente a la socióloga
marroquí Fátima Mernissi en su obra Miedo a la modernidad. Islam y democracia2
un “hiyab” (velo en castellano), un “telón” equiparable al de acero.
1 Vid. MORALES LEZCANO, Víctor, España, de pequeña potencia a potencia media: un
ensayo sobre el dilema de su proyección exterior, Editorial UNED, Madrid, 1991. Asimismo, contiene
amplia información sobre la evolución de la cuestión marroquí en España la obra de MAURA
Y GAMAZO, Gabriel, La cuestión de Marruecos desde el punto de vista español, M. Romero, Imp.,
Madrid, 1905. Gabriel Maura Gamazo, hijo de Antonio Maura, era uno de los políticos que
mejor conocían los asuntos Marroquíes a principios de siglo.
2 MERNISSI, Fátima, El Miedo a la modernidad. Islam y democracia, Ediciones del oriente
y del Mediterráneo, 1992.

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