Clonación y derecho penal

AutorLorenzo Morillas Cueva
CargoCatedrático de Derecho Penal de la Universidad de Granada

No existen muchos temas, como sucede con el de la manipulación genética y en concreto con el de la clonación, que sin estar definitivamente desarrollados y, en algunos de sus aspectos, con evidentes contradicciones técnicas en cuanto a su contenido y posibilidades, merezcan tanta atención, sean objeto de tan profunda controversia social y generen tan provocadoras argumentaciones a favor y en contra. Lo que inicialmente se planteó como alternativa a la esterilidad se ha ido completando y ha asumido nuevas dimensiones que demandan también, dada su multidisciplinariedad, novedosas respuestas, a las que no puede ser indiferente el derecho, ni tampoco el derecho penal.

Es cierto que todo ello parece incrementado en los últimos años con declaraciones institucionales y con la aceptación en varios países de la llamada clonación terapéutica con fines médicos, lo que hace que se profundice todavía más en el debate. La obtención de células madre de un embrión clonado para conseguir tejidos destinados a implantes provoca una serie de utilidades difícilmente rechazables. En cualquier caso, semejantes tendencias liberalizadoras se autolimitan paralelamente con medidas de control restrictivas de su amplio desarrollo y, sobre todo, de su imprevisible alcance.

A pesar de semejantes cautelas, la sola idea de clonar embriones humanos, sea con fines reproductivos o no, ha provocado reacciones de muy diverso tipo. Desde los que aplauden los informes a favor de la clonación terapéutica, los que defienden el derecho a la reproducción en su sentido más amplio, que incluiría la propia clonación reproductiva o los mismos portavoces de la Fundación de la Clonación Humana que defienden a ésta como un hecho inevitable y muy cercano, por lo que lo inteligente sería debatir cómo aceptarlo y, en todo caso, cómo regularlo; hasta los que consideran que ni los experimentos con embriones humanos ni ningún tipo de clonación son asumibles desde una perspectiva ética y que, en consecuencia, los científicos deben de abstenerse de algo, que según afirma la Pontificia Academia para la Vida conlleva la 'supresión de embriones-fetos antes del nacimiento, lo cual manifiesta un proceso instrumental y cruel respecto al ser humano'.

Sea como fuere y se participe de cualesquiera de las orientaciones y compromisos antes enunciados, la realidad, parece que incuestionable, es la necesidad de armonizar las exigencias y los retos de futuro de una investigación cada vez más abierta y sugerente...

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