El cambio climático, amenaza para la biodiversidad. Respuestas en curso

AutorTeresa Ribera Rodríguez - Concepción Martínez Lope
CargoSecretaria de Estado de Cambio Climático. - Consejera Técnica en la Secretaría de Estado de Cambio Climático.
Páginas269-294

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I Introducción

La biodiversidad se ve afectada por muchas presiones tanto naturales como debidas a las actividades humanas. Entre ellas, se incluyen las presiones producidas por una creciente demanda de recursos; la explotación selectiva o la destrucción de las especies; el cambio en el uso o la cubierta de los suelos; la contaminación de los suelos, aguas y aire; la introducción de especies no autóctonas; la desviación de aguas hacia ecosistemas gestionados de forma intensiva y sistemas urbanos; y la urbanización e industrialización. El cambio climático constituye una presión adicional sobre los ecosistemas, la biodiversidad que está contenida en ellos, y los bienes y servicios que proporcionan. El cambio climático afecta directamente a las funciones de crecimiento y comportamiento de los organismos individuales, modifica poblaciones en tamaño y estructura, y afecta a la estructura y función del ecosistema, en la descomposición, ciclos de los nutrientes, flujos del agua, composición de las especies e interacciones de las especies y la distribución de los ecosistemas dentro de los paisajes; e indirectamente a través de cambios en los regímenes de alteraciones3.

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El clima es un elemento determinante de las características físicas y biológicas de nuestro entorno. A él se deben las pautas de la vegetación, su estructura, la productividad, y la mezcla de especies animales y vegetales. La temperatura, la distribución y la intensidad de la pluviometría, la humedad relativa y las características del suelo constituyen variables clave en la aparición y pervivencia de especies vegetales y animales. Muchas plantas se pueden reproducir y crecer con éxito únicamente dentro de un rango específico de temperaturas, y responder a determinadas cantidades y patrones estacionales de precipitación; pueden verse desplazadas debido a competencia con otras plantas, o incluso no pueden sobrevivir si cambia el clima. Los animales buscan temperatura y precipitación acorde a sus características fisiológicas y dependen de la persistencia de las especies de las que se alimentan.

Por ello, los cambios en la variabilidad climática, en los extremos y en los valores medios determinan los impactos del cambio climático sobre los ecosistemas, generando riesgos significativos para distintas especies y alteraciones muy importantes en las características locales de las que se sirven los asentamientos humanos para organizar su entorno social y económico. La cuestión crítica es entonces cuánto puede el cambio climático aumentar o impedir estas pérdidas de la biodiversidad, a qué ritmo y, en su caso, cuál es el mejor modo para evitar o, al menos, paliar sus efectos.

La interacción entre clima, biodiversidad y procesos de erosión asociados a éstos y otros cambios de origen antropogénico quedaron visiblemente vinculados en la Conferencia de Río de 1992, en la que se adoptaron los tres grandes acuerdos multilaterales ambientales dedicados a la concertación multilateral en políticas de cambio climático, protección de la biodiversidad y lucha contra la desertificación.

Desde entonces ha habido un intenso trabajo a escala internacional, comunitaria y nacional para dar respuesta adecuada a los retos identificados y cumplir con los compromisos asumidos. En grandes líneas, el resumen de los diecisiete años transcurridos presenta claroscuros importantes: el nivel de divulgación social de las amenazas, su origen y el modo en el que reaccionar para evitar que se materialicen ha crecido notablemente; la intensidad en la respuesta, sin embargo, sigue siendo todavía tímida quedando muchos de los objetivos asumidos en aquel momento pendientes de materialización.

Existe un elevado consenso en torno a la idea de que el cambio climático de origen antropogénico constituye una de las mayores amenazas para la biodiversidad en el momento actual agravando o acelerando procesos que amenazan seriamente especies o ecosistemas y que pueden tener su origen en causas distintas. Hacer frente de manera satisfactoria al riesgo que representa requiere actuar en tres frentes: conocer con creciente precisión los efectos en curso y los previsibles; reducir al máximo las causas que inducen el cambio climático antropogénico (las emisiones de gases de efecto invernadero) y aplicar las medidas que garanticen una mejor adaptación a los efectos residuales con los que convivirán.

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En los tres ejes de actuación es imprescindible una respuesta concertada a escala global pero, claramente, en el primero y el tercero -la observación y la adaptación- el protagonismo de las políticas nacionales y locales es incuestionable. En el primer caso, tan imprescindible es contar con una buena capacidad de observación y proyección -fundamentalmente procedente de la comunidad científica- como -y esto es lo más novedoso- una excelente capacidad de coordinación y comunicación de la información que permita optimizar la capacidad de respuesta.

A mayor solidez del conocimiento y mejor difusión de la información, es posible lograr mayor demanda de respuesta, mejor acogida de las medidas orientadas a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero que originan el cambio climático y, por último, un mayor acierto en la integración de medidas de adaptación a los efectos.

II El cambio climático amenaza la biodiversidad4Si bien resulta difícil cuantificar de modo exacto los impactos del cambio climático, dadas las presiones múltiples e interactivas que actúan sobre los ecosistemas, todos los estudios científicos y los Informes del IPCC corroboran que los cambios en el clima ejercen una presión adicional y ya han comenzado a afectar a la biodiversidad.

El origen de esta presión es imputado al crecimiento acelerado de las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero. Desde la era preindustrial han aumentado vertiginosamente, a un ritmo sin precedentes sólo explicable por la actividad del hombre, en particular por una intensa utilización de combustibles fósiles y por cambios masivos en el uso y en la cubierta de los suelos. Estos factores, junto a causas naturales, han contribuido a alteraciones en el clima de la Tierra a lo largo de todo el siglo XX: ha subido la temperatura de la superficie terrestre y marina, han cambiado los patrones espaciales y temporales de las precipitaciones; se ha elevado el nivel del mar, y ha aumentado la frecuencia e intensidad de los fenómenos extremos.

Con respecto a la proyección futura es imprescindible tener en cuenta los posibles impactos de otras actividades humanas pasadas, presentes y futuras así como las pautas de uso de los suelos y del agua, que afectarán en gran medida a la capacidad de los organismos para responder a los cambios climáticos. En todo caso, los modelos globales más consolidados manejan escenarios de incrementos de tempera-

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tura media importantes que afectarían seriamente a las condiciones en las que se desarrollan los distintos ecosistemas.

Proyecciones de las temperaturas de la superficie

[VER PDF ADJUNTO]

Fuente: 4AR. IPCC, 2007.

El efecto general del cambio climático estimado muestra que los hábitats de muchas especies se desplazarán hacia los polos o hacia altitudes mayores respecto a sus emplazamientos actuales. Las distintas especies reaccionarán de modo diferente: algunas migrarán a distinta velocidad a través de paisajes naturales fragmentados; otros, como los ecosistemas actualmente dominados por especies de larga vida (tales como árboles longevos), tardarán antes de manifestar los efectos de estos cambios.

El impacto de la elevación del nivel del mar sobre los ecosistemas costeros, como por ejemplo los manglares y humedales costeros, y los pastos marinos variará en diferentes regiones según la erosión causada por los mares y los procesos de encenagamiento que ocurren en la tierra. Se estima que a nivel mundial, cerca del 20 por ciento de los humedales costeros se podrían perder hacia el año 2080, como consecuencia de la elevación del nivel del mar. El riesgo de extinción para muchas especies vulnerables aumentará.

Por otra parte, todo apunta a que si se producen importantes alteraciones en el ecosistema (como por ejemplo la disminución de especies dominantes o una gran

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proporción de las especies), pueden aparecer pérdidas en la productividad neta del ecosistema al menos durante el periodo de transición. Sin embargo, en muchos casos, la pérdida de biodiversidad en ecosistemas diferentes y amplios debido al cambio climático no implica necesariamente una pérdida de productividad, ya que existe un grado de redundancia en la mayoría de los ecosistemas. La pérdida de la contribución a la producción de una especie determinada dentro de un ecosistema se puede ver reemplazada por otras especies. Los impactos del cambio climático en la biodiversidad ni los posteriores efectos en la productividad no han sido calculados a escala mundial.

Estas grandes tendencias son concretadas para las distintas regiones y...

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