La tecnología de la comunicación y de la información: una de las claves para la igualdad de oportunidades de las persona

AutorCristina Larraz Istúriz

La tecnología de la comunicación y de la información: una de las claves para la igualdad de oportunidades de las personas con discapacidad

"Mi vida empezó hace 44 años con dificultades. El parto se complicó y sufrí una anoxia (falta de oxígeno) que dañó algunas zonas de mi cerebro importantes para la motricidad de todo mi cuerpo, incluidas las áreas que me permitirían comunicarme oralmente. Mi capacidad cognitiva estaba intacta y tuve la suerte de nacer en una familia que desde el primer momento no se centró en lo que no podría hacer, sino en todo lo que les aportaba y por lo tanto podría aportar al resto de la sociedad.

Soy la mediana de tres hermanos y no recuerdo haber tenido privilegios por el simple hecho de ser una persona con discapacidad, sin embargo sí recuerdo desde muy pequeña a mis padres jugando conmigo e inventando asientos de madera con cojines, dispuestos de tal manera que me permitieran mantenerme erguida cuando lo necesitaba, y patinetes con un pequeño motor que paliaran mi imposibilidad de acercarme a explorar el mundo que me rodeaba.

Yo apretaba un botón que tenía a la altura de mi barbilla y mi tabla con ruedas comenzaba a moverse hacia los objetos y los "peligros" que me atraían. Cuando todavía nuestro peso era ligero, mis hermanos lo usaban conmigo y yo les llevaba de un sitio a otro de la habitación. Jugar con ellos y ser yo la que les proporcionaba diversión, era uno de mis mayores placeres en aquel momento de mi vida. Aún antes de esto, yo ya disponía de una pequeña alarma para llamar a mi madre cuando la necesitaba, un aparatito en el que mi hermana había grabado la palabra "mamá". Más tarde supe que se llamaba comunicador y que uno como éste, pero mucho más sofisticado, sería mi voz cuando creciera no lo recuerdo con claridad, pero sé que desde muy, muy pequeña acudía a un centro de atención temprana en el que me ayudaban a adquirir las habilidades propias de mi edad. Empecé a ir a la guardería con pocos años, allí había una persona que se ocupaba de mí especialmente y que me ayudaba a hacer a mi manera las cosas que los otros hacían por sí solos. Por las tardes acudía a un centro en el que trabajaba mi cuerpo y mis sentidos y por tanto mi inteligencia se desarrollaba con ellos.

Entrábamos en un cuarto semi-oscuro, la sala de estimulación multi-sensorial , en la que había luces y objetos pintados con colores fluorescentes, una cama de agua, unas hilos de plástico con puntitos de luces que yo podía modificar al tocarlos y doblarlos, bolas de espejos, como los que hay en algunas discotecas, que giraban y reflejaban partes de la sala.

La música y los sonidos que se oían también eran especiales, ruidos de la naturaleza, de pájaros, del agua, del viento...Aquí, al estar relajada, mi espasticidad era mucho menor y lograba hacer cosas que en otras situaciones me resultaban casi imposibles, por eso algunos días también trabajaba en este lugar especial con mi fisioterapeuta y mi logopeda, otras de las personas que siempre han estado cerca de mí.

(Salas de estimulación multisensorial Snoezelen: www.cecaproin.com)

Cuando volvía a casa, cada día había un nuevo dibujito pegado en algún sitio.

(Símbolos SPC: www.mayerjohnson.com )

Eran símbolos de un sistema de comunicación especial que empezaba a utilizar para "decir", señalando como podía -con mi puño o con la mirada-, lo que necesitaba, lo que prefería llevar puesto, a lo que quería jugar o lo que quería comer. De esta forma no sólo mis padres y hermanos me entendían, también mis tíos, mis abuelos y personas con las que no coincidía diariamente. Ellos señalaban, al hablar conmigo, estos mismos dibujos y así me resultaba más fácil aprenderlos para utilizarlos al comunicarme. Reflejaban las palabras que me decían.

Éstas estaban escritas en la parte de arriba, lo que me fue ayudando poco a poco a identificar el dibujo con su palabra escrita. Así, todas las acciones, los objetos que me rodeaban, las personas que rondaban por mi casa y mi guardería, los alimentos que aparecían en mi plato,?.todo lo que los demás nombraban, tenía su dibujito correspondiente, que paulatinamente iba apareciendo pegado a lo que representaba o en el lugar estratégico en el que yo lo podía identificar. La casa estaba llena de símbolos para que yo los fuera identificando con su significado e interiorizándolos; se parecía a la del anuncio de la tele en el que aparece Beckham con miles de palabras en español pegadas a los objetos. Al lado de las galletas, del chocolate, de la tele, del lavabo, de todo lo que tenía cierto interés para mí, había un símbolo muy parecido a lo que se refería. Por la mañana, mi madre me mostraba las opciones que ese día había para desayunar o las posibilidades de la ropa que me podía poner, y yo elegía: tortitas con nata, pan tostado o fruta; zapatos o botas.

Estos símbolos también aparecían en los cuentos que, todas las noches, mis padres me leían. Las palabras que se repetían, lo más importante del texto o el animal que aparecía en la página, tenían su correspondiente...

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