Ciudadanía y latinidad en la romanización de hispania en el período republicano

AutorAlejandro Valiño
Páginas57-89
CIUDADANÍA Y LATINIDAD
EN LA ROMANIZACIÓN DE HI SPANIA
EN EL PERÍODO REPUBLICANO
Alejandro VALIÑO
Universidad de Valencia
SUMARIO: I. ANTECEDENT ES DE LA ORDENACIÓN PROVINCIAL DE HIS-
PANIA DURANT E LA C AMPAÑA DE CONQUISTA.—II. CO NFIGURACIÓN
POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA DE LA HISPANIA ROMANA EN EL PERÍODO
REPUBLICANO.—1. Denominació n y funciones del «gobernador de la provincia»
en Hispania durante el período republi cano.—2. Alcance de la demarcación provin-
cial en Hispania: la situación de las ciudades preexistentes.—III. COMUNIDADES
CIUDADANAS E N HISPANIA.—1. Breve referencia de concept o a la municipali-
zación y colonización como instrumento para la romanización.—2. Estatuto jurídico
resultante de la romanizació n: civitas optimo iure vs. ius Latii.
RESUMEN: El trabajo está dedi cado al estudio de l origen de la rom anización
de Hispania, en p articular po r lo que concierne a su organización política y
administrati va durant e el período republicano. En este largo camin o, Roma
supo co nvivir con las comunidad es ciudadanas preexistentes, dispensándoles
distintos es tatutos jurídicos ante s de afrontar su incor poración a la concepc ión
política ro mana desde la lat inidad y la ciuda danía.
PALABRAS CLAVE: ius Latii, civit as optimo iure, municipiu m, colonia,
civitates i uris peregrini.
ABSTRACT: The pap er is devoted to th e study of the origi n of the Hispania’s
romanization, particularly regarding their political and administrative o rganisa-
tion du ring the ro man Republic. In the long run, R ome was ab le to live with
the pre-exi sting Spanish citie s, granting to the m different legal st atutes before
affronting their incorpor ation into t he ro man po litical conception from the
latinitas a nd Roman citizensh ip.
58 ALEJANDRO VALIÑO
KEYWORDS: ius Latii, civitas optimo iure, municipium, colonia, civitates
iuris peregrin i.
I. ANTECEDENTES DE LA ORDENACIÓN PROVINCIAL
DE HISPANIA DURANTE LA CAMPAÑA DE CONQUISTA
Más que el relato detallado de las operaciones militares que con-
dujeron a la consolidación del dominio romano en la península ibérica
nos interesan los aspectos organizativos y administrativos, en particular
la demarcación provincial de que fue objeto pocos años después de la
expulsión de los púnicos de la península ibérica1. Los antecedentes
podemos situarlos en las postrimerías de la contienda contra los carta-
gineses cuando éstos apenas conservaban el baluarte de Gades. El por
entonces incipiente propósito organizativo y administrativo de Publio
Cornelio Escipión, concretado posiblemente en exacciones tributarias
y en levas militares impuestas a las poblaciones ilergetas, provocaron
las sediciones de algunos régulos aliados, como Indíbil y Mandonio,
dando al traste con las alianzas recién estrenadas con ellos y resultado
del creciente prestigio que en el campo de batalla se había ganado Es-
cipión. El imperium proconsularis que ostentaba el brillante general
romano le facultaba para la adopción de medidas del género sin que
todavía ello contara con el correspondiente aval senatorial ni pudie-
ran todavía justi carse por efecto de una demarcación administrativa
concebida en sentido técnico y autorizada con carácter previo desde la
oligarquía senatorial.
Lo cierto es que la demarcación provincial no siguió de manera
inmediata al éxito militar, lo que ahonda en la tesis de que la presencia
romana en la península ibérica fue meramente coyuntural y no ligada a
un plan preestablecido de propósitos expansionistas. Más bien, el deseo
de sustraer a Aníbal los bene cios de toda índole que provenían del
otro lado de los Pirineos, indispensables para su propósito de derrotar
a Roma en su propio terreno, actuó como Leitmotiv de la presencia
romana en la península. La constatación en el curso de las operaciones
militares por espacio de más de una década de las múltiples posibili-
dades y riquezas que ofrecía aquel vasto enclave extraitálico sirvió de
estímulo para mudar aquel objetivo esencialmente militar hacia otro
de mayor calado, esto es, el de la colonización romanizadora con el
propósito de explotar al máximo cuanto tan celosamente encerraba la
1 Un sintético elenco de la historiog rafía de la Hispania rom ana nos lo brinda J. M . BLÁZ-
QUEZ, «La hi storiografía sobre la edad antigua», en H istoria de la histori ografía española, Ma-
drid, 2003, pp. 17 ss., con un capítulo especí co ded icado a la historiografía de la rom anización
de España, pp. 41 ss.
CIUDADANÍA Y LATINIDAD EN LA ROMANIZACIÓN DE HISPANIA... 59
península ibérica2. Pudiendo añadir además el no despreciable valor
estratégico de la misma con vistas a la eventual relegación de la gran
potencia enemiga a su originaria ubicación africana, pues nada acon-
sejaba dejar a enemigo tan aquilatado la más mínima oportunidad de
recuperación.
Este improvisado afán anexionista, constatable por la carencia de
un plan de acción prediseñado a propósito, atribuirá a la experiencia
colonizadora características propias en lo político-administrativo, bási-
camente quiebras de la escrupulosidad en el modo de hacer en política
que se ligaba al modelo constitucional republicano. Ya en la propia
conducción de la campaña en los por entonces dominios púnicos todo
parecía discurrir por la senda de la irregularidad constitucional, algo
evidenciable desde los primeros pasos de los romanos en la península
de la mano de un Cneo Cornelio Escipión, delegado de su hermano y
cónsul competente Publio Cornelio Escipión, sin que quede bien de ni-
da la denominación en la que descansaban sus funciones militares ni el
modo formal de atribución de las mismas. Todo apunta al otorgamiento
de un poder personal extraordinario conferido uniteralmente por el
cónsul, que se justi ca en el marco de las urgencias a las que dio lugar
el rápido avance de Aníbal sobre Italia, prerrogativas, por lo demás, de
las que no fue despojado a la llegada de su hermano ya en calidad de
proconsul3. La singularidad de la atribución potestativa ha dado pábulo
a toda suerte de especulaciones sobre cuál habría sido el título que, en
realidad, habría correspondido a Cneo Cornelio Escipión, pero parece
segura la subordinación a los designios de su hermano Publio, no sólo
por el modo en el que se actuó el nombramiento, sino por la designa-
ción de este último como proconsul en el 217, lo que le confería un
señorío pleno en la conducción de la campaña de la península. No obsta
para ello la conocida frase liviana communi animo consilioque gerebant
bellum4, puesto que ésta no puede sino signi car la conformidad con
lo ya realizado por el hermano (básicamente, la forti cación en pro de
los intereses romanos de Tarraco) y la responsabilidad colegiada de
afrontar una empresa de proporciones territoriales tan exigentes que no
hubiera podido acometerse sin una doble articulación de la acción mi-
litar. Lo cierto es que esta duplicidad del mando militar, por exigencias
estratégicas, culminó con el reconocimiento o cial del poder de Cneo
Cornelio Escipión. Las fuentes hablan ya por entonces de las Hispaniae
para referirse al área de in uencia de cada uno de los dos hermanos5 y
2 Vid. C. GONZÁLEZ ROMÁ N, «La “lex Irn itana” y la onomástica de los municipios avios»,
en Memorias de Historia Antigu a, núms. 23-24, 2 002-2003, p. 77.
3 J. I. GÓ MEZ PANTOJA, «La se gunda gue rra púni ca en “Hispania” (218-206 a. C.)», en
E. SÁNCHEZ MORENO (coord.), Hist oria de España, II, Protohistoria y antigüedad de la península
ibérica. La Iberia prerromana y l a Romanidad, Madri d, 2008, p. 302.
4 Liv. XXII.22.2.
5 Liv. XXV.3.6.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR