Educación y ciudadanía. Contexto histórico y cuestiones actuales

AutorJosé Antonio Souto Paz
Cargo del AutorDirector del Grupo de Investigación de la UCM , Universidad Complutense de Madrid
Páginas11-29

Page 11

1. Cuestiones previas

El simple enunciado de la educación sugiere la afluencia de términos considerados como sinónimos, tales como instrucción, enseñanza, formación, adoctrinamiento, etc. Es suficiente solicitar la ayuda del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española para comprobar el acierto de esta impresión inicial. Si educar significa, en una primera acepción, "dirigir, encaminar, doctrinar", en una versión más restringida se interpreta como "desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales de niño o del joven mediante preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.". A su vez, enseñar significa "instruir, doctrinar, amaestrar con reglas o preceptos"; formar encuentra, entre otras acepciones, la de "criar, educar, adiestrar" e instruir, por su parte, se identifica con "enseñar, doctrinar", y, en una acepción más concreta, "comunicar sistemáticamente ideas, conocimientos o doctrinas". Finalmente, doctrinar significa "enseñar, dar instrucción", mientras que adoctrinar se identifica con doctrinar.

La interrelación de los conceptos atribuidos a los diferentes términos permite concluir la ausencia de una autonomía conceptual de cada uno de ellos y la equivalencia en el uso corriente de cada uno de estos términos. No obstante, se puede advertir que la educación, en una acepción más restrictiva, incluye, además de la comunicación sistemática de ideas, conocimientos o doctrinas, la formación intelectual y moral. En todo caso, el uso indiscriminado de los diferentes términos contribuye a una cierta confusión a la hora de precisar el sentido y significación de cada uno de ellos.

Esta confusión se aprecia, igualmente, cuando se trasladan los términos al ámbito jurídico. La Constitución española reconoce, en su art. 27. 1, el derecho a la educación y la libertad de enseñanza. ¿Quiere decir que se reconoce un derecho prestacional a la educación y se garantiza la libertad en la enseñanza? ¿Se garantiza el derecho a la educación, es decir, al puesto escolar

Page 12

y el derecho a crear libremente centros de enseñanza? ¿No se reconoce la libertad de educación?

Aunque el texto constitucional utiliza preferentemente el término educación, no quedan excluidos, sin embargo, otros términos como enseñanza y formación. La preferencia por el término educación se manifiesta en el uso mayoritario del mismo y por la definición de su objeto. En efecto, el artículo 27. 2 describe cuál sea el objeto de la educación que se concreta en "el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto de los principio democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales".

La educación, de acuerdo con este texto, no se reduce al desarrollo intelectual del individuo sino que este proceso formativo se inserta en un contexto cívico, por lo que, junto al desarrollo de la persona como individuo se debe atender, también, a su condición de ciudadano, desarrollando las cualidades y condiciones de la persona en su dimensión social y, en concreto, en su condición de miembro de una sociedad determinada, con la finalidad de asumir y favorecer su contribución a la convivencia democrática y al respeto de los derechos y libertades de los demás. ¿Se debe educar, formar o enseñar a las personas en sus derechos y deberes como ciudadano? ¿Se debe educar, instruir o enseñar a los ciudadanos en los valores cívicos de la sociedad a la que pertenecen? Para responder a estas preguntas, vamos a indagar en momentos históricos determinados y en propuestas concretas surgidas en la actualidad.

2. Educación, ética y ciudadanía en el mundo clásico La paideia griega

En la cultura griega, la educación no es una cuestión individual, sino que pertenece, por esencia, a la comunidad. El carácter de la comunidad se imprime en sus miembros individuales y es, en el hombre, fuente de toda acción y de toda conducta. Toda educación es, así, el producto de la conciencia viva de una norma que rige una comunidad humana, lo mismo si se trata de una familia, de una clase social, de una profesión, de una estirpe o de una nación. Por ello, "la educación participa en la vida y el crecimiento de la sociedad, tanto en su destino exterior como en su organización interna y en su dimensión espiritual y, puesto que el desarrollo social depende de la conciencia de los valores que rigen la vida humana, existe una estrecha relación entre la historia de la educación y la mutación de los valores en cada sociedad. En un periodo de crisis de los valores se resiente la acción educadora, que acusa esa debilidad y anula la eficacia educativa"1.

Page 13

Existe, por consiguiente, un paralelismo evidente entre la historia de la educación y la historia de la cultura2. La cultura griega se basa en el conocimiento e interpretación de la naturaleza, de donde deducen unas leyes que rigen el mundo exterior y al ser humano. El antropocentrismo griego no es individualismo, es humanismo, que significa la educación del hombre de acuerdo con la verdadera forma humana, con su auténtico ser.

Esta es la verdadera paideia griega, que no surge de lo individual, sino de una idea: la imagen del hombre genérico en su validez universal y normativa. La esencia de la educación griega consiste "en la acuñación de los individuos según la forma de la comunidad. Los griegos adquirieron gradualmente conciencia clara de la significación de este proceso mediante aquella imagen del hombre y llegaron, al fin, a la fundamentación del problema de la educación más segura y más profunda que la de ningún pueblo de la tierra"3.

Probablemente, el valor paradigmático de la educación griega resida en que la fuerza superior del espíritu griego depende de su profunda raíz en la vida de la comunidad. Los ideales que se manifiestan en sus obras surgieron del espíritu creador de aquellos hombres profundamente informados por la vida supraindividual de la comunidad. El hombre, cuya imagen se revela en las obras de los grandes griegos, es el hombre político, es decir, el hombre social, el ciudadano4.

Esta idea encontrará su desarrollo más ambicioso en Platón, para quien la educación es educación política (politeia), es decir, la educación de los ciudadanos para la participación en los asuntos públicos. "La paideia en Platón es politeia. El concepto de educación, por tanto, dice relación íntima al concepto de diké, que es la virtud política por antonomasia, y que se ha traducido con restricción de sus límites, por justicia; dikaios, es el hombre honesto, justo, que cumple sus deberes para con los dioses y los hombres; el "que es digno de..."; adikos es el injusto, el que no respeta el orden "político", el que hace mal a alguien. De este modo en la teoría educativa de Platón hay que tener presente en todo momento el tríptico que forman los conceptos: paideia, politeia y diké"5. Como comenta A. Galino: "aunque la República parezca una obra política, es ante todo una obra pedagógica, desde el momento en que cifra la esencia de la buena política en la paideia que han de ejercer los gobernantes"6.

Page 14

En Aristóteles ética y política están estrechamente unidas, "hasta el punto de que la Ética a Nicómaco termina con el programa que aproximadamente se realiza en la Política"7. Precisamente, entendiendo que toda investigación y todo arte, así como toda acción y elección, parecen tender a algún bien, Aristóteles considera que el bien es aquello a que todas las cosas tienden y puesto que "la política se sirve de las demás ciencias prácticas y legisla además qué se debe hacer y de qué cosas hay que apartarse, el fin de ella comprenderá los de las demás ciencias, de modo que constituirá el bien del hombre; pues aunque el bien del individuo y el de la ciudad sean el mismo, es evidente que será mucho más grande y más perfecto alcanzar y preservar el de la ciudad; porque, ciertamente, ya es apetecible procurarlo para uno sólo, pero es más hermoso y divino para un pueblo y para ciudades"8.

Esta vinculación entre ética y política es tan manifiesta en Aristóteles que el comienzo de la Ética a Nicómaco está dedicada a la política. Y ahí se encuentra una de sus referencias más célebres. Así, afirma que si el fin es bueno ¿no tendrá su conocimiento gran influencia sobre nuestra vida, y, como arqueros que tienen un blanco, no alcanzaremos mejor el nuestro? Ahí es dónde sitúa la política, pues será lo que constituirá el bien del hombre. Pero, esto qué significa. La ética, nos dirá Ortega y Gasset, "ya desde la primera gran obra que creó hasta su nombre, el famoso libro de Aristóteles, no ha sido sino esto: ponernos en contacto con el gran repertorio de valores posibles de la humanidad. Así en las primeras frases de su libro, el maestro viejo de Grecia emplea una forma encantadora para definir la ética: "Busca el aquero un blanco para su flecha, ¿y no lo buscaremos para nuestras vidas".9

Comentando este texto, D. Gracia dice que:"Tener blanco y tender hacia él es algo que pertenece a la propia condición de arquero, pero poner la flecha en él exige condiciones, entrenamiento y tino. ...Por más que el blanco sea consustancial al arquero, éste tiene que proponerse alcanzarlo. Y lo mismo le sucede al ser humano cuando intenta cumplir con su destino moral. El texto dice que para lograr este objetivo, es importante el conocimiento, gnosis, ya que él nos dirá lo que debemos hacer. El término griego para deber es deón, uno de los conceptos clave de la ética de todos los tiempos. El deber no viene marcado sólo por la tendencia innata hacia lo óptimo sino también por el conocimiento de la situación y el análisis minucioso de las circunstancias del acto y la ponderación de sus consecuencias. Por eso los deberes tienen siempre...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR