La ciudadanía: ¿identidad política o mito?

AutorPedro Francisco Gago Guerrero
Cargo del AutorProfesor del Dpto de Filosofía del Derecho Facultad de Derecho. UCM
Páginas293-305

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1. Al ser el ciudadano un mito de otro tiempo1, cabría hacer alguna observación para entender su situación en las democracias representativas. El mito moderno nace, bajo la in?uencia de Vico, con el Romanticismo, entre los que destaca Schelling2, sin diferenciarlo con la realidad. Ya las generaciones posteriores abandonarían la metafísica, para introducirlo mejor en la realidad virtual, pero sin perder el contenido de fábula. Entre tanta misti?cación hay que abordar muy especí?camente el mito moderno de ciudadanía.
2. Será el prerromántico Rousseau quien creará la mitología del ciudadano, del que hará surgir una ?gura de contornos cuando menos imprecisos, tantos como su pasado, que servirá para utilizarlo en un nuevo Estado Moral. Según Ernst Cassirer, “los nuevos mitos políticos no surgen libremente… son cosas arti?ciales, falsi?cadas por artí?ces muy expertos y habilidosos”3. Pero al aparecer, tienen que poseer una fuerza irresistible que logrará no sólo transformar la sociedad, sino que se crea en ellos, precisamente debido a su in?uencia. “Si estudiamos, señala Cassirer, nuestros mitos políticos modernos y el empleo que de cada uno de ellos se ha hecho, encontraremos para gran sorpresa nuestra que no sólo han transmutado los valores, sino que también han imperado una transformación del lenguaje”4.

A partir de este supuesto se podría analizar la idea de ciudadanía.
3. Para dar el signi?cado de ciudadanía habrá de tomarse en su sentido estricto, conectado con la realidad. En principio se es ciudadano porque se participa de la función política de la forma pública. Por ello se precisa conocer si el ciudadano tiene realmente una función política, con unos contenidos concretos. El principio fundamental de la ciudadanía es la libertad política. Hasta ahora con el estudio del Estado Social se presumen las posibilidades que posee el ciudadano para tener libertad política y la posibilidad de participación en la función política en el régimen democrático. En los Estados actuales a pesar de las magnitudes tan grandes que ha adquirido el Derecho, sin embargo, la legislación positiva es muy inconcreta y probablemente ajena a la realidad del potencial ciudadano. Lo único seguro es que se llega a ser ciudadano por el Estado,

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en vez de serlo por la pertenencia a la comunidad política que reclama la entrada en las instituciones. Se podría considerar que la ciudadanía fuera un derecho más que permita acceder a ciertas prestaciones sociales y pecuniarias, a las que en principio, no tiene derecho el extranjero. Según F. Ferrara, “las nacionalidad es la pertenencia al Estado y, por consiguiente, la plena, completa y perfecta posición jurídica del ciudadano para con la colectividad, mientras que la ciudadanía del extranjero da una capacidad concedida especialmente, limitada, restringida… por lo regular un minus de capacidad jurídica”5. ¿Se da en la realidad esta diferencia?
4. Un ciudadano tiene que poseer una identidad como integrante de la comunidad política, al que se le imponen unas obligaciones y se le garantizan unos derechos por formar parte del cuerpo político6.

Para entender la adaptación del individuo a su comunidad, al status civilis, es preciso saber cuáles y cómo son las relaciones, su intensidad, la consistencia, tanto en lo abstracto, que puede o no manifestarse en lo sensible, como en lo concreto, la relación entre los individuos que lo componen. Se justi?ca la necesidad de ir más allá del campo jurídico, a ?n de comprender la conducta humana en cada momento histórico. Sería preciso medir la capacidad política del ciudadano y sus relaciones jurídicas como sujeto o componente del Estado para encuadrarle dentro de la vida social, teniendo que conocerse el componente cultural y hallar las in?uencias mayores que determinen su condición. Si bien las relaciones entre las instituciones se establecen dentro del Estado-Nación, para una mayor comprensión de su situación, también es preciso indagar acerca del papel de los individuos en el sistema internacional y las diferentes maneras en que se conectan.
5. En cualquier momento de la historia no sólo es necesario analizar la forma política, sino también la capacidad de sus integrantes. Una vez asentado el Estado de Derecho y aceptado que el gobierno se subordine a las leyes (Aristóteles), se requiere que el ciudadano esté disponible para su Estado, debiendo aceptar la idea de virtú (Maquiavelo), sostenida en la eliminación de la tiranía, sea de un individuo o un grupo y la garantía de que el ciudadano posee derechos políticos, entre los cuales se encuentra garantizada la defensa ante los ataques de un enemigo exterior.

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Estos antecedentes son admitidos por todos los Estados democráticos, si bien para mantener el sentido de ciudadanía se requerirán otros aspectos que son característicos de la virtú romana, caso del patriotismo, poniendo el interés público por encima del interés privado. Es probable que sin virtud la ciudadana será inviable, puesto que, como dice B. Constant, si la libertad de la persona supone más que la libertad del ciudadano, no debería deducirse que la libertad política sea imprescindible para salvaguardarse de la política, puesto que no se trata de defenderse de la Política, sino de hacer Política, siendo fundamental controlar a los que tienen la capacidad última de la decisión y a los que se les encarga realizar funciones públicas.
6. En teoría ser ciudadano es formar parte del aparato político-administrativo del Estado, teniendo derecho a participar en la vida política y en la social a partir de los derechos que garantiza la Constitución. La introducción de la ideología impone considerar a todos los integrantes del cuerpo social como ciudadanos convivientes que comportan un espíritu común y se trazan objetivos que se esforzarán para conseguirlos. De manera que los resultados habrán de ser positivos para la colectividad y para cada ciudadano que con?gura su vida a tenor de una realización en la política como hogar colectivo y personal.

El ciudadano al formar parte del Estado y de la sociedad, le es difícil mantenerse y hacer efectiva esa dualidad, porque una y otra vez ha de tomar partido inconscientemente por uno y por otro, esto es, hacer valer más su posición civil que su posición política, o al revés. La con?uencia aparecerá en determinadas situaciones, dependiendo de los intereses. El ciudadano actual, aislado, perpetrado de derechos, tiene que hacer frente a la maquinaria del Estado o de los poderes sociales. Hasta ahora parece estar más asegurado por el Estado, debido a la falta de fraternidad atribuida en buena parte a las ideologías colectivistas que han envenenado extremadamente las relaciones humanas, utilizando la corrupción y la mentira como principios de lucha.
7. Con la aparición del sentido de la ciudadanía en la Revolución Francesa7, con el que se ha iniciado el nuevo sistema político, se quiere construir un ciudadano intensamente integrado en la esfera pública que sea capaz de relacionarse con los demás fraternalmente, a ?n de potenciar

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las cualidades personales, con?ando que el movimiento provocado por las revoluciones sociales permitirá la confección y el desarrollo de la civitas. Este republicanismo basado en la Constitución por el pacto social suponía, como dice Danilo Castellano, que el ciudadano “estaba obligado a pensar y querer por normas”8. Junto con el deseo de unir la Nación y a los ciudadanos, apareció paralelamente el...

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