La enseñanza en la ciudad de Alicante y repercusión de la Constitución de Cádiz

AutorMiguel Angel Esteve González
CargoProfesor de Derecho
Páginas22-37

Miguel Angel Esteve González. Doctor en Historia y Licenciado en Derecho. Profesor Asociado en el área de Historia del Derecho y de las Instituciones de la UMH. Ha realizado diversas publicaciones sobre aspectos demográficos, culturales y educativos del Alicante decimonónico.

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1. Introducción

A través de las realizaciones educativas constatamos la pugna por la hegemonía social entre los partidarios de la construcción de un Estado democrático que reduce ampliamente el protagonismo social e ideológico de la Iglesia y los partidarios de que la Iglesia siga manteniendo sus prerrogativas espirituales y, de alguna manera, temporales. Esta pugna se visualiza claramente en el Alicante decimonónico.

En los períodos constituyentes suelen suscitarse proyectos de ordenación global de la enseñanza que pueden entrar o no en vigor. La realidad educativa ha estado frecuentemente alejada de las normas que pretendían regularla. Tanto el tratamiento constitucional dado a la misma como las estructuras educativas de la sociedad forman el entramado básico que permite acercarse en profundidad a la historia de la enseñanza en España. Los ilustrados dejan en herencia a los liberales del siglo XIX la preocupación por la educación de los ciudadanos.1 Los políticos gaditanos fueron conscientes de que una democracia estable sólo era posible con una población educada para la libertad, conocedora de sus derechos y de sus deberes. Éste no fue un pensamiento exclusivo de la clase progresista sino que fue compartido posteriormente por los moderados.2 En el primer liberalismo constatamos no sólo la preocupación por la instrucción pública sino por la extensión de las ideas liberales a través de la misma mediante la inclusión de los catecismos políticos. La idea de resumir y exponer en un breve compendio o resumen el ideario político va ligada al mismo movimiento liberal desde sus orígenes3. Alicante no va a ser una excepción tal como tendremos ocasión de mostrar en el presente trabajo.

2. Situación de la enseñanza en los años previos a la obra de las Cortes de Cádiz

Alicante al inicio del siglo XIX, era una importante ciudad comercial, favorecida por la excepcionalidad de su puerto y la facilidad de sus comunicaciones con Madrid. Para Enrique Giménez las posibilidades del puerto alicantino y el desarrollo de funcionesPage 24 mercantiles explican también que su entorno rural de influencia dedique sus tierras más rentables a un cultivo estrechamente vinculado al comercio, la viticultura, relegando cultivos con gran incidencia en el consumo urbano, como el cereal, cuyos rendimientos son inferiores al no hallarse adaptado a las condiciones climáticas. El déficit triguero se cubre con el grano ultramarino o con el que transportan los arrieros manchegos en sus viajes de ida. Cuando los caminos del mar se interrumpen el equilibrio se rompe y, aislada de las rutas comerciales que su situación permite, la ciudad pierde su pulso y languidece.4

Alicante contaba en 1803 con 17.672 habitantes5. En 1802 sabemos que hubo una aguda crisis de subsistencia motivada fundamentalmente por la escasez de trigo. Este problema pudo solucionarse ese mismo año pero las secuelas permanecieron. En 1804 hubo una fuerte sequía y, lo que es peor, una epidemia de fiebre amarilla, declarada en septiembre y que causó 2765 defunciones en la ciudad y sus arrabales6.

Entre los años 1806 y 1810 se padeció una pertinaz sequía que, unida a los problemas provocados por la guerra de la Independencia afectó seriamente a la población. En 1811 las contribuciones de guerra, la aglomeración de gentes como consecuencia de la proximidad del ejército francés, así como un brote epidémico de fiebre amarilla, preocuparon al municipio.

En el orden ideológico, el enfrentamiento entre liberalismo y tradición tiene particulares formas de expresión en Alicante. Viravens relata cómo a principios de siglo el clero tenía una gran influencia en la ciudad aunque reconoce que las ideas liberales debieron ser difundidas por la circunstancia de que Alicante era puerto de mar y sus habitantes mantenían frecuentes relaciones con los extranjeros, especialmente franceses. Si el poder clerical era evidente también está claro que los grupos liberales influyeron y midieron sus fuerzas frente a los absolutistas en diferentes ocasiones. Un ejemplo digno de reseñar en este sentido es el conflicto surgido, iniciada la guerra contra los franceses, entre las autoridades y el obispado de Orihuela por la cuestión de la celebración o no de espectáculos cómicos. El 25 de septiembre de 1808 se había instalado en Aranjuez la Junta Central presidida por el conde de Floridablanca. La Junta ordenó que se celebrasen nueve días de rogativas y se disolvieran las juntas de gobierno creadas en los pueblos cabeza de partido. En cumplimiento de estos acuerdos la Junta de gobierno de Alicante quedó disuelta el 20 de octubre y se dispusieron en la Colegial los actos de rogativa. Según Viravens, “el orden que en este tiempo se disfrutaba, permitió al ayuntamiento autorizar espectáculos cómicos en el teatro de esta ciudad a unaPage 25 compañía dramática que vino a la misma”7.

Las rogativas se efectuaron con asistencia del Ayuntamiento presidido por el gobernador de la plaza. Al término de aquellos actos el deán de la Colegial manifestó al gobernador de la plaza que la autoridad militar no podía permitir que se celebrasen comedias estando en Alicante la reliquia de la Santa Faz. El gobernador militar le contestó que el tema en cuestión no era competencia eclesiástica “sino que pertenece a mi autoridad y al Ayuntamiento, quienes responderán al Rey de sus operaciones y conducta”8.

Al enterarse el obispo de Orihuela del incidente, dirigió con fecha 8 de noviembre una comunicación al gobernador militar de Alicante, exhortándole a que retirara el permiso para las representaciones cómicas, dadas las circunstancias por las que atravesaba la nación. El Ayuntamiento argumentó por su parte que los teatros de Madrid y otras ciudades estaban abiertos y Alicante, como plaza comercial, acogía gran cantidad de extranjeros que deseaban distraerse. Además la compañía cómica había venido a la ciudad bajo la garantía de la autorización que le fue concedida.

Por fin, la real orden de 22 de febrero de 1809 establece que el obispo de Orihuela hiciera presente al deán que debía conducirse con más respeto hacia el gobernador militar de Alicante y a los magistrados del pueblo, si bien prevenía a estos que sería muy conforme a lo que exigían las circunstancias el evitar las diversiones profanas.

En el orden educativo la situación de la enseñanza primaria pública puede calificarse, sin paliativos, de lamentable. Al emplear el término pública nos referimos a las que estaba subvencionada de alguna manera por el municipio. La enseñanza privada era la que predominaba en la ciudad y a ella acudían los que podían pagarla. La enseñanza que podríamos calificar de equivalente a la secundaria era recibida por un número muy reducido de alumnos.

La ciudad de Alicante contaba al iniciarse el siglo XIX con una escuela municipal de primeras letras para niños. A ella asistían 124 alumnos, de los que 72 eran de matricula gratuita. Esta escuela era claramente insuficiente pues, según el gobernador, se observaba por las calles «gran cantidad de niños y niñas que no asistían a las escuelas».9 Con carácter privado funcionaban otras cuatro escuelas de niños y nueve de niñas.

En 1807 había siete escuelas privadas y una subvencionada por el municipio, a cargo delPage 26 fondo de propios y con una dotación de 50 pesos. La escuela municipal contaba con 124 alumnos de los que 74 no pagaban, por ser pobres. Tres de las escuelas privadas contaban respectivamente con 60, 20 y 27 alumnos de pago. La cuarta escuela contaba con 60 alumnos de pago y 6 pobres, y de las tres restantes sólo sabemos que admitían un total de 80 muchachos. Asimismo en los conventos del Carmen y San Francisco los religiosos admitían alumnos.10

Podemos deducir que los niños que asistían a las escuelas privadas eran prácticamente el doble, 253, que los que asistían a la escuela municipal, 124. Y que los que recibían enseñanza gratuita eran 80 de un total de 377. Esto sin contabilizar los alumnos que acudían a los religiosos mencionados anteriormente.

No parece que existiera una valoración excesiva de la educación de la niñez ni por parte del poder civil ni del eclesiástico y, aunque el primero está empezando a tomar conciencia de su importancia, nos encontramos todavía algo distantes de las pugnas de ambos poderes por el control de la educación. Esta es la impresión que nos produce la supresión, en mayo de 1807, de la escuela de primeras letras establecida en el barrio de Villavieja y dotada con fondos de los matriculados de marina. Esta supresión motivó que el Ayuntamiento instara al comandante militar de matriculas para que diese explicaciones. Este responde que los motivos de haberse suprimido la escuela son la pobreza del gremio de la gente de mar y el no contribuir el obispo con los 50 pesos que daba anualmente.

Ante el oficio enviado al obispo por el cabildo municipal instándole a que mantuviera su contribución, éste responde que ni él mismo ni sus predecesores hicieron semejante asignación y que desearía contribuir por su parte a tan laudable objeto si se lo permitieran otras atenciones. La postura que adoptará el cabildo municipal será la de no insistir más al obispo y proponer al concejo el establecimiento de otra escuela titular de primeras letras y que a ésta y a la que ya había por reglamento se le asignase del caudal de propios la dotación de 1.500 rs vn a cada una.11

En las...

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