Conferencia: Ciencia y gobierno en la sociedad del conocimiento. Sesión 2.

Varios oradores de las sesiones plenarias se refirieron al principio de precaución, que ha llegado a ocupar el primer plano en los últimos diez años. Ensalzado en los Tratados como regla esencial de gobierno en la política de la Unión, este principio está planteando problemas complejos y completamente nuevos, tanto a los políticos como a los científicos. ¿Cómo podemos prever y tomar medidas para contrarrestar riesgos de cuya mera existencia no podemos estar seguros, en el actual estado de nuestros conocimientos? ¿Cómo podemos producir los conocimientos necesarios para eliminar esas incertidumbres, cuando las actividades científicas, por definición, sólo pueden proporcionar pruebas finales e indiscutibles de las consecuencias, con carácter retroactivo?

El principio de precaución está planteando problemas complejos y completamente nuevos, tanto a los políticos como a los científicos

Al abrir las discusiones de esta sesión, Christian von Weizsäcker, profesor de economía de la Universidad de Colonia (Alemania), subrayaba la naturaleza compleja de la nueva misión de la ciencia al emprender investigaciones sobre el principio de precaución. El primer obstáculo, como recordaba a los delegados, es la diferencia en la escala de tiempo que enfrenta al hecho científico (por ejemplo, se pide a los expertos que proporcionen respuestas sobre la probabilidad y el impacto a largo plazo del cambio climático) y a los horizontes de los políticos y los economistas, que han de tomar medidas con carácter inmediato y deben justificar sus actos.

Ha nacido una nueva disciplina

A diferencia del rigor y la precisión de la ciencia por la ciencia (o la tecnología por la tecnología), "la investigación sobre el principio de precaución constituye una nueva disciplina que exige que los científicos se pregunten qué están haciendo"; son palabras del relator del seminario, Uno Svedin, director de investigación del Consejo de Planificación y Coordinación de la Investigación de Suecia. Se exige ahora a los científicos que tengan en cuenta parámetros éticos, sociales y políticos, basados en planteamientos no científicos, y que admitan que el trabajo que realizan conlleva responsabilidades.

Ahora se exige a los científicos que tengan en cuenta parámetros éticos, sociales y políticos, basados en planteamientos no científicos, y que admitan que el trabajo que realizan conlleva responsabilidades

Para ir más allá de lo que a veces parecen contradicciones insolubles, originadas por la previsión de riesgos, el profesor Arie Rip, de la Universidad de Twente (Países Bajos) propone una serie de puntos de referencia prácticos para desarrollar el debate. En su opinión, cuando se trata del riesgo, no hay que encerrar a la ciencia en un marco reduccionista en el que, para ser válida, una opinión científica ha de estar apoyada por pruebas.

Aunque la evidencia científica es, desde luego, necesaria y fundamental para el método científico, tal evidencia es de carácter histórico: resulta de observaciones efectuadas en un momento determinado, para confirmar hechos o hipótesis sobre hechos. Por una parte, la ciencia está evolucionando constantemente y es preciso integrar continuamente nuevos conocimientos en las evaluaciones. Por otra parte, el principio de precaución exige opiniones científicas sobre hechos y situaciones que aún no existen, pero que podrían presentarse en el futuro. En el caso del medio ambiente, pedir pruebas equivale a no utilizar modelos de previsión que intenten representar el futuro, sino aplicar un método de prueba y error, esperando que el daño se manifieste para tratar entonces de repararlo.

Esto significa que nos encontramos en un proceso que implica juicios personales o "especulación controlada", para utilizar la definición del profesor Rip, y que nos permite reducir el grado de incertidumbre que rodea a la evolución de los problemas que se estudian. Dicho esto, el grado de tolerancia a la incertidumbre puede variar considerablemente; probablemente es más alto entre los científicos directamente implicados en la cuestión, y mucho menor entre los políticos y los legisladores, cuya responsabilidad personal está comprometida.

La percepción pública del riesgo es compleja, y la gente tiende a ser más contraria a ciertos tipos de riesgos que a otros

Cuando se trata del modo en que la opinión pública percibe el riesgo, llegamos a un problema bastante complejo. La opinión pública tiene un enfoque aparentemente "fatalista" sobre la seguridad de las carreteras, pero reacciona mucho más vivamente en otros casos, como se demostró en el debate sobre los organismos modificados genéticamente (OMG). Estas implicaciones sociales y psicológicas de la percepción del riesgo, mencionadas varias veces durante la sesión, siguen siendo uno de los principales retos con que se enfrenta la investigación sobre el principio de precaución.

El principio de precaución aplicado positivamente

Siguiendo esta línea de reflexión, Andy Stirling, de la Universidad de Sussex (Reino Unido), recordaba a los delegados que la incertidumbre en la previsión del riesgo comienza cuando no somos capaces de atribuir valores numéricos a los elementos del riesgo, que permitan un cálculo de probabilidades. A continuación, subrayó que, en todo caso, los resultados de tal previsión dependen del tipo de cuestiones que se planteen, de la forma de plantearlas y, finalmente, de la interpretación de las respuestas que se reciban. Propugnó también que la investigación sobre el principio de precaución se realice de forma positiva, orientándola hacia los beneficios del progreso científico y tecnológico, y no sólo a sus peligros.

La evaluación del riesgo es un tema en el que debe decidir la sociedad, y no la industria, y es preciso tener en cuenta los valores culturales y emocionales

Este punto de vista fue ampliamente compartido por un representante del mundo industrial, Erik Tambuyzer, vicepreseidente de la empresa belga Genzyme, y presidente de EuropaBio. Utilizó el ejemplo de diversas innovaciones biotecnológicas para ilustrar el modo en que está respondiendo este sector, a menudo de forma beneficiosa, a las principales expectativas de la sociedad. Pero, en su opinión, evaluar el riesgo (que, obviamente, nunca está totalmente ausente) no es tarea de la industria, sino que es la sociedad la que debe tomar las decisiones, teniendo también en cuenta los valores culturales o "emocionales". Las empresas, en su mayoría, son conscientes de la importancia del principio de precaución, así como de tener en cuenta los problemas éticos. En particular, están abiertas a la cooperación para crear un sistema de referencia europeo.

La importancia de que Europa cree tal sistema (éste fue el tema de la cuarta sesión de la conferencia, que resumimos más adelante) fue subrayada por Lena Torell, director de programa del Centro Común de Investigación de la Comisión, quien planteó la cuestión de cómo se habrá de financiar la investigación sobre el principio de precaución. Sobre este tema, Hansvolker Ziegler, subdirector general en el Ministerio de Educación e Investigación de Alemania indicó también que la investigación sobre el principio de precaución dependerá del apoyo que reciba de los organismos de financiación, públicos y privados.

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Participantes en la discusión

Presidente

Christian von Weizsäcker, profesor, Universidad de Colonia, Alemania

Oradores

Arie Rip, profesor, Universidad de Twente, Países Bajos

Andy Striling, Senior Lecturer and Fellow, Universidad de Sussex, Reino Unido

Erik Tambuyzer, Vicepresidente Asuntos Corporativos de Europa, Genzyme Corporation, Bélgica

Hansvolker Ziegler, Subdirector General, Ministerio de Educación e Investigación, Alemania

Panel de dicusión

Attila Havas, Director, Programa de Previsión Tecnológica, Hungría

Namil Kemal Pak, Presidente, TUBITAK, Turquía

Lena Torell, Director, Dirección de Programas del JRC, Comisión Europea

Relator

Uno Svedin, profesor, Director de Investigación, Consejo de Planificación y Coordinación de la Investigación, Suecia

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