Felipe MARTÍNEZ MARZOA: El concepto de lo civil, Santiago de Chile, Ediciones Metales Pesados, 2008, elipe, 115 pp.

AutorRafael Ramis Barceló
CargoUniversitat Pompeu Fabra
Páginas323-330

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Aparentemente, Felipe Martínez Marzoa abandonó la reflexión más "político-jurídica" hace 25 años, tras la publicación de su innovadora obra La Filosofía de ‘El Capital’ de Marx1. Desde ese momento, su proyecto hermenéutico (y lingüístico) le ha llevado a escribir bastantes libros sin excesivas conexiones aparentes con "lo político". Quienes le han seguido con atención han tomado nota, con todo, del rastro supuestamente marginal que han representado durante este cuarto de siglo el artículo sobre algunas conexiones en el derecho en Kant2y las reflexiones sobre la polis3.

Marzoa mostró en las últimas clases que impartió en la Universidad de Barcelona algunos esbozos del libro que aquí reseñamos, en una especie de retorno a la política, no tanto como inquietud sino como sustrato ontológico para entender la estructura de la Modernidad. En El concepto de lo civil sus ideas se articulan como consecuencia de todo el proyecto fenomenológico y hermenéutico inmediatamente anterior (1983-2008), a la vez que conectan con las tesis ya presentes en las obras "políticas" del autor, escritas en la década de los setenta4.

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Así pues, la lectura del libro que aquí se reseña permite, por así decirlo, conocer la implicación política de la obra que Marzoa ha ido gestando a lo largo de veinticinco años, y ayuda así a comprender el trasfondo de sus trabajos más "políticos", escritos antes de 1983.

Puede decirse, resumiendo muchísimo, que la filosofía que cultiva este profesor gallego se basa en dos piedras angulares: el problema del ser y del decir en Grecia, y el problema de la calculabilidad y el ser en la Modernidad. Si lo común en ambas cuestiones es el ser, lo que le interesa a Marzoa -en el caso de Grecia- es cómo se tematiza y cómo se dice ese ser. Para él, en la Modernidad la situación que se da es distinta, porque el problema del ser se vincula a una representación y a un conocimiento racional y experimental de la realidad (propio de la física matemática) en el que destacan los problemas del calculus, la suprimibilidad o no suprimibilidad de los entes y, en definitiva, la aparición de una estructura ontológica donde se da un intercambio de mercancías, que pueden ser físicas o no físicas, donde cada una de ellas tiene un valor en dinero.

Marzoa había mostrado hasta ahora que existen grandes diferencias entre lo que él llama "el proyecto polis" y lo que denomina "el proyecto de la Modernidad". En Grecia el proyecto polis se articulaba en torno a la idea del reconocimiento e irreductibilidad de cada uno de los entes, de modo que no podía existir, de entrada, un intercambio relevante entre ellos. Los entes tenían un valor intrínseco e irreductible, y el intercambio constituía una excepción respecto de esa irreductibilidad general. El intercambio generaba, por tanto, la tematización de algo que tenía valor ontológico per se, en relación a los otros entes. Y esta irreductibilidad brillaba paradigmáticamente en la polis5.

Precisamente en la polis se daba una estructura que no sólo era jurídica, política y económica, sino también ontológica y en ella la irreductibilidad de los entes se quebraba por su tematización. Es más, en la Grecia clásica cada cosa tenía su valor porque estaba unida a un uno-todo, que era la estructura ontológica de la realidad. Así pues, la tematización hacía referencia al ser y no podía desprenderse de ese uno-todo. Por eso, para Marzoa, una polis no era una "ciudad" ni una "ciudad-estado" sino una estructura "ontológicopolítica" -para decirlo en términos modernos- en la que se daba un uno-todo, de modo que todo tenía relación con todo. Por el contrario, el proyecto

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de la Modernidad se inicia, según Marzoa, con el desarrollo de la física matemática y con el cálculo racional de posibilidades6. Todo esto permite que los entes no tengan ese valor irreductible, sino que formen parte de una estructura en la que se transformen en meras mercancías que puedan inter-cambiarse entre sí (p. 14), y que no tengan una relación con todo, más que el de su valor asignado en dinero.

Marzoa inicia el libro intentando definir el concepto de "sociedad civil": «es el sistema que se constituye por el hecho de la recíproca dependencia entre particulares, en principio independientes entre sí, pero que necesitan contar unos con otros para la satisfacción de sus necesidades. Este mismo fenómeno puede designarse mediante el concepto de la cosa como lo que se pone ahí para su cambio por otras cosas; de esta manera el...

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