Ceguera de género. La falta de consideración de las delincuentes femeninas por parte de la criminología

AutorDawn K. Cecil
Cargo del AutorProfesora de Criminología Universidad de Florida del Sur
Páginas171-183

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1. Introducción

Durante todo el tiempo en el que las personas han estado examinando la conducta delictiva, se ha puesto de manifiesto que el género es uno de los mayores correlatos del delito. El género y el delito están relacionados histórica y transculturalmente. Con independencia de cómo sea medido el delito, es un hecho conocido que los varones tienen más probabilidades que las mujeres de cometer delitos. Sin embargo, más que para preguntarse por las razones de esta relación, el hecho se ha utilizado una y otra vez para justificar la ceguera de género inherente al campo de la Criminología. No obstante, «se deriva un beneficio de la pregunta: ¿Por qué las mujeres están tan poco representadas en el delito?, así como de examinar por qué los hombres están tan representados» (Flavin, 2004, p. 71). El hecho de no plantear ambas preguntas ha limitado considerablemente el crecimiento de la Criminología.

Desde el comienzo, la Criminología ha sido un campo dominado por los varones -tanto los estudiosos como las personas a las que éstos estudian. Según Chesney-Lind y Pasko (2004),

la Criminología ha atraído a estudiosos varones (y algunas mujeres) que desean estudiar y comprender a los hombres que están fuera de la ley, esperando quizá que se desvanezca parte del romance y fascinación de este papel. Como resultado, entre las diversas disciplinas, la Criminología es esencialmente masculina

(p. 2).

Esto ha limitado considerablemente nuestra perspectiva y conocimiento de la delincuencia. Esencialmente, la conducta delictiva ha sido explicada desde una perspectiva, aunque se supone que esta perspectiva se aplica a todos los delincuentes. Así, se trata de un campo influido por una visión esencialista del fenómeno que pretende estudiar. Se trata de un campo que históricamente ha estado ciego a la Page 172 importancia de considerar el género, y continúa con esta práctica en multitud de investigaciones criminológicas centrales. El objeto de este trabajo escrito en homenaje al profesor Alfonso Serrano Gómez, uno de los pioneros de la investigación criminológica en los países de lengua española, es comentar la importancia del género en el campo de la Criminología, haciendo referencia a los modos en que el mismo se ha introducido en la disciplina, y ofreciendo un ejemplo empírico que ponga de relieve su importancia.

Si bien es cierto que históricamente las mujeres han sido excluidas de los estudios criminológicos más importantes, el campo de la Criminología no ha ignorado completamente a las mujeres, más bien ha adoptado un enfoque bastante sesgado a la hora de explicar los delitos cometidos por ellas. Tradicionalmente, la Criminología ha considerado a las mujeres de dos modos principales. Las primeras teorías criminológicas se centraron en las mujeres y estimaron que las razones por las que cometen los delitos diferían de las razones por las que los hombres lo hacen; sin embargo, sus explicaciones eran fundamentalmente estereotípicas e infundadas. En La mujer delincuente, Lombroso y Ferrero (1894) argumentan que las delincuentes femeninas nacen con más características masculinas que sus contrapartes que despliegan una conducta conforme, lo que las convierte en no aptas como mujeres y más aptas para comportarse como hombres. W.I. Thomas (1923) estimaba que el deseo de la mujer de nuevas experiencias, seguridad, respuesta y reconocimiento explica su participación en el delito. Thomas creía, por ejemplo, que las mujeres tomaban parte en la prostitución en virtud de un deseo de amor y no de dinero (Pollock, 1999). Algo más adelante, Otto Pollak (1950) argumentaba que las mujeres eran más activas criminalmente de lo que cree la mayoría, pero que este comportamiento está oculto no sólo por la naturaleza de caballerosidad del sistema de justicia criminal, sino también por la capacidad de la mujer de utilizar el engaño y la sexualidad para ocultar la conducta criminal y hacer que otros hiciesen el trabajo sucio por ellas. Estos son tan solo unos pocos ejemplos de las primeras teorías sobre la delincuencia femenina. Estas teorías estaban infundadas, y sin embargo influyeron significativamente en las percepciones de la gente sobre las delincuentes femeninas y su tratamiento por parte del sistema de justicia criminal.

Las obras más modernas tratan de determinar si las teorías criminológicas tradicionales se pueden aplicar también a las mujeres, lo cual se realiza a través de investigaciones empíricas que incluyen a delincuentes femeninas. Sin embargo, existen una serie de problemas con este enfoque. Las mujeres de estos estudios «simplemente se añaden al análisis como seres sin género, o como si fueran hombres» (Daly, 1994, p. 6). Daly (1994) se refiere a esto como «el género añadido y la postura de alteración» (p. 6). Este enfoque nos permite apreciar cómo el género afecta a la conducta delictiva, pero no cómo los factores relacionados con la conducta delictiva afectan a los hombres y las mujeres. Aunque algunos puedan considerar este enfoque como preferible a la exclusión completa o visión estereotípica de las mujeres, sigue limitando nuestra capacidad de comprender completamente la conducta delictiva. Cuando deja de reconocerse que las mujeres y los hombres son diferentes y que experimentan sus vidas de un modo diferente, la imagen del delito desarrollada a partir de la investigación se distorsiona. Page 173

A lo largo de los años, un grupo de criminólogos, incluidas a título meramente enunciativo y no limitativo las criminólogas feministas, han puesto de relieve la importancia de avanzar más allá de esta perspectiva considerando las diferencias de los delincuentes. A nivel básico, esto significa considerar las diferencias de género y el modo en que estas diferencias de género modifican el impacto de los factores criminógenos. Su trabajo e ideas se comentarán en un punto posterior. En primer lugar, se comentará un ejemplo empírico para poner de relieve la importancia de moverse más allá del enfoque del «género añadido y la alteración» en la investigación criminológica y en el desarrollo teórico.

2. Género y desistencia

Probablemente uno de los mejores modos de comenzar a entender la importancia de considerar el género en la investigación criminológica y en el desarrollo teórico es a través de un ejemplo actual. En 2001 se realizó un estudio para examinar si los factores que influían en el desistimiento estaban condicionados por el género (Cecil, 2001). Este estudio puede utilizarse como ejemplo para comenzar a apreciar la importancia de abrir el ojo criminológico a las diferencias de género en la teoría y en la investigación.

2.1. Antecedentes

Desde mediados de la década de 1980, muchos criminólogos han examinado las diversas dimensiones de las carreras delictivas, que se han definido como la «secuencia longitudinal de delitos cometidos por un delincuente individual» (Blumstein, Cohen, Ross y Visher, 1986, p. 12). Algunos investigadores se centran en describir los esquemas globales de las dimensiones de las carreras delictivas, mientras que otros se centran en explicar las dimensiones específicas de un modo teórico. Con independencia del enfoque que se adopte, la mayoría de la investigación sobre carreras delictivas ha seguido los pasos de la investigación criminológica tradicional, sin considerar las diferencias entre delincuentes. Pocos estudios han realizado investigaciones sobre las diferencias en las carreras delictivas por géneros (Steffensmeier y Allan, 1996).

Un área en que se aprecia este fenómeno es el trabajo sobre el desistimiento. El desistimiento ha sido definido de muchos modos diferentes, pero se entiende comúnmente que significa el final de una carrera delictiva. Laub y Sampson (2001) comentan que existe una escasez de investigación sistemática, pero que «los predictores del desistimiento no parecen variar mucho en virtud de las características de los delincuentes» (p. 13). Sin embargo, hasta que exista una investigación sistemática que examine las diferencias, esta conclusión no puede considerarse definitiva. Gran parte de la investigación que se ha llevado a cabo ha repetido los patrones de investigaciones anteriores sobre la conducta delictiva. Para la mayor parte, los delincuentes y sus vidas siguen viéndose como que encajan en un molde modelado mediante el examen de la conducta de los varones. Las muestras Page 174 utilizadas en la investigación sobre el desistimiento se suelen limitar a varones. Cuando se incluye a las mujeres, suele adoptarse el enfoque del «género añadido y la alteración» descrito por Daly (1997). Esta práctica continúa a pesar del hecho de que existan pruebas que indiquen diferencias de género en los esquemas del desistimiento (por ejemplo, Kempf, 1990; Tracy y Kempf-Leonard, 1996), y de algunas indicaciones recientes de que existen ciertas diferencias respecto a cómo los factores relacionados con el desistimiento afectan a la conducta de las personas (por ejemplo, Giordano, Cernkovich y Rudolph, 2002; Graham y Bowling, 1995; Uggen y Kruttschnitt, 1998).

La literatura criminológica cita diversos factores que se cree que tienen un impacto sobre el desistimiento, y más en general sobre la reincidencia. Estos factores incluyen, a título meramente enunciativo y no limitativo, el nivel de formación, el empleo, el matrimonio y la paternidad. Estos factores en particular se consideran importantes desde la perspectiva del control social. Siguiendo el trabajo de Hirschi (1969) sobre la...

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