Sobre el catastro parcelario: su necesidad y funciones en el comercio jurídico y la urgencia de su conexión con el Registro de la Propiedad

AutorRosa María Montoro Rueda
CargoDoctora en Derecho. Universidad de Murcia
Páginas3203-3253

Ver nota 1

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I Significación ideológico-política del catastro

A primera vista podría parecer que el tema del catastro constituye una cuestión puramente técnica, fría y aséptica como pudiera serlo, por ejemplo, el tema del sistema métrico decimal. Sin embargo, frente a un presunto puro tecnicismo y asepsia el catastro constituye un instrumento técnico-político que en los últimos siglos de la historia de España fue considerado por la ideología

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liberal como la pieza clave para la transformación de la Sociedad y del Estado a través de un justo y equitativo reparto de la carga fiscal 2.

Por ello nada tiene de extraño que la sociedad española aparezca escindida, durante los siglos XIX y XX, en dos bloques ideológicos que, aparte de otras consideraciones, se caracterizan por su oposición o defensa en cuanto a la elaboración del catastro.

Se opone sistemáticamente al catastro la oligarquía terrateniente y conservadora partidaria, por lo general, del sistema político fiscal del amillaramiento que resulta favorable a sus intereses económicos.

Por el contrario, amparan la elaboración del catastro parcelario los seguidores de la ideología liberal defensores de la igualdad y la justicia en el reparto de las cargas tributarias, y los medianos y pequeños agricultores que con el sistema de cupo propio del amillaramiento soportaban una carga fiscal claramente injusta y desproporcionada 3.

A la vista del problema candente que constituyó el tema del catastro, especialmente desde la desamortización, segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, nada tiene de extraño que un hombre de mentalidad abierta, progresista y liberal como don Francisco Candil, bajo las indicaciones y directrices de su maestro don Gumersindo de Azcárate, eligiese como tema de su tesis doctoral el tema de La necesidad del catastro parcelario.

Dicha tesis fue defendida el día 20 de junio de 1910 ante un tribunal compuesto por los siguientes profesores:

Presidente: Don Rafael Ureña.

Vocales: Don Gumersindo de Azcárate.

Don Felipe Clemente de Diego.

Don Leopoldo Palacios, y

Don Antonio Goicoechea.

La tesis obtuvo la calificación de sobresaliente. Por motivos muy especiales, el Premio Extraordinario de Doctorado se declaró desierto en dicho curso 4.

Esa dimensión ideológico-política que hemos atribuido a la institución del catastro se comprende mejor al estudiar el tema desde una perspectiva histórica.

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II Evolución histórica de la idea del catastro. Diversos ensayos y modalidades

Los orígenes de la cartografía catastral no se conocen con exactitud. Se admite que el mapa catastral más antiguo del que se tiene noticia data del año 2500 a. De C. Se trata de una placa de barro cocido de 7 cm. De la época caldea que se encontró en la ciudad de Ga-Sur, al norte de Babilonia y que se conserva en la universidad de Harvard (EE.UU.) 5.

Se sabe que desde la antigüedad (Egipto, Grecia, Roma), el poder político estuvo muy interesado en el desarrollo y aplicación de la cartografía catastral con el fin de conocer con la mayor exactitud posible los recursos y la riqueza de su territorio, lo cual tiene una enorme importancia económica, política y fiscal, contribuyendo a modernizar la Hacienda del Estado.

  1. Respecto de la Antigüedad, Candil nos proporciona abundantes noticias que no figuran en otras obras más modernas y especializadas.

    Así, en relación con la Edad Antigua, F. Candil escribe: «En China, el Emperador Yao en el año 2238 (antes de J.C.), hizo una estadística que fue grabada en los monumentos públicos, donde se consignaba la riqueza, impuestos, etc., esto es, que comprendía datos que componían parte esencial de lo que constituiría el catastro.

    Documentos históricos y estados gráficos que aun se conservan, permiten asegurar, sin ningún género de dudas, que las tierras del antiguo Egipto fueron catastradas, entre otros motivos, porque las inundaciones del Nilo borraban los límites, y la confusión hubiera sido terrible sin la existencia de dichos datos.

    Los registros de los babilonios y los de los fenicios, compulsados los unos por Boroso en tiempos de Alejandro el Grande y los otros por Sanchoniaton en el reinado de Salomón, parece que contenían, además de hechos religiosos e históricos, detalles e indicios de que en Asia oriental estuvieran catastradas las tierras en las épocas más remotas que registra la historia de la humanidad.

    Herodoto confirma esta suposición, presentando la operación del catastro, como una práctica usual de la administración de los antiguos reyes de Persia.

    Cuenta Herodoto, que habiendo impuesto el rey Darío una contribución de 400 talentos a las ciudades griegas del Asia Menor, que acababa de someter, se hicieron muchas reclamaciones, y entonces Alejandro mandó a su hermano Artafernes para que se midiesen las tierras nuevamente anexionadas y que consignase los datos para hacer equitativamente la distribución del impuesto; de este modo previno toda queja en el futuro. Además Alejandro se hacía acompañar

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    en sus excursiones de los geómetras Dionetos y Betón para que midiesen las tierras conquistadas.

    En Roma sabemos que la reforma de Servio Tulio relativa al censo se basaba en la riqueza, y parece lógico que en la investigación de la misma se hiciesen operaciones de este género. Refiere Siculo Fracco que en su tiempo, o sea en el reinado de Domiciano, existía el plano de las tierras, cuyo origen provenía de los fundadores de las colonias, o sea de los siglos II, III y IV, y además que los límites colocados por los Gracos y por Sila no se habían borrado aún.

    Hubo agrimensores que se empleaban en medir, dibujar y clasificar las tierras. Los terrenos de una colonia o municipio se dividían en cuadrados de 50, 200 y hasta 400 yugadas, siendo lo corriente que fuesen de 200, y cuando en un municipio quedaba algún sobrante que no llenaba la unidad de medida, se dejaba al dominio público.

    El plano catastral del territorio se grababa en cobre y se depositaba en el Tabularium de la República o del Emperador. Uníase al plano una descripción que contenía todas las condiciones de la propiedad dada. Existían planos hechos por particulares, mas no tenían autoridad alguna; para conseguirla era necesario acudir al catastro oficial.

    Es digno consignarse que Julio César, imitando el ejemplo de Alejandro, se hizo acompañar en su expedición por las Galias de tres geómetras griegos para que hicieran el catastro» 6.

  2. En relación con la Edad Media indica don Francisco Candil que aquellos «no eran los tiempos más a propósito, como dice Lora, para emprender trabajos de la naturaleza del que nos ocupa. "Cuando se trata de una operación cuyo principal objeto es perfeccionar la Administración del Estado y llevar a la práctica ideas de justicia, lo primero es que exista el Estado a que ha de aplicarse, que se halle exento de luchas constantes que, avivando la pasión y excitando todos los odios, apenas el tiempo da bastante espacio para pelear".

    "Derribado el Imperio y trasformada la constitución de la propiedad, perecieron las instituciones censuales. Solo se encuentra algún rasgo del catastro descriptivo realizado por los árabes en la conquista de España y por los normandos en tiempo de Eduardo el Confesor...", así se expresa Flora 7.

    Después de lo dicho por estos señores -explica Candil- poco podemos nosotros añadir, por estar conformes en que la Edad Media o en buena parte de ella, los trabajos catastrales fueron poco numerosos, siendo las causas, a nuestro juicio: 1.º El cambio tan trascendental que sufrieron todos los órdenes, y por lo que a nosotros nos interesa, el régimen de la propiedad a la venida de los bárbaros. 2.º El incesante guerrear, que impidió a los pueblos ocuparse de otros asuntos que no fueran el adiestrarse y subvenir recursos para la lucha, siquiera

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    fuera asunto de tanta importancia como el que nos ocupa. 3.º El interés que tenían los propietarios privilegiados, que en esta época eran los más numerosos, para que no se hicieran reformas de este género, que suponían por lo menos la igualdad de todos ante el fisco, cosa que consideraban intolerable 8.

    Sin embargo algo se hizo. Baste recordar a este efecto los inventarios que dijimos en otra ocasión existían, lo mismo en los conventos que en las casas señoriales, llamados Política (en tiempos de Don Pedro I se conoció el libro Becerro o catastro de las Behetrias -este dato es añadido nuestro-). Asimismo nuestras Cortes de Toledo en el siglo XV, mandaron hacer la primera operación de esta clase para la iguala de las provincias, y podemos citar también el catastro florentino de 1427 para la cobranza del diezmo 9.

    La mayor parte de las operaciones hechas en el sentido que venimos tratando...

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