El caso final: Alfonso Conde Abey (El Último Cristiano)

AutorDr. Bernat-N. Tiffon
Páginas325-355
325
BISES
El caso final: Alfonso Conde Abey
(El Último Cristiano)
fIcHA DEl cAsO
Nombre y apellidos (modificados) del Victimario
Alfonso Conde Abey
Edad
40 años
Nacionalidad
Española
Estado civil
Casado
Nivel académico
Licenciatura en Veterinaria
Profesión
Veterinario
Fecha de perpetración
20 Germinal 2013
Número de víctimas
1 mujer
Parentesco o relación
Ninguna – desconocida
Modus operandi
Fuerza física - Agresión
Lugar del Crimen
Ferrocarriles Conejileses de Conejera
Antecedentes psicopatológicos
Trastorno Psicótico / Trastorno Depresivo
Trastorno mental en el momento de la perpetración
Trastorno Psicótico Breve –agudo y transitorio (F23 de la CIE de la OMS)
InTRODUccIón
Aunque, con cierta tristeza, escr ibo en estas líneas el conjun-
to de hechos que son de una cierta naturaleza asombrosa. Durante
mis numerosas sesiones clínicas que celebraba con el Dr., tuve la
Archivos delictivo-criminológicos
Dr. Bernat-N. Tiffon
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oportunidad de segui rle en lo que sería su última aventura. Sin duda
alguna, con los hechos que ilustr aré enseguida, llegué a comprender
la envergadura de la popularidad que el Dr. llegó a alcanzar en el
sector profesiona l psicológico-crimi nológico al que se dedicaba . Me
di cuenta de que el gozar de una situación de popularidad, se crean
y aparecen «enemigos» sin que se quiera. Recuerdo que una vez, y a
propósito del comentario clínico psicopatológico de un caso, el Dr.
me dijo:
—Sergio, hay 4 tipos de amistades: el am igo, amigo; el amigo,
«amigo»; el amigo, «enemigo» y el enemigo. El primero, se puede
considerar como la amistad verdadera y sin intereses que va lgan; el
segundo, se trata del amigo que se te acerca por interés; el tercero, se
trata de aquél que aparentemente se te acerca y se relaciona contigo
por interés, para parasitar e intentar destruirte (sea por envidias,
celos; u originando injurias o calumnias en contra)… un conocido
no es, necesariamente, un amigo136; y el cuarto, es sencillamente el
enemigo y se encuentra fuera del radio del campo de acción por la
que te mueves porque ya se sabe que es el enemigo… Libera me de
inimicis meis amicis quam curam137… –me dijo con plena convic-
ción el Dr. mirándome con unos apesadumbrados ojos. Entonces, no
lo vi y ni siquiera llegué a entender sus palabra s, pero con el tiempo
aprecié cuánta razón y qué motivos tenía. El Dr. continuó su intri-
gante discurso–: Sergio, mucho me temo que debido a raíz de mi
actividad laboral como Psicólogo Forense privado, me encuentro en
la situación que uno de mis casos me han de obliga r el que me aparte
de mis funciones por un cierto t iempo.
—Pero Dr., ¿cómo es eso? ¿Qué ha sucedido?
—Mi querido Sergio, mucho me temo que –de momento–he
de reservarme de dicha in formación por cautela y precaución. Me
136 Extraído de la novel a «El Valle del Terror» (1915) de Sir Arthur Con an
Doyle.
137 «Cuídame de mis amigo s que de mis enemigos me cuido yo»

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