Cartas de y sobre Gunnar Tilander

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En el anterior número del Anuario ha publicado el director una disertación acerca de Gunnar Tilander, donde se contempla el desarrollo de una fecunda relación académica, interesante para la historia del Derecho español. Como anterior en el tiempo me permito ofrecer un puñado de cartas de la correspondencia mantenida con ese investigador hispanista, entre 1952 y 1954, en mi condición, sucesivamente, de catedrático en Granada, secretario del Anuario y vicedirector del Instituto Jurídico Español en Roma, sin haber llegado a tener relación presencial con él, según la distinción que practicamos en la distancia, pero sí personal muy afectuosa. El motivo inicial fue haber dedicado mi prelección del Curso 1951-1952 a su edición de los Fueros de la Novenera, redactada sobre el ejemplar enviado quizá a este mismo Anuario zur Rezension, aunque el autor se apresuró a enviarme otro como obsequio individual, que ahora se conserva en lo que fue mi biblioteca, felizmente instalada en el Ramón Carande de la Universidad Rey Juan Carlos, sur de Madrid. Extendí esa prelección a un examen total del libro de derecho, que tuvo el honor de ser acogido en la Miscelánea de esta publicación, t. XXI, 1951, excepcionalmente, dado que no era uso de la Escuela tratar del contenido de una sola fuente sino de la serie de ellas que permitiera apreciar la evolución histórica de las instituciones en torno a una figura jurídica. Debió de influir en esta benevolencia de la exigente dirección de lo que es, a pesar de todo nuestro hogar, hacia un producto de calidad científica evidentemente inferior, el anunciado propósito de proseguir mi colaboración en el Anuario peregrino significado por los Cuadernos argentinos de don Claudio (1951, pp. 1-129), que ya había abierto su hospitalidad a mi «Contrato de servicios en el Derecho medieval español», trabajo de firma en las recientes oposiciones (diciembre de 1949), rechazado éste por otro motivo, la relativa abundancia de referen-Page 674cias a los Fueros de Navarra, que disonaba del carácter central atribuido a las fuentes castellano-leonesas. Peor fortuna tuvo mi intento de obtener una colaboración del eminente investigador al tomo de homenaje a Eduardo de Hinojo-sa que entonces preparábamos, pues hubo de excusarse amablemente por estar concentrado en la edición del Vidal Mayor, al que asimismo se refiere en una de sus cartas. Lo hice ilusionado por el éxito obtenido en una precedente invitación al profesor Orto von Weber, de Bonn del Rhin, conocido durante mi estancia en aquella ciudad durante el semestre de invierno de 1950-1951, enriqueció como aportación extranjera una publicación en los que nuestro colega Lázaro Carreter ha llamado los tiempos oscuros, que no lo fueron para nuestra disciplina, y mucho menos en el campo de las relaciones internacionales de índole científica. Conveniente me ha parecido incluir en este pequeño epistolario tres cartas mías, aparte de la legítima vanidad, porque documentan un aspecto íntimo pero completamente digno de esas relaciones hispano-escandinavas, que tan brillantemente ha expuesto mi colega Escudero, y que en cierto momento fueron dificultadas por algún prejuicio derivado de la disensio dominorum, tan frecuente en nuestro mundo universitario. Todo quedó aclarado y felizmente resuelto, gracias a la franqueza y sencillez del sabio sueco, que en efecto comprobamos ahora quedó satisfecho. Por último, me fue dado corresponder a todas sus atenciones y a los servicios que Tilander había prestado a nuestra asignatura con una reseña de su Vidal Mayor, que puede verse todavía en el tomo de este Anuario correspondiente a 1958, y de la cual el director, sin duda, no tenía noticia, no obstante el completo índice de materias y general elaborado por dos discípulas de don Alfonso García Gallo (q.e.p.d.), y que no se vio afectado por el casual olvido de otros títulos míos. Las cartas están todas escritas a mano, en papel corriente y con su inconfundible firma. De otras mías, a las que hay referencias, no he conservado copia. Del gran proyecto de editar el Fuero general de Navarra no tuve más noticia.

87 Edsviksvagen, Sollentuna 3, el 21 de enero de 1952

Señor Don Rafael Gibert, Granada.

Muy señor mío y colega:

Tengo el honor de agradecer a Vd. muy cordialmente su grata carta del 31 de diciembre y sus amables votos.

Sería para mí un placer contribuir al volumen que se prepara a la memoria del gran historiador del Derecho Eduardo de Hinojosa, pero desgraciadamente estoy tan ocupado en este momento y durante todo este año por la impresión de Vidal Mayor que no me queda ningún tiempo para otras obras.

Es para mí una gran satisfacción leer lo que dice tan amablemente de mis tentativas de escribir en español. Sé lo difícil que es expresarse en español para quien estudia y enseña las otras lenguas románicas. Es muy fácil que se intro-Page 675duzca alguna que otra expresión francesa, italiana o portuguesa, y antes de enviar a la imprenta la Introducción de mi edición de Vidal Mayor, quisiera someterla a su lectura, pidiéndole corrija todo lo que no le parece bien antes de devolvérmela. La Introducción es breve y concisa, y le interesará tal vez saber cómo hallé el maravilloso códice.

Le pido me perdone que le estorbe de esta manera y le agradezco de antemano. Me será grato enviarle la obra cuando tenga acabada la impresión. Formará tres tomos de mis Leges Hispanicae Medii Aevi.

Con reiteradas gracias y excusas le envío mis saludos cordiales. Gunnar Tilander

87 Edsviksvágen, Sollentuna 3, Suecia, el 25 de diciembre de 1952

Muy señor mío y colega:

Tengo el honor de agradecer a Vd. muy cordialmente su estudio El Derecho Medieval de la Novenera, que tuvo la bondad de enviarme. Lo había estudiado ya con sumo interés en el Anuario de Historia del Derecho Español, XXI-XXII, que recibí pocos días antes, pero muy contento de tener una separata de su magnífico estudio. Celebro mucho que Vd. haya sometido este arcaico y venerable fuero a tan concienzudo y competente análisis. Nada puede ser más grato para un editor de documentos jurídicos que el aplauso y apoyo de los que estudian la historia del Derecho. Veo en el hecho de que un historiador del Derecho haya tan pronto tratado del fondo jurídico de los Fueros de la Novenera una prueba de la utilidad y «raison d' erre» de la edición, que me ha costado mucho tiempo y trabajo y necesitaba una preparación concienzuda.

Sus sugestiones son muy instructivas. Por lo que se refiere al «fiador de mano» no conozco todavía ejemplo o ejemplos de la costumbre de dar fianza para garantizar el éxito de la intervención del médico. Su interpretación de «carampera» es conforme a los preceptos de otros fueros, pero ¿cómo comprender entonces en vascuence «zarampo», «cesto, panier»? ¿Sería originariamente un cesto o panier de cuero, si tales existen? Creía que en el § 28 se trataba de una manera de prendar, como lo indico en la nota del párrafo: araba el propietario por fuerza una finca o un campo emprestado o dado a censo para asegurar el rédito si el que tenía el dominio útil era negligente o contumaz.

Soy catedrático de lenguas románicas en la Universidad de la capital Estocolmo...

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