El capital intelectual: fuente de ventaja competitiva parar las empresas

AutorLeire Alcañiz Gonzalez/Fernando Gómez-Bezares
CargoProfesora de contabilidad en Deusto Business School Dra. en Administración y Dirección de Empresas/Catedrático de finanzas en Deusto Business School. Dr. en Ciencias Económicas y Empresariales Universidad de Deusto
Páginas204-214

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1. Introducción

Así como la industrialización supuso una revolución en la forma de entender la economía, el capital intelectual ha supuesto un nuevo cambio de enfoque en las empresas. Parece claro que las economías desarrolladas han pasado de basarse en industrias intensivas en capital a terciarizarse, es decir, a que en ellas imperen las empresas de servicios y las empresas intensivas en conocimiento. Para este tipo de compañías lo importante no es tener más activos materiales, ni se diferencian en función de sus recursos financieros, sino que es el capital intelectual, sus recursos intangibles, los que les proporcionan diferenciación frente a sus rivales.

Al hablar de capital intelectual nos estamos refiriendo a “los conocimientos, experiencia aplicada, tecnología organizacional, relaciones con los clientes y habilidades profesionales que proveen a la compañía de ventaja competitiva en el mercado” como lo definen Edvinsson y Malone (1997). Por tanto, nos encontramos ante un concepto que es de gran interés para la empresa y para el resto de los partícipes sociales, pues es la moderna fuente de ventaja competitiva que da lugar a la generación de valor.

Como ya se intuye a la vista de la definición propuesta, el capital intelectual se puede dividir en tres grandes apartados: el capital humano, el capital estructural y el capital relacional. El primero de ellos hace referencia a las distintas capacidades, aptitudes o experiencias que son intrínsecas a los trabajadores de una empresa de forma individual y que, por tanto, seguirán poseyendo independientemente del lugar en el que trabajen. El capital estructural recoge aquellos elementos de la experiencia previa de la empresa que perduran y se mantienen en la misma y que tienen que ver no con los empleados de forma individual, sino colectivamente, como por ejemplo: la estructura organizacional, la cultura, la propiedad intelectual, el know-how, etc. Y, finalmente, el capital relacional se basa en las relaciones de la empresa con el resto de partícipes sociales y que pueden materializarse en la marca, el poder comercial, las actividades medioambientales, la relación con el gobierno o los proveedores, entre otros.

En la figura 1 podemos observar dónde se encuentra el capital intelectual entre los recursos de la empresa y su división.

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2. - Las razones que suscitan el interés en el capital intelectual

Los distintos partícipes sociales pueden estar interesados en conocer cuál es el capital intelectual (CI) de una empresa. Puede haber un interés tanto desde el interior de la empresa como desde el exterior. Y además será distinto en función del área desde el que se estudie (véase figura 2). Para conocerlo y poder informar sobre este tipo de capital es necesario crear algún tipo de método de medición, que puede ser tanto cualitativo como cuantitativo.

Desde una perspectiva interna, tener información sobre CI ayuda a los gestores a poder monitorizar su progreso y crear nuevas estrategias, ya que sin emplear ninguna forma de medición, no se puede llevar a cabo la gestión. A su vez, como ya se ha mostrado en la división realizada anteriormente, el capital humano es una parte fundamental, por lo que los propios empleados de la empresa se darán cuenta de la importancia que tienen para la compañía dentro del proceso de generación de valor, lo que puede suponer una fuente de motivación para ellos, así como verse beneficiados por las estrategias de formación y desarrollo que lleve a cabo la empresa gracias a la información obtenida. Por otro lado, desde una perspectiva externa, el informe sobre capital intelectual puede ayudar a los partícipes sociales externos (p.ej.: futuros inversores, proveedores, clientes, organismos públicos, …) a tomar mejores decisiones con respecto a la empresa, a valorarla correctamente y a hacer mejores y más fiables previsiones sobre el futuro de la misma (Guthrie et al., 2007; Andriessen, 2004).

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Figura 2 – Razones por las cuales el capital intelectual es un factor de importancia

Ya hemos visto que es interesante conocer este tipo de recursos tanto desde una perspectiva interna como externa, pero ¿cómo afecta el capital intelectual a las distintas áreas?

Desde un punto de vista macroeconómico, países como los de Europa Occidental y Estados Unidos consiguieron su ventaja competitiva gracias a su sector productivo; sin

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embargo, actualmente la industria intensiva en capital se ha trasladado hacia los países orientales, como China o India, los países de Europa del Este o los Iberoamericanos. Los primeros tienen dificultades para competir en este tipo de industria por tener unos costes mayores, lo que hace que tiendan a especializarse en otro tipo de industrias o partes de procesos que no sean fácilmente imitables, o que supongan la aplicación de conocimientos de los que carezcan los nuevos países industriales, normalmente menos desarrollados. Esto proporciona a los estados occidentales ventaja competitiva en el mercado global. Tener una visión macroeconómica del capital intelectual es de interés para el sector público, puesto que hay que aprovechar en todo momento el capital intelectual que poseen las regiones y considerar los gastos en educación, comunicaciones o salud como inversiones para poder crear valor y ser competitivos en el futuro (Edvinsson, 2002); y disminuir de esta manera problemas que existen en la actualidad en España como la fuga de capital humano...

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