Capítulo primero: De la bioética

AutorLuis González Morán
Páginas21-90

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CAPÍTULO PRIMERO

DE LA BIOÉTICA…

I Los comienzos históricos de la bioética

Hay que insistir, ya desde el principio, en la constatación de que el nacimiento de la bioética no es un hecho puntual, ocurrido en un momento y en un lugar preciso, delimitable y verificable: no se puede identificar y enmarcar un único acontecimiento como desencadenante de tal nacimiento. Puede hablarse con mayor rigor de un espíritu encadenado a una cascada de acontecimientos que fueron unificando la percepción cada vez más nítida de una necesidad y, al mismo tiempo, de una exigencia: el cambio en la forma de tomar las decisiones en el campo biomédico. Según la conocida y proverbial expresión de ROTHAM D. J., estos acontecimientos arrastraron a juristas, legisladores, teólogos y filósofos hasta el borde de la cama de los pacientes para mirar por encima de la espalda de los médicos e insistir en pautas, reglas y tomas comunitarias de decisiones y resaltar la autonomía del paciente 2.

1. Los hechos

Los autores que han estudiado la historia de la bioética 3 suelen señalar ciertos hechos como hitos fundamentales y aglutinantes:

Antes de la Segunda Guerra Mundial y hasta la primera parte de la década de los 60, la toma de decisiones médicas correspondía de forma prácticamente exclusiva a los profesionales de la medicina: ellos solos eran los que tomaban las decisiones, incluso en las cuestiones más difíciles, como podía ser retirar el tratamiento vital al paciente, sin discutirlo con éste, sus familiares o sus colegas. Era, prácticamente, la época del

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dominio del médico, en guardia las veinticuatro horas del día, permaneciendo al borde de la cama de su paciente hasta el fin: el médico conocía bien a sus enfermos, había como un pacto tácito de que sobre aquel pesaba el compromiso de decidir qué y cuánta información debía suministrarles sobre su enfermedad y el momento de hacerlo.

La puesta a punto por el Dr. Belding H. SCRIBNER y otros médicos de la técnica del shunt arteriovenoso permitió mejorar sustancialmente la práctica de la hemodiálisis, cuyo primer aparato (riñón artificial) había sido construido por KOLFF en 1943. Desde el año 1960 comenzaron a introducirse unidades de diálisis en la mayor parte de los hospitales, estando ubicado el centro pionero en Seattle, Washington. Como primera fecha para ser tenida en cuenta a la hora de escribir la historia de la bioética se suele citar el día 9 de diciembre de 1962, en que apareció publicado en el magazine de la revista Life un artículo escrito por la periodista Shana ALEXANDER, que llevaba por título “They decide who lives, who dies” (“Ellos deciden quién vive, quién muere”). En él contaba la historia de un comité creado en Seattle con la finalidad de seleccionar los pacientes candidatos, a quienes se pudiera ofrecer la hemodiálisis: ciertamente que estas máquinas podían salvar muchas vidas, aunque el problema venía generado porque se estaba en presencia de un tratamiento y equipamiento escaso, por lo que esta tecnología no podía ofrecerse a todos, motivo por el que se tomó la decisión de crear una comisión de noexpertos para que llevaran a cabo la selección de los posibles candidatos a beneficiarios de la hemodiálisis.

La decisión de crear esta comisión y encomendarle tal misión introdujo algunos elementos innovadores: así, este comité estaba formado mayoritariamente por personas nomédicos, entendiendo que los médicos, profesionales que tradicionalmente habían realizado estas tareas, no eran los sujetos más idóneos para tomar tal decisión y que, de hecho, se podía compartir la responsabilidad de la elección de los candidatos a beneficiarse de estos tratamientos por un equipo de expertos y noexpertos. Se pone, además, de relieve, la importancia de una innovación técnica –la cánula arteriovenosa– para el planteamiento y solución de una cuestión moral. El artículo de S. ALEXANDER provocó una auténtica convulsión social; además, al hacerse públicos los criterios utilizados por el Centro de Diálisis de Seattle para la elección de los pacientes beneficiarios de la hemodiálisis, se entabló un gran debate social acerca de los criterios éticos de distribución de recursos escasos 4.

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Otro impulso para ir configurando el espíritu de la naciente bioética lo proporcionó el artículo de Henry K. BEECHER, profesor de Anestesiología en la Escuela de Medicina de Harward, publicado el día 16 de junio de 1966 en la revista New England Journal of Medicine 5 con el título “Ethics and Clinical Research”: en él describía veintidós experimentos concretos, realizados entre 1948 y 1965, publicados en revistas científicas, a los que calificó de “noéticos”. Uno de ellos consistía en privar de penicilina a un grupo testigo de sifilíticos negros durante un período prolongado de tiempo para estudiar los efectos de otros medicamentos; veinticinco pacientes contrajeron fiebres reumáticas: más de treinta años más tarde, en 1997, los tribunales fallaron, decretando el pago de una fuerte indemnización económica en favor de algunos de los sobrevivientes perjudicados por tales experimentos 6. Los sujetos protagonistas de experimentos carentes de ética recogidos en los ejemplos del análisis de BEECHER eran todos miembros marginales de la sociedad: pobres, deficientes mentales, ancianos, gentes recluidas en instituciones sociales y sanitarias.

Al exponer otro de los experimentos (el “Willowbrook State School Hepatitis Study”) examinados en el mencionado artículo, refería cómo se había infectado a propósito el virus de la hepatitis a niños retrasados y recogidos en una institución dedicada a la atención de niños con deficiencia mental para estudiar la epidemiología y etiología de la enfermedad. Curiosamente, el Dr. Saul KRUGMAN, que infectó intencionadamente con hepatitis a los niños con retraso mental de la Escuela Estatal de Willowbrook para realizar tales estudios e investigaciones, en el año 1972 obtuvo la cátedra del Departamento de Pediatría en la Universidad de Nueva York y en al año 1983 consiguió un importante premio como investigador.

Otro hito vino marcado por el primer trasplante de corazón, realizado el día 3 de diciembre de 1967 por el Dr. Christian BARNARD en el Hospital Groote Schur, de Ciudad de El Cabo: el trasplante de corazón planteaba graves cuestiones científicas y éticas, como la intención y el consentimiento del donante y conocer el estatuto jurídico del “cadáver viviente”, es decir la determinación del momento de la muerte.

Por otra parte, en el año 1969 Daniel CALLAHAN, un laico con formación en teología y doctor en Filosofía por Harward, y Willard GAYLIN, psiquiatra, fundaron en HastingsontheHudson el Hastings Institute of Society, Ethics and Life Sciences Center: en él se compatibiliza el

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trabajo individual independiente con el trabajo en equipo, elaborando sólidos estudios sobre diversos temas bioéticos, siendo su finalidad ofrecer orientación sobre las cuestiones fundamentales de la salud, medicina y medio ambiente. Actualmente es conocido con el nombre simplificado de Hastings Center y es reputado como el centro de investigación más acreditado del mundo en esta materia.

El neologismo “bioética”, fue acuñado e introducido por el cancerólogo norteamericano Van Rensselaer POTTER, en un artículo publicado en el año 1970 7. El propio autor formula como objetivo de la bioética ayudar al género humano a alcanzar una participación racional, pero, al mismo tiempo, precavida, en los procesos de la evolución biológica y cultural, añadiendo: “elegí bio para representar el conocimiento biológico, la ciencia de los sistemas vivos y elegí ethics para representar el conocimiento de los sistemas de valores humanos”. La idea original de POTTER era construir un proyecto global, que aunara el conocimiento biológico y el conocimiento de los sistemas de valores humanos, el encuentro o reencuentro entre los hechos y los valores. Se contrapone la concepción global de la bioética que tiene POTTER, más como una combinación de conocimiento científico y filosófico y no solamente una rama de la ética aplicada, a la de Andrés HELLEGERS, obstetra de origen holandés, quien proponía más bien un revitalizado estudio de la ética médica, concepción que terminó por imponerse, aunque se reinicia una marcada orientación hacia una concepción nuevamente global de...

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