Una breve introducción a la denominada Inversión Socialmente Responsable (ISR)

AutorJesús Avezuela Cárcel
Páginas319-334
319
CAPÍTULO 10
UNA BREVE INTRODUCCIÓN
A LA DENOMINADA INVERSIÓN SOCIALMENTE
RESPONSABLE (ISR)
Jesús Avezuela Cárcel
Letrado del Consejo de Estado
Director General de la Fundación Pablo VI
1. Introducción. 2. Concepto. 3. Estructura de los fondos de ISR y rentabilidad. 4. Regu-
lación. 5. Un breve apunte a las políticas locales. 6. Bibliografía.
1. INTRODUCCIÓN
Ya en los años cuarenta del siglo pasado, el economista Myint hacía un de-
sarrollo de su tesis doctoral (Postulates of Welfere Economics, dirigida por el
profesor Hayek), trabajo complementario que se publicaría por la London
School of Economics, en 1948, y que fue traducido al castellano por el profesor
Fuentes Quintana en el año 19621.
Decía Myint que los economistas clásicos habían dado por sentado que el
arte de la economía política era su esfera legítima y habían actuado sin ninguna
restricción mental. Sin embargo —prosigue el economista— el desarrollo de la
moderna economía del bienestar está señalado por una serie de controversias
metodológicas, en las que el sugestivo término bienestar, con sus repercusiones
éticas, ha añadido leña al fuego. El citado profesor invocaba a otros autores
como Carlyle, Ruskin y William Morris, cuyos reparos a la economía política
se basaban, en gran medida, en aspectos emocionales, estéticos y humanitarios.
1
Myint (1962). Véase también Marshall (1954).
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Políticas locales de clima y energía: teoría y práctica
Y concluía que «si deseamos pasar desde el análisis científico del bienestar a la
política social práctica, nos vemos obligados a entrar en el nivel ético y a hacer
juicios normativos […]. El economista, como cualquier otro ciudadano, tiene
que hacer sus propios juicios de valor o en otro caso compartir la responsabili-
dad moral de los juicios de valor reinantes en la sociedad en que vive».
Pues bien, a pesar de estas avanzadas reflexiones sobre la conexión entre
economía y ética que hacía Myint a finales de los cuarenta del siglo xx2, la apli-
cación práctica de todo ello es mucho más reciente.
En efecto, los fondos éticos en el ámbito europeo no aparecen con nitidez
hasta los años setenta, aunque su desarrollo comercial se data en la década si-
guiente, especialmente, en el área anglosajona. En el específico ámbito de las
inversiones, se suele referir como el primero de los fondos de inversión éticos
—en el sentido al que ahora nos referimos— al creado en Estados Unidos, en
1971, denominado Pax World Fund, del que estaban excluidas, a la hora de lle-
var a cabo la correspondiente inversión en cuanto fondo, las empresas relaciona-
das con el mantenimiento de la guerra del Vietnam, en lo económico y militar3.
En España, un estudio sobre los fondos éticos llevado a cabo en IESE4 seña-
laba que no es hasta diciembre de 1994 cuando se puede decir que se crea el
2 Esta introducción no debe ignorar que el binomio economía y ética está implícito a lo largo de
toda la historia desde la losofía griega. Recuérdese la República, de Platón (también, Aristóteles), en
la que se pretende que el hombre se guíe en todas sus acciones —también las económicas— por la
virtud y los comportamientos éticos. Y lo mismo podría decirse durante la Edad Media, donde la es-
cuela de la escolástica parte de la ética como una piedra angular en la práctica de la actividad econó-
mica, que tiene su reejo en ámbitos como el trabajo, en la gestión de los patrimonios, etcétera (véase,
por ejemplo, la obra Utopía, de sir Tomás Moro). Incluso, la propia aparición del llamado mercantilis-
mo (Locke, Colbert o Law, entre otros) se vio justicada por la ética calvinista y su reforma protestan-
te (véase, a este respecto, la obra de Max Weber La ética protestante y el espíritu del capitalismo), así
hasta llegar al liberalismo de Adam Smith, con su La riqueza de las naciones, donde la economía se
separa exponencialmente de la ética, al menos en el sentido en que hasta ese momento venía entendién-
dose. No obstante, poco después empiezan a desarrollarse en el siglo xix nuevas miradas hacia una
economía responsable con los agentes intervinientes (i.e., desde una perspectiva más laboral, toda la
doctrina de León XIII, en su encíclica Rerum Novarum, de 1891). Así hasta que en el siglo xx surge
una serie de distintos modelos económicos de propuestas alternativas (por ejemplo, las distintas formas
de cooperativismo y, ya en la segunda mitad, del siglo xx, las llamadas nanzas éticas, comercio justo
o, más recientemente, la llamada economía colaborativa, entre otras).
Balaguer et al. (2008) aluden también como antecedentes a movimientos religiosos como el de los
cuáqueros, que excluían de sus inversiones todas las que estaban vinculadas al tráco de esclavos o a
la producción de alcohol.
3 Algunos autores (Juan Royo, en su artículo «Los fondos de inversión socialmente responsa-
bles», del que posteriormente se hace referencia al sitio web en el que se publica) han indicado que el
primer fondo de inversión ético nació en Suecia, en 1965, con el nombre de Ansvar Aktiefond Sverige.
El citado autor hace también una brillante exposición de otros fondos que fueron surgiendo en los
primeros lances, como los relacionados con asuntos polémicos como el comercio con el régimen del
apartheid en Sudáfrica o dirigidos a la protección del medioambiente, especialmente desde el pronun-
ciamiento del Informe Bruntdland en 1987, o los fondos religiosos.
4
Argandoña y Sarsa (2000). Los datos del fondo fueron obtenidos del diario Expansión, de 1 de
abril de 2000.

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