El bien intangible legitimidad

AutorMaría José Canel/Paloma Piqueiras/Gabriela Ortega
Páginas51-74

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1. Introducción

Las organizaciones legítimas tienen su origen refrendado sobre el derecho. Sin embargo, este no es el único aspecto sobre el que se cimenta la legitimidad de una organización. Las organizaciones interactúan con su entorno social proporcionando productos o servicios. Sobre las actividades de la organización, la sociedad formula sus juicios, y se nutre, dentro del imaginario colectivo, una percepción evaluadora sobre la adecuación, idoneidad y rectitud de la organización. Las organizaciones públicas obtienen una legitimidad de origen desde el momento en el que nacen. A partir de ese momento su comportamiento y actuaciones pulsan la percepción de sus públicos para que muestren un comportamiento de obediencia y cumplimiento de las normas. Cuando este escalón se cuestiona desde la sociedad, empieza a verterse un goteo continuo de desconfianza hacia la institución con implicaciones directas sobre otros intangibles. Por esta razón, las instituciones deben conocer en qué estado se encuentra su legitimidad para articular la estrategia correcta.

La legitimidad es un intangible vital para la propia supervivencia de una organización. Cuando hay legitimidad es porque la organización cumple con su misión y con su propósito fundacional, genera apoyo social y refuerza la continuidad de sus actividades.

La estructura del capítulo es la siguiente. En primer lugar, se realiza una aproximación al concepto de legitimidad aplicada a las organizaciones. En segundo lugar, se

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aborda la legitimidad considerándola como un bien intangible en el sector público. En tercer lugar, se tratan los conceptos relacionados a la legitimidad, como es la legitimidad mediática y la legitimidad online. En cuarto lugar, se analiza por qué es necesaria la legitimidad como un bien intangible en el sector público, así como las aportaciones. En quinto lugar, se expone la situación de los casos prácticos más relevantes sobre el bien intangible legitimidad. Por último, tras el análisis de estos casos, se desarrollan las implicaciones para la práctica de la legitimidad en la Administración pública.

2. Definiciones

La legitimidad es una cualidad de las organizaciones relacionada con el derecho. La legitimidad organizativa (Weber, 1968) ha sido identificada como un aspecto clave que tener en cuenta por las organizaciones (Hunt y Aldrich, 1996). Aun así, las investigaciones en este campo aún se encuentran en sus inicios, y no existe unanimidad sobre qué es la legitimidad (Díez, Blanco et al., 2010: 128). Todavía no hay definiciones claras del concepto y, según Suchman, hay una falta de unificación de esfuerzos en la legitimidad organizacional (1995: 572). Contando con este punto de partida, a continuación, se explica la esencia del concepto de legitimidad para poder aplicarlo al ámbito organizacional.

Ruef y Scott (1998: 877) se apoyan en Weber (1968) para afirmar que las organizaciones, al ser estructuras sociales, tienen que plantearse unos objetivos coherentes con los valores sociales. Por tanto, como punto de partida, se considera que para que una organización sea legítima tiene que tener unos objetivos que estén en consonancia con la sociedad. Siguiendo esta perspectiva, Ruef y Scott (1998: 878) concluyen de Meyer y Rowan (1977) que, si una organización desea legitimidad, necesita apoyar sus estructuras y procedimientos en modelos culturales que estén aceptados por la sociedad.

El autor que más ha trabajado la noción de legitimidad aplicada a las organizaciones con un enfoque que nos permite acercarnos a la consideración de la legitimidad como bien intangible es Suchman (1995). Define la legitimidad como «una percepción generalizada de que las acciones de una organización son deseables, adecuadas o apropiadas dentro de un sistema socialmente construido con normas, valores, creencias y definiciones» (1995: 574). A raíz de esta definición, Ruef y Scott concluyen que una organización se considera legítima cuando sus stakeholders evalúan, conforme a un modelo específico, algún aspecto de la organización «con diferentes grados de conocimiento y con diversos grados de influencia en todos los niveles de legitimidad» (1998: 880).

Además, estos autores diferencian tres niveles dentro del proceso de legitimación, señalando que es muy importante distinguir los stakeholders específicos que corresponden a cada nivel, pues, a diferentes niveles de stakeholders, también diferentes son los criterios para evaluar la legitimidad de una organización. El primer nivel es la totalidad de la organización

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(es decir, el sector al que pertenece la organización), el segundo nivel es el de la organización específica y el último nivel es el de las subunidades y aspectos especializados dentro de la organización. Así, en el juicio de legitimidad que formula una persona sobre una política pública, por ejemplo, sobre el personal sanitario del Ministerio de Sanidad, le influye la cobertura sanitaria, el centro de salud donde acude o la atención que pueda recibir.

Díez et al. (2010), partiendo de la revisión que otros autores realizan de la contribución de Suchman (1995: 573), concluyen que la legitimidad está relacionada con la idea de juicio. Estos autores extraen de esta afirmación, en primer lugar, que ese juicio establece una relación lógica entre los valores, las normas y las expectativas de la sociedad con lo que las organizaciones hacen y proveen como los resultados (Dowling y Pfefer, 1975; Ashforth y Gibbs, 1990); en segundo lugar, que la legitimidad consiste en un estado que releja la alineación cultural, el apoyo normativo o la consonancia de la organización con las reglas y leyes relevantes (Scott, 1995), y, en tercer lugar, que las organizaciones ganan legitimidad cuando siguen las normas y las regulaciones impuestas externamente (Deephouse, 1996; Ruef y Scott, 1998). Tras esta revisión, Díez et al. concluyen que «la legitimidad está relacionada con la percepción que la sociedad tiene sobre las acciones realizadas por la organización» (2010: 127). Es decir, la sociedad puede basarse, por ejemplo, en si una organización está legitimada o no dependiendo de si respeta el medioambiente. Unos públicos pueden pensar que sí lo es porque preserva el medioambiente y otros pueden pensar que no lo es porque no utiliza los mejores medios para preservarlo.

Siguiendo esta línea sobre la idea de juicio, Bitektine afirma que «la legitimidad puede ser comprendida como las percepciones que los públicos tienen de los actores de la organización, como un juicio sobre la organización o las percepciones de las consecuencias de su comportamiento» (2011: 152). Es decir, aunque los públicos consideren que una organización es legítima, esto puede verse afectado si consideran que los trabajadores de esta no lo son.

Con apoyo en estas definiciones, entendemos la legitimidad como un juicio que los públicos hacen de los actores, las actividades y los resultados de una organización en referencia a los valores, las normas y las expectativas de sus públicos. En definitiva, la legitimidad tiene que ver con un juicio que los públicos se formulan sobre las acciones de la organización (Robles, 2017).

3. La legitimidad como bien intangible del sector público

La legitimidad no es un recurso baladí en una organización, por tanto, resulta necesario conocer los rasgos y su aplicabilidad para una organización pública.

En primer lugar, tal y como se apunta en el epígrafe 4 del segundo capítulo, un bien intangible es un bien no monetario que carece de sustancia física. Esta premisa se cum-

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ple para la legitimidad en el sector público, debido a que la legitimidad no tiene forma física, sino que es una percepción. En segundo lugar, la legitimidad está ligada al pasado de la organización. Esto se cumple en el sector público ya que los stakeholders refieren sus valoraciones a la historia, es decir, a la trayectoria de experiencias e información que han recibido sobre la organización pública. En tercer lugar, un bien intangible es un elemento que ofrece recursos a la organización, como, por ejemplo, generar relaciones con los stake-holders. Además, la legitimidad incrementa la confianza, y, por tanto, el apoyo del público. En cuarto lugar, un bien intangible genera un recurso que lleva asociado un beneficio económico. La legitimidad ayuda a la supervivencia de la organización porque, si una organización pública es considerada legítima, los ciudadanos, por ejemplo, pagarán sus impuestos, lo que tendrá un por relejo contable no solo en el aumento de la recaudación, sino también en la reducción de costes de sistemas coercitivos.

En quinto lugar, la legitimidad, como el resto de bienes intangibles, requiere de investigación para determinar cuál es la gestión correcta. Para ello, es muy importante el estudio de los públicos —targets— de la...

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