La biblioteca jurídica de Don Pedro de Herrera Guarnizo, consejero de Hacienda del Rey Carlos III (1698)

AutorJosé Luis Barrio Moya
CargoInstitución de Estudios Complutenses
Páginas735-746

Page 735

Para nadie es un secreto que la organización política y administrativa de los Estados modernos, surgidos en Europa a comienzos del siglo XVI, va a tener como base dos importantes pilares: el ejército permanente y la burocracia organizada. En la Monarquía hispana el proceso de burocratización del poder estatal se inició con los Reyes Católicos, continuó con Carlos I y alcanzó sus más altas cotas con Felipe II. Aquel proceso dio comienzo, en 1469, con el matrimonio de Isabel de Castilla con Fernando de Aragón, enlace que llevó aparejada la unión dinástica de ambos reinos. A partir de ese momento y en los años sucesivos aquella monarquía vio la anexión de Navarra, el descubrimiento y colonización de América, la creación de la Inquisición, la reorganización de la economía y, ya en el reinado de Felipe II, la incorporación del reino de Portugal.

Isabel la Católica muere en 1504 «y en menos de una generación, Castilla -y los restantes territorios de la unión monárquica- se encontró con un emperador en su trono y dueña de un mosaico de territorios ultramarinos cada vez más amplio, que no encajaba en ningún sistema político conocido»1.

Para que todo aquel gran complejo político pudiera echar a andar tuvieron que ser creados unos órganos de gobierno, los llamados Consejos, formados por toda una serie de personas encargadas de su correcto funcionamiento. Precisamente aquellos funcionarios están desde hace algún tiempo en el punto de mira de historiadores e investigadores, puesto que «la gestión y desarrollo de la burocracia se presenta como uno de los fenómenos más interesantes y significativos de la historia de la Administración y, desde luego, como base incuestionable de la formación y desarrollo del Estado moderno»2. Page 736 Para José Antonio Maravall toda aquella pléyade de funcionarios «se integran de tal manera en el sistema y son un factor tan imprescindible de la acción política del poder absoluto que precisamente ningún príncipe de esta fase histórica puede entenderse sin hacer referencia al conjunto de funcionarios que tiene consigo»3.

En España uno de los Consejos que tuvo un mayor peso específico a lo largo del gobierno de los diferentes monarcas de la Casa de Austria fue el de Hacienda, que junto con sus dos Contadurías, trató de controlar los presupuestos estatales pero que siempre se vieron desbordados por los acontecimiento negativos que en materia hacendista, provocaron la idea imperial de los Hasburgo hispanos. Fundado a comienzos del siglo XVI,el Consejo de Hacienda recibió una total renovación por las Ordenanzas de El Pardo, de 20 de noviembre de 1593, en uno de cuyos capítulos se trataba de las personas que debían entrar en su composición4. El Consejo de Haciendas fue objeto de diversas modificaciones posteriores por parte de Felipe III, Felipe IV y Carlos II para ser totalmente transformado por los reyes de la Casa de Borbón, empezando por Felipe V, primer monarca español de aquella dinastía.

Durante el reinado de Carlos II fue consejero de Hacienda y miembro de la Contaduría Mayor el caballero madrileño Don Pedro de Herrera Guarnizo, quien a su muerte, acaecida en 1698, dejó, entre otros bienes, una pequeña pero interesante biblioteca especializada en temas jurídicos.

Don Pedro de Herrera Guarnizo nació en Madrid, siendo hijo de Don Pedro de Herrera «natural y originario del lugar de Herrera en el valle de Camargo» y de Doña Andrea Guarnizo, nacida en la villa y Corte. Estudió Don Pedro de Herrera Guarnizo en el famoso colegio de San Bartolomé de la Universidad de Salamanca, graduándose en leyes en 1675. En 1681 fue nombrado catedrático de Instituta y más adelante de Vísperas, cargo que ya regentaba en 1686, año en que fue llamado por Carlos II para que se hiciera cargo del puesto de fiscal en la Real Chancillería de Granada. En 1690 pasó a ser oidor de aquella institución. En 1697, Don Pedro de Herrera Guarnizo regresó Page 737 a Madrid al ser nombrado por Carlos II consejero de Hacienda, cargo que ocupó durante muy poco tiempo, puesto que falleció el 4 de enero de 16985.

Don Pedro de Herrera Guarnizo casó con Doña María Antonia de Salazar y Cerdeño, unión que quedó rota por la muerte del jurista y de la que no se logró descendencia. El 4 de enero de 1698 Don Pedro de Herrera Guarnizo fallecía en Madrid «en unas casas de la calle de la Magdalena propias de Don Francisco Monzón y Páez». Tras la muerte del funcionario real, sus testamentarios, que fueron, además de su esposa Doña María Antonia de Salazar y Cerdeño, Don Agustín de Cerdeño, tío de la anterior y Don Antonio de Herrera, hermano del difunto, procedieron a realizar el inventario de sus bienes, lo que se llevó a cabo el 10 de enero de 1698. Una vez terminada aquella labor se llevó a cabo la tasación de los mismos 6. De esta manera, el 13 de enero de 1698 Manuel de Castro «artifize pintor» valoraba los cuadros y una escultura de un Ecce Homo, vaciada de yeso. No eran muchas las pinturas que dejó a su muerte Don Pedro de Herrera Guarnizo, ni tampoco muy valiosas, según parece asegurarlo la valoración que hizo de ellas Manuel de Castro, siendo además todas ellas de temática religiosa.

- Primeramente un quadro de Nuestra Señora y San Joseph, de zinco quartas de largo y una vara de alto con marco, con dos molduras y tarjetas de talla doradas, 300 rs.

- Otra pintura de Nuestra Señora con el Niño en los bracos, de cinco quartas de alto y tres de ancho poco mas o menos y las molduras de talla doradas, 300 rs.

- Dos quadritos de dos tercias de ancho y media vara de alto y dos molduras y quatro tarjetas de talla dorada y lo demas jaspeado y moldado a concha, el uno del Nacimiento de Nuestro Señor y el otro de la Adoracion de los Reyes, 160 rs.

- Dos quadros de tres quartas de alto cada uno y media vara de ancho poco mas o menos, el uno de Nuestra Señora de Velen y el otro de San Francisco de Vorja con sus marcos entallados y dorados, 200 rs.

- Otros dos quadros chicos yguales, de a tercia de alto y una quarta de ancho, el uno de San Juan de Saagun y el otro de Page 738 San Juan de Dios, entablados de color de concha, los marcos con quatro tarjetas cada uno y molduras doradas, 120 rs.

- Una efigie de un Eze Omo vaciada de yesso, 60 rs.

- Otros dos quadros pequeños yguales, de dos tercias de alto y media vara de ancho poco mas o menos, el uno de Nuestra Señora con el Niño en los brazos, de medio cuerpo, y el otro de San Joseph con el niño, con marcos dorados de concha, con molduras doradas y quatro tarjetas de talla, 120 rs.

- Otro quadro de la Encarnacion de media vara en quadro poco mas o menos, con marco dado de color de concha con quatro tarjetas y molduras doradas, 60 rs.

- Otra del mismo altor y marco de la soltura de San Pedro, 80 rs.

Aunque nacido en Portugal, Manuel de Castro desarrolló su actividad artística conocida en el Madrid de Carlos II, ciudad en la que fue alumno de Claudio Coello. Este hecho tal vez indique un cierto grado de parentesco entre ambos artistas, puesto que no hay que olvidar que Faustino Coello, padre de Claudio, era también portugués. Manuel de Castro completó su formación artística «en las Academias de Roma y Napoles, donde...

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